El 29 de agosto, horas después de llegar a esta ciudad en
un viaje de dos días –acompañado por Ildefonso Guajardo, titular de
Economía–, donde celebró reuniones de trabajo en el Departamento de
Estado y la Casa Blanca, el canciller Luis Videgaray Caso tuvo una cita
ineludible en un lugar blindado contra las filtraciones y la mirada de
los medios de comunicación.
Al día siguiente, el diario Reforma publicó en la columna “Templo
Mayor”: “En medio de su apretadísima agenda en Washington, el canciller
Luis Videgaray se dio tiempo para estar de las 19:00 horas a las 21:00
horas en el exclusivísimo The Metropolitan Club. Dado que al lugar sólo
se accede con membresía o acompañado de un socio, todo mundo se pregunta
quién le abrió las puertas al funcionario mexicano. Pero sobre todo,
con quién se reunió todo ese tiempo, en la víspera de su intensa jornada
de cabildeos en la capital norteamericana”.
El encargado de la política exterior del gobierno de Enrique Peña
Nieto acudió al Metropolitan Club a ver a Robert Lighthizer, cabeza del
equipo que, a nombre del presidente de Estados Unidos, Donald Trump,
renegocia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con
Canadá y con México.
“¡Salieron chispas! Fue un pleito lo que hubo en ese club entre el
canciller y Lighthizer”, dice al corresponsal de Proceso un alto
funcionario de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), vía
telefónica desde la Ciudad de México.
Videgaray Caso fue al Metropolitan Club con una encomienda, según el
recuento proporcionado a este semanario: Que México se retiraría de la
mesa de renegociaciones del TLCAN si no le aclaraba cuál era la
verdadera posición de Estados Unidos, más allá de los amagos de Trump de
retirarse del acuerdo tripartita.
En el exclusivo recinto ubicado en el 1700 de la calle H en la
capital estadunidense, a una cuadra de la Casa Blanca, Lighthizer, el
representante comercial de la Casa Blanca, no esperaba recibir a un
Videgaray envalentonado y desafiante.
“Se sorprendió de que el gobierno de México le pusiera todas las
cartas sobre la mesa y una especie de ultimátum”, relata el funcionario
de la SRE, quien por temor a represalias pide omitir su nombre y el
puesto que ocupa.
Anuncios confusos
El 28 de agosto en conferencia de prensa en la Casa Blanca junto al
presidente de Finlandia, Sauli Niihisto, Trump habló por primera vez de
echar a andar el proceso con el cual sacaría a los Estados Unidos del
TLCAN, lo que sacudió a los mercados bursátiles e hizo perder al peso 25
centavos frente al dólar.
“Creo que por lo menos debemos iniciar el proceso de terminación
antes de que logremos un acuerdo justo”, soltó Trump en referencia al
TLCAN durante la conferencia de prensa.
Un día antes, en su cuenta de Twitter, donde suele anunciar decretos,
el polémico presidente estadunidense escribió: “Estamos en el proceso
de renegociaciones del TLCAN (el peor en la historia) con México y
Canadá, ambos países se han puesto muy difíciles, ¿tendremos que
terminarlo?”
La pregunta con la que termina el tuit de Trump iba dirigida a la
base electoral conservadora y blanca que lo ayudó a ganar la Presidencia
apenas con 34% del voto en los comicios de noviembre de 2016.
En el gobierno de Peña Nieto preocupó el mensaje de Trump en Twitter y
luego en la conferencia de prensa con el mandatario finlandés.
El pasado 23 de enero, tres días después de asumir la Presidencia,
Trump anunció el retiro de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de
Cooperación Económica: el 2 de junio notificó a sus ciudadanos y al
mundo que su país se salía del Acuerdo de París. Y aun cuando ambos
hechos fueron promesas de campaña electoral, muchos pensaron que no
pasarían de eso.
La anulación del TLCAN por parte de Estados Unidos fue otro de los
compromisos del entonces candidato republicano a su base electoral. De
ahí el nerviosismo en Los Pinos que Videgaray metamorfoseó en valentía
ante Lighthizer.
“No tiene caso seguir negociando si el presidente Trump lo
desautoriza como negociador”, le dijo Videgaray a su interlocutor, según
el funcionario entrevistado por este corresponsal.
Basado en el informe que Videgaray entregó a Peña Nieto en Los Pinos,
así como a un selecto grupo de funcionarios de la cancillería, el
entrevistado comenta que “Lighthizer se enfureció cuando Videgaray le
planteó el desafío de México. El representante comercial (de Trump)
nunca imaginó que el canciller le marcaría los límites que México tiene
para la fase de renegociación”.
El 30 de agosto, mientras Videgaray y Guajardo se reunían en la Casa
Blanca con Jared Kushner, asesor especial y yerno del presidente Trump, y
con el general H. R. McMaster, jefe del Consejo de Seguridad Nacional,
en una gira de trabajo por Missouri, el mandatario estadunidense volvió a
amenazar con dar el banderazo para el retiro del TLCAN y dejar con un
palmo de narices al gobierno mexicano, el país anfitrión en la segunda
ronda de renegociaciones del acuerdo comercial norteamericano.
“Lighthizer le dio garantías al canciller de que las fases de
renegociación podrían continuar. No habría sorpresas de que en medio de
éstas el presidente Trump notificara al Capitolio la salida del TLCAN.
Lo creas o no, había el riesgo de parar las pláticas en la Ciudad de
México”, comenta el funcionario.
Y los encuentros continúan
La sesión en The Metropolitan Club, como lo reportó Reforma, duró dos
horas, lapso en que aparentemente se amarró un compromiso verbal entre
Lighthizer y Videgaray.
Trump no necesita la autorización de nadie para sacar a su país del
TLCAN. Las leyes comerciales estadunidenses le dan la prerrogativa de
enviar al Capitolio una notificación a la Cámara de Representantes y a
la de Senadores para anular el acuerdo comercial.
De hacerlo, el Congreso federal tendría seis meses para atender la
petición que requiere debates y votaciones en subcomités, comités y,
finalmente, en los plenos de las dos cámaras.
Trump mantiene su compromiso sin medir los impactos que sufrirían los
sectores económicos de su nación ante una eventual salida de Estados
Unidos del TLCAN. Él insiste en que, si el resultado de las
renegociaciones no le satisface, dará por terminado el acuerdo.
¿Para qué, entonces, seguir con las fases de renegociación si al
final no podrían servir para controlar los impulsos electoreros del
presidente Trump?, se preguntan expertos y funcionarios de los gobiernos
de Canadá y de México.
El 29 de agosto, antes de volver a la Ciudad de México para preparar
las 26 mesas de la segunda fase de renegociación con Canadá y Estados
Unidos, que se inició el viernes 1 y terminará el martes 5, Videgaray
explotó ante las amenazas de Trump.
Al concluir la reunión con Rex Tillerson, el secretario de Estado del
gobierno de Trump, se le preguntó al canciller si México permanecería
en la mesa de las renegociaciones si el mandatario estadunidense
iniciaba el proceso de terminación del acuerdo trilateral.
“No –respondió–. Creemos que la negociación tiene ya un proceso. Ya
estamos en una renegociación que, por supuesto, nos tomamos muy en
serio. Es una renegociación constructiva y creemos que no sería la ruta
correcta o una ruta viable dar por terminado el tratado.”
La tercera ronda en torno al TLCAN está programada para finales de
septiembre en Canadá; la cuarta será en Washington en octubre. Quizás
haya otras que se realizarán cada dos o tres semanas hasta concluir
2017.
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