La Jornada
La industria de
transgénicos no quiere que los tribunales de México escuchen a expertos
independientes: quedaría claro que el maíz transgénico es una amenaza
grave a la biodiversidad y la salud, que no se necesita para producir ni
para comer, que solo es un negocio, que ni siquiera es nacional.
La defensa del maíz en México tiene horizonte perpetuo, dice Ramón
Vera en Ojarasca. Cada día se reinventa y vuelve a germinar de muchas
maneras, porque el maíz está profundamente entretejido en la vida de los
pueblos,
por ser el cultivo-corazón de la civilización mesoamericana milenaria, y justamente, porque no lo ven como producto agrícola comercial o materia prima para las industrias. (http://tinyurl.com/y8tt4fj7)
Tiene profundo significado para toda la población, porque el maíz es
parte de la identidad nacional, es alimento y elemento principal, en
cientos de preparaciones culinarias y otros usos. Además de ser el
centro de origen del cultivo, México es el país del mundo donde se
consume más maíz como alimento. Por ello, las pruebas empresariales de
supuesta
inocuidaddel transgénico, no aplican en México, porque nadie consume tanto maíz durante toda la vida.
Todo es parte del contexto de que varios jueces han reafirmado, por
cuatro años, la suspensión de siembra de maíz transgénico, en respuesta a
la demanda colectiva de 53 personas y 20 organizaciones civiles, contra
Monsanto, Syngenta, Dow y DuPont, y las secretarías de agricultura
(Sagarpa) y medio ambiente (Sagarpa). Han debido enfrentar 112
impugnaciones del gobierno y las trasnacionales, incluyendo 26 juicios
de amparo en 17 tribunales federales.
En marzo de 2016, el magistrado Benjamín Soto Sánchez, titular del
segundo tribunal federal unitario en materia civil, dictó una sentencia
que sigue vigente, manteniendo la suspensión de siembra comercial de
maíz transgénico, aunque abrió la siembra experimental, bajo vigilancia
judicial y de científicos que acompañan la demanda. Sagarpa no ha
procesado nuevas solicitudes de maíz transgénico, a la espera de la
resolución de cuatro juicios de amparo promovidos por la industria
trasnacional contra las medidas de suspensión y vigilancia.
Entre sus argumentos, las transnacionales afirman que México necesita
importar una tercera parte de su consumo de maíz, importaciones que son
de maíz transgénico, y por tanto ganaría, aumentando la producción, si
lo siembra en el país. Es un argumento muy usado, pero falso.
La propia Sagarpa admitió en tribunales que el maíz transgénico no
incrementa la producción. Más tarde, Sagarpa informó que de 2012 a 2016,
México aumentó en 12,7 % su producción de maíz (sin usar transgénicos
logró un porcentaje de aumento mayor que Estados Unidos en igual
período). En 2016, México tuvo una producción total de 25,7 millones de
toneladas de maíz, de los cuales 12,3 millones se vendieron para consumo
humano, 4,2 millones para autoconsumo, 4,4 millones para el sector
pecuario y 1.5 millones para exportación. No sólo cubrió el doble del
mercado de consumo interno, además ¡exportó maíz! (http://tinyurl.com/y6utf2ja)
Como explica la doctora Ana de Ita de Ceccam, México importa
más de 10 millones de toneladas anuales de maíz desde Estados Unidos,
pero no para consumo humano, sino para forraje de pollos y cerdos en
cría industrial, un negocio principalmente de transnacionales asociadas a
las empresas de transgénicos, que además de controlar el mercado de
importación, han ido sustituyendo a las empresas nacionales pecuarias y a
los forrajes diversos que se producían en México. (http://tinyurl.com/yadtqfku)
El doctor Antonio Turrent ha mostrado que México tiene la capacidad de
producir todo el volumen de maíz consumido e importado actualmente, con
semillas propias y de institutos públicos del país y políticas que no
generan dependencia de trasnacionales. (http://tinyurl.com/y76lze58)
Las trasnacionales piden ahora a los tribunales que revoquen la
suspensión y que además rechacen la propuesta de la colectividad para
que peritos expliquen las afectaciones que provocará la siembra de
transgénicos. Insisten en que el juez no escuche argumentos de expertos
independientes, por la debilidad de los suyos propios. Para
justificarlo, alegan que la decisión es técnica y que la debe tomar
Sagarpa, caso por caso, ya que el juez no tiene elementos para decidir.
Intentan así ocultar que la sentencia de Soto Sánchez ya resolvió que
el juicio de acción colectiva es idóneo para determinar los daños que
podría provocar el maíz transgénico y que consideró que la suspensión se
debía mantener porque
sin las mejores oportunidades que permite un juiciose menoscaba el derecho de las partes a presentar todos sus argumentos, por ejemplo, peritos y otras pruebas.
La consideración caso por caso, no tiene en cuenta el impacto sumado y
en el tiempo, sobre México por ser centro de origen; otro de los
argumentos centrales que afirmó esa misma sentencia. Además, Sagarpa fue
demandada precisamente por no cumplir su función pública y en el
proceso ha actuado junto y a favor de las trasnacionales.
Ningún juez puede ser experto en todos los temas surgidos en las
demandas que debe juzgar, pero tiene la plena facultad de recabar
exhaustivamente pruebas, peritajes y documentos, para poder como
representante del interés público, formarse una clara opinió
n
de lo que es necesario atender. Más aún en este tema, que lejos de ser
un tema técnico, está en juego el corazón de los pueblos del maíz.
*Investigadora de Grupo ETC
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