Arturo Alcalde Justiniani
Amedida que se conoce
el contenido de la iniciativa de reforma a la Ley Federal del Trabajo,
presentada el 7 de diciembre de 2017 por dos senadores del PRI,
cumpliendo el encargo del gobierno federal, provoca mayor rechazo. Desde
diversos ámbitos del país se han generado severas críticas a la
iniciativa, debido a que no sólo es contraria a la reforma
constitucional del 24 de febrero de 2017, la cual supuestamente busca
reglamentar, sino que propone un nuevo modelo laboral que debilita la
estabilidad en el empleo, al favorecer el despido injustificado y una
profunda regresión a nivel de derechos individuales y colectivos, lo
cual provocará mayor encono social y pobreza. Además de lo anterior, se
diseña un procedimiento enredoso, contradictorio y lesivo para quienes
acudan a juicio, sean trabajadores o patrones.
Es común preguntarse sobre las razones por las cuales el ex
secretario de Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, avaló una iniciativa
semejante y con tantas deficiencias, mismas que como pocas veces han
logrado unificar a sus críticos, sean sirios o troyanos.
Se dice que el error –imperdonable– fue soltar la elaboración de la
iniciativa y dejarla en las manos de despachos de abogados, vinculados
al negocio de los contratos colectivos de protección y al outsourcing.
Por ello, gran parte de la iniciativa se convirtió en una trampa y
podría dar lugar a abusos inexplicables. El hecho es que ninguna voz se
ha manifestado a favor, con la salvedad de quienes consideran tener el
poder de convencer a la mayoría de los senadores, por la vía del lobby personal y encubierto.
Conviene escuchar algunas voces calificadas que se han expresado
frente a esta iniciativa. Patricia Kurcyn, académica y comisionada del
Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información y
Protección de Datos Personales, lo dice todo en pocas palabras:
¿Hubiera sido democrático que la iniciativa presentada ante los senadores el pasado 7 de diciembre, se conociera para su análisis en foros de abogados, entre los sindicatos de trabajadores, en la academia y no sólo en el sector patronal?
Y concluye “…ahora esperemos que los legisladores analicen
concienzudamente tal iniciativa y la rechacen, así habrán de evitar la
regresividad del derecho humano al trabajo”. El Economista, 14 de febrero de 2018.
Alfredo Sanchez Castañeda, investigador del Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM, señala: “La iniciativa de ley
secundaria de la reforma laboral –en análisis en el Senado– hace más
opaca aún la actuación de los gremios corporativos, pues entrega carta
de naturalización al sindicalismo de protección y hace casi imposible
que los trabajadores cambien de representación”. Termina con una frase
contundente:
Están haciendo un monstruo jurídico. La Jornada, 6 de febrero de 2018.
En un evento académico realizado la semana pasada en El Colegio de
México, se le plantearon a Roberto Campa Cifrián, secretario del Trabajo
y Previsión Social, las principales críticas y la exigencia de que se
suspenda su aprobación al vapor, por las serias consecuencias que ello
traería para el país.
Se le dijo que la iniciativa viola el estado de derecho,
porque propicia un nuevo órgano de justicia de carácter público que se
privatiza al ser controlado mayoritariamente por abogados beneficiarios
del control obrero y líderes de las cúpulas empresariales; que este
órgano será determinante para el ejercicio de los derechos colectivos y
que absurdamente es juez y parte. Se le informó de los obstáculos
insalvables para ejercer el derecho de asociación, contratación
colectiva y huelga.
También se arguyó que la iniciativa ignora el voto secreto y libre
para acceder a la firma de un contrato colectivo, como textualmente lo
señala la Fracción XXII bis del nuevo texto del artículo 123
constitucional. Este evento culminó con dos destacadas conferencias
críticas de la reforma, la primera a cargo de Margarita Darlene Rojas
Olvera, presidenta de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de
Ciudad de México, y por Graciela Bensusán, de la UAM Xochimilco. Esta
última señaló:
Integrar a los líderes sindicales y los empleadores en el nuevo órgano que se creará a nivel nacional para el registro de sindicatos y contratos colectivos implicaría nada menos que trasladar a su seno el conflicto de interés que durante décadas obstruyó la libertad sindical y convirtió a las juntas de Conciliación y Arbitraje en el principal soporte del viejo régimen corporativo, hoy pervertido y sostenido a costa de una enorme corrupción sindical. Sobran los comentarios.
La buena noticia es que en la Cámara de Diputados, los partidos
Morena y de la Revolución Democrática presentaron puntos de acuerdo para
exigir un debate abierto antes de avanzar en el proceso legislativo. La
propuesta del PRD fue aceptada por unanimidad, lo cual permite detener
el monstruo y transitar hacia la deliberación pública, como forma de
construir el consenso sobre su contenido y coherencia con la
Constitución.
Mauricio Rojas, del PAN, señaló en tribuna:
Todas las voces de todos los sectores productivos de la economía nacional deben ser escuchadas para crear un marco jurídico secundario, justo e imparcial y no a modo de un sector en particular. Propuso que por la relevancia del tema
se debe invitar a especialistas y expertos del tema, universidades, a colectivos de trabajadores independientes de las cúpulas sindicales, así como a empresarios o patrones que también tengan autonomía frente a las cúpulas empresariales. Por su parte, el diputado Ramón Bañales, del PRI, coincidió sobre la necesidad de realizar de inmediato una consulta pública, antes de aprobar la ley. En una jornada inusual, todas las intervenciones coincidieron.
Confiando en que los diputados de todos los partidos honrarán su
palabra, lo que procede es detener en la Cámara de Senadores el dictamen
de la iniciativa y abrir un periodo de consulta pública. Obviamente,
sólo cuando se decidan las funciones del órgano autónomo, se podrá
proceder a designar a su titular.
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