Ciudadanas pueden y deben ser mandatarias
En América Latina siete mujeres han sido presidentas y si bien es
importante la presencia femenina en cargos ejecutivos de alto nivel para
transmitir la idea de que ellas pueden gobernar, también hay que tomar
en cuenta que no reflejan a la mayoría de las mujeres que hacen política
en un país.
En opinión de la profesora-investigadora de la Escuela de Política y
Gobierno de la Universidad Nacional de San Martín, en Argentina,
Mariana Caminotti, tener presidentas es un fenómeno interesante porque
se trata de personas con trayectorias excepcionales que trasmiten un
mensaje: que las ciudadanas pueden y deben ser mandatarias.
En América Latina, Nicaragua (1990), Panamá (1999), Guyana (1997),
Chile (2006 y 2014), Argentina (2007), Costa Rica (2010) y Brasil (2010)
han sido gobernados por mujeres; y en el Caribe Haití, Guyana,
Bahamas, Dominica, Antillas Neerlandesas, Jamaica y Trinidad y Tobago,
han tenido presidentas o primeras ministras.
Sin embargo, la también autora de investigaciones como “Las
legisladoras. Cupos de género y política en Argentina y Brasil” destacó
en entrevista que las presidentas no son representativas de la situación
general, es decir, se convierten en símbolos pero advierte que hay que
mirar más allá porque el país que gobiernan no necesariamente tiene
igualdad de género.
En la región, Michelle Bachelet de Chile (actualmente presidenta de
su país por segunda ocasión); Cristina Fernández de Argentina; Dilma
Rousseff de Brasil (destituida antes de terminar su mandato); y Laura
Chinchilla de Costa Rica, son mandatarias cuestionadas por su desempeño,
incluso odiadas por parte de la población.
A decir de Caminotti hay que tomar en cuenta que la presencia
femenina en este cargo de alto nivel se enfrenta con contextos
particulares y aunque tienen una trayectoria excepcional “no reflejan la
trayectoria de las mujeres que hacen política en el país”, expuso.
Por ejemplo, Bachelet gobierna Chile, un país con un Congreso
masculinizado, con dificultades para avalar normas relacionadas con los
derechos de las mujeres, tanto que apenas hace dos años, en 2015, se
aprobó una ley de cuotas que impone que las agrupaciones políticas
tengan 40 por ciento de mujeres candidatas mientras otros países ya
transitaron a la paridad (50-50).
En México cinco mujeres han competido por la Presidencia de la
República: Rosario Ibarra de Piedra, Cecilia Soto González, Marcela
Lombardo, Patricia Mercado y Josefina Vázquez Mota, sin embargo ninguna
ha sido electa.
MUJERES NO PARTICIPAN
Uno de los argumentos de las agrupaciones políticas para tratar de
evadir su obligación de reservar lugares para que las mujeres sean
candidatas a cargos de elección es que ellas no quieren participar. Al
respecto, la investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas, dice que hay una parte de verdad en esta
afirmación.
“Mi primer trabajo de investigación fuera de Argentina fue en
Brasil. Los actores políticos decían: no hay mujeres, de dónde las
sacamos, no quieren ser candidatas. Y entendí que es cierto, que no
querían ser candidatas y que era muy racional que no quisieran”.
Una de las causas, explicó Caminotti, es que en Brasil las listas
son abiertas. Es decir, el partido presenta una nómina de candidatos
pero el votante elige sólo uno. No elige a las personas anotadas en toda
la papeleta. “Entonces, el éxito electoral depende de cómo hagas tu
campaña, del dinero que puedas invertir en tu campaña y del tiempo que
le puedas dedicar”.
En este caso, las mujeres deben tener tiempo y recursos económicos
para aventurarse a incursionar en un proceso político intenso pero
además deben conocer el escenario de la competencia; pero otra causa
para no participar es tener un entorno partidario muy hostil donde sean
marginadas a partir de prácticas explicitas o implícitas.
A pesar de ello cada vez hay más mujeres en cargos de gobierno y
legislativos. Bolivia es el segundo país del mundo con más presencia de
mujeres en su Cámara de Diputados con 53 por ciento de mujeres y en
México la Cámara baja está conformada por 42.4 por ciento.
Aunque hay excepciones como Costa Rica donde la legislación
incluyente de la paridad no fue tan exitosa porque el sistema de
partidos se fragmentó y se crearon muchos partidos políticos que podían
conseguir pocos lugares en el parlamento, además en estos casos las
primeras posiciones, con probabilidades de triunfo, fueron encabezadas
por hombres.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Anayeli García Martínez Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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