9/04/2017

Ética en el servicio público y combate a la corrupción



Armando Hernández Cruz*
La Jornada 
Es para muchos claro que la corrupción es, si no el mayor, uno de los principales y más antiguos problemas que sufre nuestro país. En el informe de Latinobarómetro 2016 se posiciona a la corrupción como el tercer lugar de los problemas principales de esta nación, de acuerdo con las y los mexicanos.
Aunque hay materias, principalmente en derechos humanos, en las que hemos dado pasos favorables y de trascendencia, en asuntos de corrupción, a pesar de las reformas, no se han logrado cambios significativos.
En el estudio mencionado se muestra que uno de cada cuatro entrevistados en México tiene conocimiento de al menos un acto de esa índole dentro del año previo a su entrevista.
La corrupción no solamente es un problema para la opinión pública mexicana, existen datos duros que muestran a este país como uno de los que enfrentan más descomposición.
Según el Foro Económico Mundial, México ocupa la decimotercera posición de las naciones más corruptas del mundo y el primero excluyendo a las naciones menos industrializadas.
Para solucionarlo, el primer punto que debemos tener claro es que la corrupción no debe ser tolerada, cuestión que suena natural; sin embargo, no es universalmente aceptada, pues, co- mo muestra el informe mencionado, 36 por ciento de las y los mexicanos está de acuerdo en pagar el precio de la corrupción si se resuelven otros problemas nacionales.
Por lo anterior, se debe abordar esa práctica desde una aproximación ética, la cual es la rama filosófica que estudia la moral y la manera de juzgar la conducta humana.
En otras palabras, estudia el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto de las nuestras conductas. Por lo tanto, la actuación pública, como conducta huma- na, puede ser sujeta al juicio de valor ético, cuando se realiza o se aparta del actuar de los valores positivos cultivados en una sociedad.
La corrupción es un fenómeno social que no es solamente propio de los gobierno o de los servidores públicos, sino que, por desgracia, también afecta al sector privado de la sociedad. Como sabemos, cuando hay un servidor público deshonesto suele haber un empresario u otro particular cómplice.
Las experiencias de gobierno nos demuestran que el fenómeno de la corrupción forma parte del ideario colectivo, del hábito social del mexicano, construido sobre la base de antivalores muy arraigados, por distintas razones, incluso históricas.
La verdad incómoda podría ser que en México no existe en sí una clase política corrupta, sino una sociedad con esa condición representada en su clase política.
Como los servidores públicos suelen provenir del mismo contexto social se repiten antivalores como el de la corrupción. En nuestro actual sistema político-económico se ha dado un gran valor al dinero y su concentración en muy pocas manos, por lo que se explica que se utilicen medios antiéticos para llegar a él, pero estas y otras posibles explicaciones no justifican la corrupción.
Lo que requerimos es un cambio social en nuestro sistema de valores, tanto en la esfera pública como en la privada.
Debemos tener claro que la corrupción es un problema que nos afecta a todos y no es justificable aun si soluciona otros dificultades, sino que es una de las principales causas de otros conflictos, entre ellos la inseguridad y el mal funcionamiento de los servicios públicos, entre muchos otros.
Las y los ciudadanos debemos tener la cultura cívica de denunciar el tráfico de influencias, el soborno, el peculado, el uso de bienes públicos para fines privados y las demás modalidades de las que se reviste la corrupción de los servidores públicos. Sin embargo es más importante, como miembros de la ciudadanía mexicana, que incluye a las y los servidores públicos, tener una cultura cívica y no participar, en manera alguna, en el problema sistemático de la corrupción.
Flor de loto: Ciudadanos necios que acusáis a su clase política sin razón, sin ver q
ue sois la ocasión de lo mismo que culpáis. Si con ansia sin igual fomentáis su corrupción, ¿por qué queréis que obren bien, si los incitáis al mal?
*Magistrado presidente del Tribunal Electoral de la Ciudad de México

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