En el contexto de un encuentro con la Asociación
de Instituciones Electorales de las Entidades Federativas, la
magistrada presidenta de la sala superior del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación (TEPJF), Janine Otálora, advirtió ayer
que es probable que los comicios del domingo próximo (estatales en
Coahuila, estado de México y Nayarit, así como municipales en Veracruz)
se salden por la vía judicial, porque
van a ser muy competidos; aseguró que el organismo que encabeza está
blindado ante todo tipo de presiónprocedente de
cualquier partido políticoy
actor político; ofreció que los integrantes del cuerpo colegiado que preside
tomarán sus decisiones con un total apego al orden constitucionaly advirtió que la misión de esa Corte es garantizar
que los ciudadanos puedan votar el domingoy hacer valer el sentido del sufragio.
Ciertamente, ante la incertidumbre de lo que ocurra en los cuatro
procesos comiciales y, particularmente, ante el crispado ambiente
electoral que caracteriza al estado de México, el país requiere de
instancias judiciales sólidas, confiables e imparciales, capaces de dar
transparencia, fiabilidad y certeza a los resultados, de corregir y
sancionar irregularidades y de asegurar que sea el veredicto ciudadano
el único factor de integración de las nuevas autoridades.
Por desgracia, el TEPJF carga con un déficit de credibilidad desde
las elecciones federales de 2006, cuando se negó a disipar las sospechas
generadas por el comportamiento inusual del flujo de resultados
electorales mediante un recuento total de los sufragios. Por añadidura,
el tribunal electoral, presidido entonces por Leonel Castillo González,
emitió un fallo contradictorio e inconsistente, en el que reconocía la
existencia de irregularidades graves en el proceso electoral y, sin
embargo, daba por buenos los impugnados resultados oficiales que fueron
anunciados por el Instituto Federal Electoral, que encabezaba Luis
Carlos Ugalde.
Tras ese gravísimo descalabro que afectó al conjunto de la
institucionalidad democrática, provocó una fractura en la sociedad y
dejó a Felipe Calderón sin la legitimi-dad requerida para ejercer la
Presidencia; el tribunal electoral volvió a cometer una pifia trágica en
los comicios de 2012 cuando se negó a considerar las pruebas
presentadas por el Movimiento Progresista en torno a la masiva compra de
votos realizada por el PRI con instrumentos como tarjetas de débito
Monex y de las tiendas Soriana. Encabezado en esa ocasión por el
magistrado Alejandro Luna Ramos, el TEPJF dejó pasar la oportunidad de
limpiar la elección, esclarecer posibles delitos electorales y recuperar
la confianza perdida de la ciudadanía.
A la disfuncionalidad del organismo como impartidor de justicia
realmente imparcial en materia electoral se suma el enojo social por las
percepciones y prestaciones de los magistrados, tan desorbitadas y
excesivas como en el resto del Poder Judicial.
Los comicios del domingo próximo representan para la institución una
inestimable oportunidad de rehacer su maltrecha imagen y, sobre todo, de
corregir el arraigado vicio de la impunidad en materia de delitos
electorales. Del rigor, el profesionalismo y la independencia con que se
conduzcan en esta ocasión los magistrados del TEPJF dependerá en buena
medida que el país pueda avanzar a una elección presidencial y
legislativa confiable en 2018. Cabe esperar, pues, que la palabra
empeñada ayer por la magistrada Janine Otálora refleje un verdadero
compromiso con la democracia y la legalidad.
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