EEUU, México y el TLCAN
CELAG
El pasado 16 de
agosto dio inicio la renegociación del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN), suscrito entre Estados Unidos de América
(EEUU), México y Canadá el 17 de diciembre de 1992 y puesto en marcha el
1 de enero de 1994. Un proyecto de liberalización comercial que formaba
parte de la agenda común bipartidista apoyada tanto por gobiernos
demócratas como republicanos y que se presentó como la previa de la
Alianza de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Resulta crucial
comprender los alcances y limitaciones de esta renegociación, pues
podrían servir de “modelo” en materia de relaciones comerciales y de
inversión de EEUU hacia la región.
El TLCAN abrió una nueva
etapa en las relaciones de EEUU con América Latina y el Caribe (ALC) al
ser el primero de los múltiples tratados que la potencia del norte
firmaría en los años venideros con varios países latinoamericanos
(Chile, Perú, Colombia), en una estrategia de negociación bilateral que
se reproduciría ante las dificultades de concretar su estrategia de
expansión del libre comercio por la región de manera global y
multilateral. El punto culminante del fracaso de esta estrategia fue el
rechazo al Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), escenificado
en la IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata en 2005, propiciado
por el cambio en la correlación de fuerzas regional tras la llegada al
gobierno de opciones políticas que se proponían superar la agenda
neoliberal de los años ochenta y del Consenso de Washington posterior.
Tras más de dos décadas funcionando, el TLCAN, si bien ha beneficiado a
las grandes empresas en EEUU -especialmente a la industria automotriz-,
ha supuesto pérdidas para la clase trabajadora del país que ha visto
descender sus salarios en estos años [1] por culpa de la competencia con los trabajadores mexicanos, cuyos salarios se encuentran entre los más bajos del mundo.
Estos costos sociales fueron destacados en la última campaña electoral
tanto por el senador demócrata Bernie Sanders como por el republicano
Donald Trump. Un tema que no era nuevo ya que Barack Obama también había
planteado en su campaña de 2008 la renegociación del TLCAN. Trump, pese
a declararse defensor del libre comercio, presentó al TLCAN como
responsable de la pérdida de millones de empleos en EEUU. Una de sus
promesas de campaña fue la renegociación del tratado al que calificó
como “un desastre” y el “peor tratado”, sin descartar su abandono.
También amenazó con penalizar con un 35% de impuestos a las empresas
automotrices estadounidenses que produjeran parte de sus vehículos en
nuevas plantas de México [2]
(aunque una vez en el poder se comprometió con estas mismas empresas a
revisar los estándares de calidad aprobados por Obama que habían sido
denunciados por el sector como “demasiado exigentes”).
La idea
de encontrar un nuevo acuerdo que beneficie a los intereses
estadounidenses, reduciendo su déficit con los países de intercambio,
mejorando su posición en el mercado y mitigando los costos, es la que
está detrás de la renegociación el TLCAN. México y Canadá se han sumado a
la renegociación con la misma intención de mejorar su posición en el
acuerdo.
La renegociación desde la perspectiva estadounidense
El 18 de mayo de 2017 el presidente Trump anunció al Congreso de EEUU
su voluntad de iniciar un proceso de renegociación del TLCAN para
obtener “resultados oportunos y sustantivos para los trabajadores,
agricultores, ganaderos y empresas de Estados Unidos”. [3]
Para ello, abrió un periodo de consultas con el Congreso, sectores
sociales, empresariales, etc. El resultado de estas aportaciones se
concentró en un documento, Summary of Objectives for the NAFTA renegotiation, [4]
donde se establecen los temas que EEUU quiere modificar. Estos son, de
manera resumida: comercio de bienes (industriales y agrícolas); medidas
sanitarias y fitosanitarias; aduanas, facilitación del comercio y reglas
de origen; obstáculos técnicos al comercio; buenas prácticas
regulatorias; comercio de servicios, incluyendo telecomunicaciones y
servicios financieros; comercio digital de bienes y servicios, y flujos
de datos transfronterizos; inversión; propiedad intelectual;
transparencia; empresas estatales y bajo control; políticas de
competencia; trabajo; medio ambiente; anticorrupción; soluciones
comerciales (propuesta de eliminación del capítulo 19 que establece la
solución de controversias en el TLCAN); contrataciones gubernamentales;
pequeñas y medianas empresas; energía; solución de controversias;
provisiones generales; moneda. Como se puede apreciar, el listado de
temas, que a su vez se desglosan en múltiples puntos, es extenso y
podría suponer modificaciones sustanciales al acuerdo.
El
argumento constante del presidente Trump es que EEUU está perdiendo con
el TLCAN pero la realidad no ha sido así, como ejemplifica la resolución
de la disputa por el azúcar entre EEUU y México. [5] Algunos analistas consideran, además, que el TLCAN ha permitido a EEUU competir con la industria china en el sector automotriz, [6]
entre otras ventajas que los empresarios de EEUU han obtenido por la
firma del TLCAN. En relación a la pérdida de empleos, hay estudios que
estiman que ésta ha sido incluso mayor en el campo mexicano, con cerca
de 1 millón de empleos destruidos, [7] lo que ha provocado el aumento de flujos migratorios hacia EEUU.
El proteccionismo de Trump no es nuevo en la historia de EEUU. Pese a
la defensa del libre mercado, este país ha aplicado una política
altamente proteccionista de su economía frente a terceros actores a la
vez que les exigía apertura comercial. Lo que cambia ahora es el
discurso y el enfoque táctico pero la estrategia última de búsqueda de
la primacía de EEUU en el mercado global se mantiene.
La
voluntad de renegociación estadounidense responde a las promesas de
campaña de Donald Trump pero, como se ha observado ya con su cambio de
postura con el sector automotriz, habrá que ver si el presidente cuenta
con el respaldo suficiente para poder lograr un nuevo acuerdo que
satisfaga a distintos sectores sociales con intereses contrapuestos.
La renegociación desde la perspectiva mexicana
El Gobierno de México ha presentado la renegociación del TLCAN como “la
oportunidad de ampliar su éxito, enfrentar los desafíos actuales y
adecuar nuestro modelo de integración para aprovechar las oportunidades
que ofrece la economía del siglo XXI”. [8]
Su visión sobre el impacto del TLCAN en la economía mexicana es
positiva, considera que de lo que se trata ahora es de aprovechar la
oportunidad de la renegociación para “extender los beneficios del libre
comercio al interior de nuestra sociedad”, punto que habida cuenta de
los impactos sociales del TLCAN, [9] sería cuestionable.
Antes de la negociación tripartita, México realizó asimismo consultas
públicas a distintos sectores sociales, que se celebraron del 1 de
febrero al 27 de julio de 2017, además del diálogo con los productores a
través del Consejo Consultivo Estratégico de Negociaciones
Internacionales (CCENI). Basándose en las sugerencias, el Gobierno
mexicano ha establecido cuatro puntos de prioridades:
1.
Fortalecer la competitividad de América del Norte (México plantea el
acceso preferencial para sus bienes y servicios, así como la eliminación
de barreras al libre comercio en sectores como el agropecuario
–recordemos que EEUU tiene una de las agriculturas más subsidiadas y
protegidas del mundo-);
2. Avanzar hacia un comercio regional
inclusivo y responsable (participación de pequeñas y medianas empresas,
inclusión de materias laborales, medio ambiente y género);
3.
Aprovechar las oportunidades de la economía del siglo XXI (entre otros
temas, búsqueda de “oportunidades de inversión y asociación, que
permitirán fortalecer la integración y seguridad energéticas de América
del Norte”, lo que se puede leer como adaptación a la liberalización del
mercado energético mexicano);
4. Promover la certidumbre del
comercio y las inversiones en América del Norte (modernización de los
mecanismos de solución de controversias).
Frente al
planteamiento de algunos periodistas, que apuntaban a que las
prioridades de México en las negociaciones eran muy vagas, a diferencia
de lo pormenorizado del documento estadounidense, el Secretario de
Economía, Ildefonso Guajardo, argumentaba que la falta de detalle se
debía al intento de evitar anticipar la estrategia mexicana pues, de lo
contrario, “estoy creando los anticuerpos que van a impedir que la
logre”. [10] Como se
puede apreciar, México va a negociar a la defensiva, esperando conocer
antes las propuestas de las otras partes y su disposición a ceder para
ver qué puede obtener. No obstante, el Gobierno de México ha establecido
puntos no negociables: “No se aceptará ningún punto de la política de
aranceles que restrinja el comercio”; “No podemos aceptar que se
reintroduzcan niveles de protección, tarifas o cuotas administrables”. [11]
La aceptación del Gobierno de Peña Nieto de renovar el TLCAN siguiendo
la agenda negociadora de EEUU no se puede explicar sin la posición de
alta vulnerabilidad y dependencia en la que se encuentra México respecto
a EEUU, a donde van a parar casi el 80% de sus exportaciones a través
del TLCAN. Pero también conecta con la profundización de la agenda
neoliberal que ha desplegado este gobierno a través del Pacto por
México, que engloba las reformas que desregulan sectores clave de la
economía, como el energético. De hecho, la idea de “blindar” la reforma
energética incluyéndola en el TLCAN, ante posibles cambios por una
eventual alternancia gubernamental, ha sido planteada por algunos
analistas. [12]
Aunque el Gobierno de México finaliza su declaración asegurando que “El TLCAN es un pilar del crecimiento económico de México”, [13]
son varias las voces que han alertado sobre las limitaciones del TLCAN
para aumentar la productividad y competitividad de la economía, la
generación de déficits comerciales para México y su impacto negativo en
el crecimiento económico del país, el cual ha crecido aproximadamente 2%
anual en los últimos veinte años, [14] a lo que se suman otros problemas. [15]
¿Renegociación o abandono?
A pesar de que las negociaciones están en curso, en su último discurso
en Arizona el 22 de agosto, Donald Trump volvió a sugerir que podría
poner fin a la participación de EEUU en el TLCAN ante la imposibilidad
de llegar a un acuerdo [16]
-que fuera satisfactorio para EEUU-. No se descarta que este escenario
pueda concretarse, máxime con los niveles de impulsividad y volatilidad
con los que opera el nuevo presidente de los EEUU, aunque demoraría seis
meses en hacerse efectivo desde su eventual anuncio, siguiendo el
artículo 2205 del tratado.
Sin embargo, está decisión podría
confrontar aún más a Trump con el Congreso, que seguramente no aprobaría
la decisión del presidente. Tampoco las empresas automotrices
estadounidenses que operan en México, entre otros sectores
empresariales. A diferencia del Acuerdo Transpacífico de Cooperación
Económica (TPP) que fue abandonado por el Gobierno de EEUU antes de que
hubiera entrado en vigor, el TLCAN es un acuerdo que lleva décadas
funcionando para beneficio de un sector relevante -y poderoso- de la
economía del país que moverá todos sus hilos para no perder sus
ventajas.
Salvo cambios de último momento, está previsto que la
segunda ronda de negociaciones se celebre en México del 1 al 5 de
septiembre, para proseguir a finales de ese mes en Canadá y en EEUU en
octubre. Tras la firma de un pacto de confidencialidad entre los tres
países, las negociaciones pasan a un nivel de secretismo que durará
cuatro años. También en el caso del abandonado y cuestionado TPP, EEUU
impuso un acuerdo similar. [17]
Esta iniciativa seguramente está encaminada a evitar el posible rechazo
que algunos puntos pudieran provocar entre los ciudadanos de los tres
países.
En los meses por venir no sólo se definirá el futuro del
tratado y el de muchos trabajadores estadounidenses, mexicanos y
canadienses, sino que -si el pacto de confidencialidad lo permite-
tendremos más elementos para analizar la estrategia de relaciones
comerciales y de inversión planteada por la administración Trump para
ALC.
Artículo publicado en: http://www.celag.org/eeuu- mexico-tlcan-renegociacion-al- gusto-estadounidense/
Notas:
[1] https://www.nytimes.com/ roomfordebate/2013/11/24/what- weve-learned-from-nafta/nafta- lowered-wages-as-it-was- supposed-to-do
[3] https://ustr.gov/about-us/ policy-offices/press-office/ press-releases/2017/july/ustr- releases-nafta-negotiating
[4] https://ustr.gov/about-us/ policy-offices/press-office/ press-releases/2017/july/ustr- releases-nafta-negotiating
[8] https://www.gob.mx/se/ articulos/prioridades-de- mexico-en-las-negociaciones- para-la-modernizacion-del- tratado-de-libre-comercio-de- america-del-norte?idiom=es
[13] https://www.gob.mx/se/ articulos/prioridades-de- mexico-en-las-negociaciones- para-la-modernizacion-del- tratado-de-libre-comercio-de- america-del-norte?idiom=es
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