Arturo Balderas Rodríguez
La promesa de Donald Trump de romper radicalmente con el establishment
se desvaneció por completo en el momento de integrar su gabinete. La
mayoría de los personajes que ha invitado a formar parte del próximo
gobierno son parte integral del establishment político y económico. Por añadidura, será el gabinete con el mayor número de multimillonarios en la historia del país.
Uno
de ellos es Steven Mnuchin, nominado para el cargo de Secretario del
Tesoro, cuya sinuosa trayectoria política se asemeja a la Trump,
saltando de un partido político a otro, según su conveniencia. Ha
trabajado durante años para la firma Goldman Sachs, una de las
instituciones financieras más importantes de Estados Unidos. Durante el crack
inmobiliario de los años 80 formó el One Bank en California, con el
propósito explícito de explotar la crisis inmobiliaria de esos años.
Mediante ese banco adquirió las hipotecas de miles de familias, a las
que desalojó por no poder cubrir los pagos de sus casas, dejándolas
literalmente en la calle. Su fortuna alcanzó miles de millones mediante
esa práctica ( The Guardian, 2/12/16).
Ya como asesor
financiero de la campaña de Trump, coincidió con su jefe en la necesidad
de una drástica reducción de impuestos. De acuerdo con el Centro de
Investigación Económica y Política (CEPR), esa reducción de impuestos
favorecerá a corto plazo el consumo de la clase media, pero también
propiciará una mayor acumulación de la riqueza en los sectores de
mayores recursos.
En el contexto de su plan económico, Trump
prometió inversiones millonarias en infraestructura. Según el CEPR será
una forma de reactivar la economía, pero también coincide con algunos
economistas que el recorte de impuestos e inversiones millonarias en
infraestructura es la fórmula perfecta para un incremento sustancial del
déficit y la inflación. Cabe recordar que los legisladores
conservadores sistemáticamente coartaron las intenciones de Barack Obama
de incrementar el gasto en infraestructura so pretexto de un aumento en
el déficit fiscal. Habrá que esperar su respuesta a los planes de Trump
para saber si son consistentes con el obstruccionismo en contra de la
agenda económica del presidente saliente.
Otra
de las iniciativas económicas de Trump que han causado alarma
particularmente en el mundo empresarial, tan celoso de la libre empresa,
son sus negociaciones con la compañía Carrier, fabricante de sistemas
de aire acondicionado, que tenía previsto transferir sus operaciones a
la ciudad de Monterrey. De acuerdo con la revista Forbes, Trump
prometió 700 millones en créditos sobre impuestos para convencerlos de
permanecer en Estados Unidos. Lo trascendente es que Carrier es parte
del grupo corporativo United Technologies, que recibe aproximadamente 60
mil 700 millones de dólares como proveedor de la industria militar.
Según diversos analistas, uno de los argumentos del presidente electo
fue la amenaza de cortar esa relación, lo que en lenguaje llano se llama
chantaje. Con la negociación se sienta el precedente de la intervención
directa del gobierno, decidiendo las empresas que debe salvar. Este
método ha sido criticado históricamente con respecto a otros países,
México uno de ellos.
Cabe recordar que durante y antes de las
negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN), México fue obligado a cancelar su participación en algunos
sectores de la economía, como las comunicaciones, las finanzas y el
agrícola. En cambio, los poderosos lobbies industriales,
agrícolas y financieros estadunidenses lograron preservar sus subsidios y
concesiones, erosionando así las ventajas del acuerdo comercial para
nuestro país. Con Trump como presidente, según sus conveniencias y
erráticos humores, para bien o para mal, el concepto clásico de la mano
invisible que ordena la economía está a punto de ser revocado, o
rescrito.
En buena hora, algunas organizaciones y personalidades
de México han convocado a reflexionar lo que estos vaivenes significan
para el futuro de nuestro país.
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