Gilberto López y Rivas
El pasado 25 de mayo se cumplieron 10 años
de la detención y desaparición forzada, en la ciudad de Oaxaca, de
Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya, militantes del
Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular
Revolucionario (PDPR-EPR). Una década en que familiares, la sociedad
civil y organizaciones sociales y políticas, y claro, el propio grupo
armado, han exigido su presentación con vida, así como juicio y castigo a
los responsables de este execrable crimen de Estado y lesa humanidad,
cometido en el contexto de ese extraordinario levantamiento
cívico-ciudadano dirigido por la Asamblea Popular de los Pueblos de
Oaxaca (APPO).
Diez años de lucha, alegatos jurídicos, denuncias, protestas,
indignación, dolor, temor, solidaridad y fraternidad, permeados por
hostigamientos, amenazas, persecución, vigilancia, indiferencia,
negligencia, cinismo, indolencia y, sobre todo, impunidad. Hasta la
fecha, nada se sabe del paradero de los dos luchadores sociales, ni
ningún funcionario del Estado ha sido juzgado por dicho crimen, pese a
la recomendación 7/2009 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos,
y no obstante que el noveno tribunal colegiado de la Federación emitió
la resolución judicial 29/2014, en la que se ordena la apertura de los
cuarteles militares para su búsqueda y localización, y se cita a
comparecer a los entonces (2007) mandos superiores de las fuerzas
armadas, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, y otras
instituciones públicas del país. Un total de 48 funcionarios, nada
menos.
El caso es paradigmático, porque se trata de dos miembros de una
organización político-militar que los reconoce y solicita, en abril de
año 2008, mediante un comunicado público, la integración de una comisión
de mediación (Comed), que fue constituida, entre otros, por los
entrañables compañeros Carlos Montemayor, Miguel Ángel Granados y Samuel
Ruiz, y quien escribe, demostrándose fehacientemente en numerosas
reuniones con funcionarios de la Secretaría de Gobernación,
principalmente, que Gabriel y Edmundo fueron detenidos, y posteriormente
desaparecidos por el Estado mexicano, y, en consecuencia, se configura
el delito conocido como desaparición forzada.
La Convención internacional para la protección de todas las personas
contra las desapariciones forzadas, aprobada por la Asamblea General de
la Organización de las Naciones Unidas, y firmada por México
precisamente hace una década, en 2007, y ratificada al año siguiente,
señala en sus primeros artículos: “1. Nadie será sometido a una
desaparición forzada. En ningún caso podrán invocarse circunstancias
excepcionales, como estado de guerra, inestabilidad política interna o
cualquier otra emergencia pública como justificación de la desaparición
forzada. 2. Para los efectos de la presente Convención, se entenderá por
‘desaparición forzada’ el arresto, la detención, el secuestro o
cualquier otra forma de privación de libertad que sean obra de agentes
del Estado o por personas o grupos de personas que actúan con la
autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la
negativa a reconocer dicha privación de libertad o del ocultamiento de
la suerte o el paradero de la persona desaparecida, sustrayéndola a la
protección de la ley”.
Ante la carencia total de resultados y llegando a su fin el
sexenio de Felipe Calderón, la Comed decide disolverse en octubre de
2012, no sin antes hacer una diligencia fracasada de exhumación en mayo
de ese año, publicar un libro editado por Serapaz,
sobre las desapariciones forzadas en México, en el que se ofrece una
gran cantidad de información sobre el caso de Gabriel y Edmundo, y en el
que se reitera, por varias fuentes y testimonios, que el Estado
mexicano es el responsable de la detención-desaparición forzada de los
dos militantes del PDPR-EPR.
Con todo, en 2014 esta organización armada me solicita, también
mediante un comunicado, conformar una nueva comisión. En carta publicada
en La Jornada respondo:
En relación con el comunicado del Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario, de fecha 14 de julio del presente año, informo que acepto convocar a la formación de una comisión civil de seguimiento y verificación de la búsqueda, localización y presentación con vida de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, detenidos y desaparecidos el 25 de mayo de 2007 en la ciudad de Oaxaca, con base en la resolución emitida por el noveno tribunal colegiado en materia penal del primer circuito, en la cual ordena a las autoridades responsables la creación de comisiones especiales. En tal virtud, propongo a las siguientes personas: doctor Miguel Concha Malo, director del Centro de Derechos Humanos Francisco de Vitoria; doctor Luis Daniel Vázquez Valencia, profesor-investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso-México); Augusto César Sandino Rivero Espinosa y Leonel Rivero Rodríguez, representantes legales de los familiares de los desaparecidos; Miguel Álvarez Gándara, Dolores González Saravia y Pablo Romo Cedano, del equipo de Serapaz. Igualmente, me sumo a las propuestas de los familiares de los desaparecidos en cuanto al acompañamiento de organismos internacionales y expertos de reconocido prestigio a dicha comisión, y reitero su llamado al secretario de Gobernación para que proceda a la conformación de la comisión especial de búsqueda(Correo Ilustrado, 15 de julio de 2014). Coordinada por la organización Hasta Encontrarlos, conformada principalmente por los familiares de Gabriel y Edmundo, la comisión civil ha desarrollado múltiples tareas, que incluyen conferencias de prensa, mesas redondas sobre el caso, giras nacionales y reuniones con el actual presidente de la Suprema Corte de Justicia, el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el grupo de trabajo de la ONU sobre desapariciones forzadas, sin que hasta la fecha se haya logrado avanzar un ápice en la investigación. Mientras tanto, México es uno de los países con mayor número de desapariciones forzadas en el mundo. El segundo más letal después de Siria.
¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!
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