DESDE LA LUNA DE VALENCIA
Por: Teresa Mollá Castells*
Seguramente habrá gente que cuando lea el enunciado de este artículo pensará aquello de: “Ya está la Tere de nuevo con sus cosas”. Y tendrá razón, porque cuando nos asesinan como lo están haciendo, quedarnos en silencio es lo peor que podemos hacer. Y no puedo, ni quiero quedar en silencio mientras a centenares de mujeres las están vejando y maltratando sistemáticamente por el hecho de ser mujeres.
Los datos de mujeres asesinadas, que no muertas, ascienden –según la publicación Feminicidio.net– a 60 frente a ocho hombres.
Sesenta mujeres y niñas asesinadas vilmente por el patriarcado en cualquiera de sus vertientes. Novios, maridos, amigos, cuñados, ex parejas, padres, etcétera.
Sesenta vidas sesgadas inútilmente por ser mujeres o niñas a manos de salvajes depredadores que agreden sin mesura ni compasión, con el objetivo último de mantener su poder a través de la sumisión de las mujeres a quienes en algún momento dijeron amar.
Y mientras, el desgobierno mirando a otro lado sin asumir ninguna responsabilidad. Y los grandes medios de comunicación alarmándose de los asesinatos de niñas y niños, y haciendo crónicas perversas cuando de asesinatos de mujeres se trata.
Nos asesinan, no nos morimos. Nos matan intencionadamente, no nos autolesionamos hasta la muerte voluntariamente. Matan a nuestras hijas e hijos para provocar mayor dolor, pero al parecer sólo “las pesadas de turno, las feministas”, alzamos la voz con cada asesinato para recordar que nos asesinan mientras las instituciones, casi todas, miran hacia otro lado.
Somos y seremos persistentes en la denuncia porque al parecer se está instalando una cierta sensación de mirar hacia otro lado cuando una mujer es asesinada.
El paternalista discurso pocas veces verbal, pero casi siempre presente en el pensamiento del “algo habrá hecho” es un claro olvido y negación para las que han sido asesinadas y las que sufren. Aparte de ser una clara justificación del asesino y de sus actos.
Olvidamos con mucha frecuencia que las mujeres asesinadas (insisto ASESINADAS, que no muertas) por terrorismo machista son sólo la punta del iceberg y que desgraciadamente sólo suponen aproximadamente un 10 por ciento de las mujeres que sufren cada día la situación de violencia de género en cualquiera de sus tipos descritos por la Comisión Europea, por ejemplo.
Olvidamos que con cada grito, con cada empujón o con cada gesto que pretende controlar a las mujeres, el patriarcado crece y se retroalimenta. Y es lo peor que nos puede ocurrir a las mujeres.
Olvidamos que la prevención y la sensibilización son las mejores armas que tiene una sociedad para erradicar problemas estructurales. Y para ello hacen falta medios y recursos.
No olvidemos que con esta estafa llamada crisis y este desgobierno de fatuos y necios se han recortado recursos, y por tanto derechos de la población en general, pero las mujeres y de las niñas en particular.
Los recursos destinados a formar en prevención de la violencia de género han desaparecido de las escuelas, de los institutos y de los centros de formación de personas adultas. Los destinados a colectivos implicados como cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, desaparecidos.
Los destinados a personal docente, salvo honradas excepciones, eliminados. Los referentes a la Judicatura, por lo visto también recortados o directamente eliminados. Los del personal sanitario y no sanitario, desaparecidos en el espacio sideral.
Y les sumamos que la aplicación de la Ley Orgánica 1/2004 sobre Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género en la práctica está suspendida por falta de medios de todo tipo. Y hemos de recordar que dicha ley orgánica fue aprobada por unanimidad de todos los partidos presentes en aquellas Cortes Generales allá a finales de 2004. Ni por ésas.
Son demasiadas complicidades patriarcales para que todo sea como es. La estafa llamada crisis la ha provocado el capitalismo más feroz por su ansia de poseer más, y para ello no ha dudado ni un segundo en seguir su proceso de dominación a toda costa. Y de nuevo ha funcionado la alianza entre capitalismo y patriarcado.
Y ahora las mujeres vivimos peor que hace unos años, hemos perdido derechos que se estaban consolidando, somos más pobres y además tenemos muchas más cargas de trabajo relacionado con los cuidados que antes de que se desatara la estafa. Y, además, nos siguen asesinando.
Y ya no valen las excusas porque el patriarcado no entiende de ideologías políticas, ni de niveles culturales. El patriarcado lo impregna todo y nos quiere sumisas, dispuestas, recambiables, sin derechos y a su entera disposición.
Y nosotras buscamos ser libres, dueñas de nuestras vidas y nuestros cuerpos, únicas e insustituibles en todos los sentidos. Y, además, como no puede ser de otro modo, queremos vivir. Y exigimos que queremos vivir todas y tener una vida digna y sin violencias que nos intenten doblegar.
Afortunadamente, como no me cansaré de repetir, cada día son más los compañeros de viaje que toman conciencia de la magnitud del problema y de la tragedia de cada uno de los asesinatos, y deciden acompañarnos en este grito perpetuo del ¡¡¡BASTA YA DE ASESINATOS POR TERRORISMO MACHISTA!!!
A aquellas personas que piensan que las feministas somos pesadas y reiterativas en este tema del terrorismo machista, sólo recordarles que lo somos porque nos asesinan por ser mujeres, por nada más. Y ya sé que no lo entienden, pero nosotras lo tenemos muy claro y seguiremos alzando la voz para denunciar silencios cómplices que permiten que se nos siga asesinando por ser mujeres.
Porque tenemos derecho a una vida libre de violencias machistas. Porque exigimos que nuestros derechos humanos sean respetados.
Porque nuestras niñas y niños merecen vivir sin violencias ni abusos. Porque el terrorismo machista ya ha matado más que ETA y nadie se ha despeinado.
Porque aquellos que van de Provida miran hacia otro lado cuando de la vida de una mujer se trata. Porque NO SOMOS ciudadanas de segunda. Porque queremos vivir y no ser asesinadas
Por todo ello y mucho más EXIGIMOS UN PACTO DE ESTADO contra el TERRORISMO MACHISTA que implique de nuevo a todos los partidos, y cuente con recursos suficientes para poner en marcha mecanismos de formación continuada y prevención desde la más tierna infancia contra la violencia machista.
Voy a seguir siendo pesada y reiterativa con este asunto, porque considero que cuando nos agreden y asesinan por ser mujeres, el sistema falla desde la base. Y no quiero ser cómplice de esos fallos que en demasiadas ocasiones son provocados con políticas nefastas para las vidas de las mujeres, niñas y niños.
Y además voy a seguir reivindicando varias cosas y entre ellas que no nos matan, nos ASESINAN, y unas cuantas más que dejo para otra ocasión.
tmolla@telefonica.net
* Corresponsal, España. Periodista de Ontiyent.
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | España.-
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