El ex titular de la Agencia de
Investigación Criminal (AIC) de la Procuraduría General de la República
(PGR) y actual secretario técnico del Consejo Nacional de Seguridad
(CNS), Tomás Zerón de Lucio, afirmó ayer que no existen indicios que
modifiquen la llamada
verdad históricasobre la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, la noche del 26 de septiembre de 2014, a las afueras de Iguala, Guerrero. De acuerdo con Zerón, las más de 800 búsquedas realizadas en el caso no han aportado ningún elemento que contradiga el relato según el cual los normalistas fueron levantados por elementos del crimen organizado, asesinados en incinerados entre esa misma noche y la madrugada siguiente en un basurero del municipio de Cocula.
Por otra parte, no es la primera vez que el funcionario sostiene la
inamovilidad de la investigación de la cual es corresponsable por su
labor al frente de la AIC. En abril de este año, al ser entrevistado
manifestó que avala
al 100 por cientola versión presentada por el ex procurador Jesús Murillo Karam y que ésta
no va a cambiar en nada, hagamos lo que hagamos sobre ese tema. La investigación va a seguir exactamente igual.
Ante el hecho de que el propio Zerón de Lucio tiene un expediente
abierto en el órgano de control interno de la PGR por las diligencias
irregulares durante las cuales contaminó la escena en la que
presuntamente fueron incinerados los estudiantes, no cabe calificar sus
declaraciones, sino como una expresión del más grosero cinismo y una
nueva escalada en el historial de agravios contra las víctimas y sus
familiares que, comenzando por la negativa inicial a conocer del caso,
ha supuesto el manejo gubernamental del más emblemático evento de
desaparición forzada ocurrido en la historia reciente de nuestro país.
Es también de una insolencia inaceptable sostener que no
existen indicios para modificar la versión oficial cuando ésta se
encuentra por completo desacreditada por un cúmulo de evidencias, entre
las cuales las más demoledoras son la mencionada participación de Zerón
en diligencias no autorizadas, documentada por el Grupo
Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y hasta ahora no desmentida por la
PGR; el reconocimiento por directivos de la misma procuraduría de que su
línea de investigación se desprende de testimonios obtenidos bajo
tortura, y la imposibilidad física de que los estudiantes fueran
incinerados en Cocula, demostrada de manera fehaciente por especialistas
nacionales y extranjeros.
Si los padres de los normalistas desaparecidos, su entorno social de apoyo y
vastos
sectores ciudadanos ya percibían como una burla la continuidad de Tomás
Zerón de Lucio en puestos clave de la administración federal, su
ligereza declarativa constituye la demolición del más elemental decoro
institucional, y genera dudas aún mayores sobre el compromiso de las
autoridades con el esclarecimiento de esta tragedia, que cumplirá ya
tres años sin respuesta.
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