Corrupción: México, en el fondo
De siempre se conoce que México es uno de los campeones mundiales en materia de corrupción, pero, por si alguien tuviera duda al respecto, los pasados dos gobiernos (Calderón y Peña Nieto) se encargaron de acentuar tal condición, pues aceleraron hasta el fondo y en sus respectivos sexenios lograron multiplicar por cuatro la de por sí pésima calificación que el país registró a mediados de los años 90 en dicho renglón.
Resulta que Transparencia Internacional divulgó su Índice de Percepción de Corrupción, con resultados al cierre de 2018, y en él México aparece tapizado de mugre por ser uno de los países más corruptos del mundo, el primero entre las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el segundo en la escala latinoamericana, sólo superado por Venezuela.
Y es que, sin que ninguno de los anteriores inquilinos de Los Pinos se salve, entre Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, México reportó una caída libre en la escalera mundial de la corrupción, al pasar del peldaño número 70, al comienzo del gobierno del michoacano, al 138 (de 180 posibles), al concluir el del hijo predilecto de Atlacomulco.
Para el contexto, Transparencia Internacional ha documentado que al cierre del sexenio salinista (1994) México ocupó el escalón número 32 entre los países más corruptos del mundo (mientras más lejos de cero, mayor corrupción). Ese fue el primer informe temático de dicha organización, pero al concluir la administración de Ernesto Zedillo (año 2000) nuestra nación cayó al peldaño número 59, y al terminar la de Vicente Fox (2006) se había colocado en el 70.
De Salinas a Fox, México se hundió 38 escalones en el índice mencionado, pero lo siguiente sería peor: al concluir el sexenio de Felipe Calderón nuestro país había descendido al escalón número 105 entre los más corruptos (a nivel de Gambia, Kosovo, Mali y Filipinas), y al término del correspondiente a Enrique Peña Nieto en el peldaño 138 (a la par de naciones como Papúa Nueva Guinea, Líbano y Guinea).
Así, con Calderón y Peña Nieto, México, en materia de corrupción, se desplomó 68 escalones a escala internacional, casi el doble de sus tres antecesores en Los Pinos, todos ellos instalados en el régimen neoliberal. El michoacano hundió 35 peldaños al país, y el de Atlacomulco, 33. De pilón, Vicente Fox contribuyó con una baja de 11 escalones.
Entonces, con base en el inventario citado, en materia de corrupción Calderón obtiene la medalla de oro; Peña Nieto la de plata, y Zedillo la de bronce. De cualquier suerte, el ranchero mariguanero no cantó mal y se quedó con la cuarta posición.
Por cierto, Transparencia Internacional detalla que Estados Unidos, con Trump a la cabeza (paladín de la pureza y las buenas conciencias), quedó fuera de los primeros 20 lugares entre los países menos corruptos del orbe por primera vez desde 2011 (entonces con George W. Bush), y advierte que en 2018cayó cuatro puntos (de 67 a 71) para obtener su calificación más baja en siete años. El declive se produce en un momento en que esta nación experimenta problemas con su sistema de controles y equilibrios, así como con una erosión de las normas éticas en los niveles más altos de poder.
Si bien ningún país está libre de corrupción ni presenta un balance perfecto (Dinamarca, Finlandia y Suecia ocupan las tres primeras posiciones en el mundo en cuanto lo menores índices, aunque tienen lo suyo), en México el balance es verdaderamente escalofriante, y donde se apriete salen toneladas de pus. La limpia que el gobierno de López Obrador practica en Petróleos Mexicanos es sólo una muestra de hasta dónde llega la corrupción en el país.
De ahí la relevancia de la política anticorrupción iniciada por el nuevo gobierno, que no debe quitar el dedo del renglón. A darle duro, con zacate y jabón, a la limpieza del mugrero heredado en los ámbitos político, económico y social.
Las rebanadas del pastel
Si de herencias malditas se trata, ahí está la voluminosa deuda de Pemex, la cual llevó a Fitch Ratings a rebajar la calificación crediticia de la ex paraestatal.
Twitter: @cafevega
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