Autor: Radio Nederland D,
El número de personas desaparecidas en México podría desbordar estadios de futbol, como el Sardinero, en España, o el Sausalito, en Chile, y es que hasta marzo de 2015 se han contado de forma oficial 25 mil 821 personas “no localizadas” en el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, del Sistema Nacional de Seguridad Pública. En Nuevo León se dieron 2 mil 167 de estos casos, y las autoridades, más que ayudar, son indiferentes y no dan ningún tipo de resultado
Emanuel Suárez/Radio Nederland Wereldomroep
El 13 de noviembre de 2010, Virginia
Buenrostro y su esposo fueron secuestrados por el crimen organizado en
su casa de campo, ubicada en Cadereyta, Nuevo León, municipio
periférico de Monterrey, la tercera ciudad más grande de México.
Dos días después de perder comunicación
con sus padres, su hija, Jocelyn Mabel Ibarra Buenrostro, de 26 años de
edad, se dirigió a la casa de campo acompañada de su novio José Ángel
Mejía Martínez, también de 26 y del chofer de la familia, Juan Manuel
Salas Moreno, de 40. Al llegar al lugar también fueron secuestrados.
Dos días después, Virginia y su esposo fueron rescatados por el
Ejército Mexicano, pero su hija, el novio y el chofer no corrieron la
misma suerte.
Tras recibir una llamada de los
delincuentes pidiendo un rescate, su otro hijo, David Joab Ibarra
Buenrostro, inició las negociaciones para recuperar a su hermana, pero
al acudir a entregar el rescate también fue secuestrado por el grupo
armado.
Con cuatro seres queridos secuestrados,
los padres de la familia Ibarra Buenrostro comenzaron la búsqueda de
sus familiares; el primer obstáculo lo encontraron en las autoridades
de seguridad, que en lugar de apoyar, los amedrentaron.
“Iniciamos nosotros solos. Mi hijo es
ingeniero en informática, y antes de partir a entregar el rescate nos
dejó coordenadas y direcciones para buscar a los secuestradores, puesto
que uno de ellos usó el teléfono de mi hija y desde él ahí hizo una
llamada para comunicarse con nosotros. Con eso mi hijo sacó la
dirección y las coordenadas de dónde estaban.
Mi esposo y mi otro hijo, Martín,
fueron a la [Secretaría de] Marina, a la Secretaría de la Defensa
Nacional, a la Oficina Antisecuestros con todos esos datos y nadie
quiso hacer nada. Mi esposo fue a todas las instancias y nadie quería
prestarle ayuda. Incluso nos decían que le dejáramos ahí, que nos iba a
ir peor; siempre [existió] la amenaza”, declara la madre.
Hasta ahora, las averiguaciones no han
arrojado información sobre el paradero de sus hijos. Virginia y su
esposo mantienen la esperanza de que Jocelyn y David aún estén con vida.
En las pasadas elecciones salieron a
las urnas con el anhelo de que el resultado electoral, por lo menos, dé
continuidad a los avances que se han obtenido en la búsqueda de sus
seres queridos. Hasta junio de 2011, cuando el matrimonio acudió a la
marcha del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que encabezó
en Nuevo León el escritor mexicano Javier Sicilia, no se habían dado
cuenta que más personas atravesaban por una situación similar, y
entonces decidieron unirse a la asociación civil Ciudadanos en Apoyo a
los Derechos Humanos, AC (CADHAC), para darle mayor eco a su lucha.
“La expectativa que tenemos es que se
siga con el procedimiento que tenemos hasta ahorita, sin embargo no
sabemos quién vaya a ser el nuevo procurador [de Justicia del estado].
Entonces no sabemos qué sensibilidad tendrá”, dice Buenrostro.
Briseida, tampoco aparece
Rosa González también se unió a CADHAC,
luego de que su hija Briseida, de 23 años en aquel entonces,
desapareciera en el municipio de Marín, Nuevo León. Su desaparición
ocurrió el 17 de octubre de 2010.
Luego de asistir una fiesta, a Briseida
se le perdió la pista en la plaza principal del municipio. Al
percatarse de la desaparición, su madre y familiares comenzaron a
buscarla, sin el apoyo de las autoridades.
“Acudí a la casa del que era el
alcalde de Marín. Le pedí que me ayudara porque yo estaba desesperada
por no saber nada de ella y me dijo que no podía hacer nada porque el
municipio estaba de lleno de delincuencia organizada y que él tenía
familia. Al otro día me fui al Ministerio Público para presentar la
denuncia de mi hija, pero a ellos no les importó. Me trataron muy mal,
el delegado me dijo que él también tenía familia y que tenía miedo, que
le buscara por otro lado, hicieron caso omiso”, señala la madre de
Briseida.
Tras no encontrar ninguna reacción en
las autoridades locales, doña Rosa se dirigió a la Secretaría de la
Defensa Nacional, en donde su caso fue escuchado por los militares,
quienes armaron un operativo para ubicar a su hija, pero nada surtió
efecto.
El peregrinar de Virginia Buenrostro y
Rosa González para encontrar a sus familiares no ha tenido descanso.
Una historia similar es la que viven los familiares de las 961 personas
que se encuentran en paradero desconocido en Nuevo León, de acuerdo con
el registro de la asociación civil Ciudadanos en Apoyo a los Derechos
Humanos, AC, mejor conocido como CADHAC.
La ineficiencia de las autoridades y el
sistema burocrático mexicano han contribuido a que la deuda social que
los gobiernos locales y federales mantienen con los familiares de
víctimas pase de administración en administración.
“Tal vez le apuestan al olvido, tal
vez piensan que nos vamos a cansar, pero no va a ser así. Nosotros
vamos a seguir buscando a nuestros hijos”, afirma Virginia.
A los familiares de desaparecidos no
les interesan los partidos políticos ni la alternancia en el poder, lo
único que les importa es que los encargados de procurar justicia y
seguridad en el estado enfoquen sus acciones en encontrar a sus seres
queridos.
Las expectativas de que el gobernador electo de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco,
y la nueva composición del Congreso Estatal les ofrezcan mayor apoyo en
su lucha, existe, aunque con reservas. A Virginia Buenrostro, la
alternancia no le garantiza nada:
“En lo personal, yo quería un cambio
en el gobierno en todo, para tener esperanza de que nos vaya mejor este
año en la búsqueda de nuestros desaparecidos, pero lo que estamos
viendo es que lamentablemente ningún candidato en su momento tocó el
tema de desaparecidos y hace poco vi una entrevista con el gobernador
electo y tampoco tocó el tema. Eso me preocupa, de que vaya a ser igual
o peor que ahora.”
La organización Fuerzas Unidas por
Nuestros Desaparecidos en Nuevo León, fundada el 11 de enero de 2012
por familiares de personas desaparecidas y secuestradas en la entidad,
calcula que durante el sexenio del actual gobernador, Rodrigo Medina de
la Cruz, desaparecieron cerca de 10 mil personas en el estado, por lo
que a través de un texto solicitaron al Bronco, que no se olvide de las víctimas de la guerra contra el narcotráfico como lo han hecho las pasadas administraciones.
Emanuel Suárez/Radio Nederland Wereldomroep
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