Potencia mundial con sus reformas o fracaso con vuelta al pasado, avizora mandatario el futuro.
El presidente Enrique Peña Nieto dijo que México
vive una disyuntiva: explotar las bases que coloca su administración
para convertirse en una potencia del siglo XXI o ceder a un modelo del
pasado que ya ha fracasado.
Durante su quinto informe de gobierno dijo que “hace años que México no se encontraba en una encrucijada tan decisiva y determinante”.
Sin nombrar a Andrés Manuel López Obrador dijo que
representa la opción del pasado: “El pasado es conocido, y por eso
sabemos qué queremos o qué debemos evitar. Los mexicanos tenemos que
mantener el compromiso con nuestro propio futuro”.
El presidente dirigió un discurso a cerca de mil 200 invitados especiales en un auditorio habilitado dentro de Palacio Nacional
donde se controló todo: máxima seguridad, acomodo estratégico de las
cámaras e invitados y un ambiente muy frío con el aire acondicionado.
Sin ser una fecha oficial o un evento regulado para la rendición de
cuentas, al presidium asistieron representantes de la Suprema Corte de
Justicia de la Nacional, Cámara de Diputados y Senado de la República.
El presidium lo completaron los gobernadores y el gabinete presidencial.
El presidente Enrique Peña dio un discurso de una hora y siete minutos como una locomotora: ágil como es en el teleprompter, leyó los éxitos de su administración sin detenerse ni a tomar agua.
Fue detenido en algunas ocasiones por los aplausos de sus invitados;
el aplauso más espontáneo fue cuando habló sobre la relación con el
gobierno de Donald Trump.
“Lo he dicho y lo reitero: no aceptaremos nada que vaya en contra de nuestra dignidad como Nación”.
En materia de seguridad, dijo que entre 2012 y 2015 se redujo la tasa
de homicidios, pero reconoció que el resultado ya se revirtió.
El Presidente responsabilizó de la crisis de seguridad a los
gobiernos estatales y municipales: “Hoy, una parte significativa de los
homicidios no está relacionada con el crimen organizado, sino con
delitos del fuero común, aquellos que son responsabilidad de los estados
y municipios”.
Dijo que de 2014 a 2016, 2 millones de personas dejaron de vivir en
situación de pobreza extrema y sostuvo que este mal podría erradicarse
en menos de una década si “continuamos con este ritmo”.
El escenario habilitado en Palacio Nacional se dividió en ocho zonas numeradas.
La más importante era la número dos, justo enfrente del podio
presidencial, donde estaba la familia del presidente, pero también los
principales generales priistas: el senador Emilio Gamboa,
Enrique Ochoa Reza, César Camacho Quiroz… y en segunda fila, empresarios
como Carlos Slim, Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego.
A las 13 horas con 18 minutos terminó el discurso que careció de
cualquier tipo de improvisación, interacción con otro poder o contraste
de los datos expuestos, en un ambiente frío donde la única persona que
sudaba era el Presidente.
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