Ha evitado referirse a los grupos de delincuencia organizada que se
adueñaron de tramos de los ductos, a pesar de tener esa información. En
Hidalgo, por ejemplo, después de la tragedia que ha dejado hasta ahora
117 muertos han sido asesinados dos jefes locales que se dedicaban al
robo de gasolina.
Las agencias de seguridad federales tienen la suficiente información
para identificar a qué grupo o grupos pertenecían y sus áreas de
operación. El tema de la delincuencia organizada parece no existir en el
lenguaje del presidente.
El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, tampoco lo ha hecho.
Pareciera que el robo de combustible ha sido cosa de pobladores.
Seguramente a esos casos corresponden las más de dos mil carpetas de
investigación que se han abierto.
El 17 de enero, durante su comparecencia antes de que el Senado lo
designara, el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, se
refirió a más de mil 700.
El lunes 28, el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera,
Santiago Nieto, les dijo a los diputados de la Comisión de Hacienda de
la Comisión Permanente que ya eran dos mil 286 las carpetas abiertas. De
esas, solo 112 se han judicializado, es decir que ya fueron presentadas
ante un juez.
Mencionó también la detención de 558 personas. Es factible que la
mayoría sean pobladores que participaban en la recolección del
combustible, pero no se ha informado sobre un solo funcionario detenido.
Únicamente hicieron traer desde Panamá al general Eduardo León
Trauwitz, quien era el agregado del Ejército en ese país, conocido como
uno de los principales centros de lavado de dinero. Lo trajeron para lo
que se ofrezca.
En julio pasado, luego del triunfo de López Obrador, Trauwitz
renunció a la Subdirección de Salvaguarda Estratégica de Pemex, a la que
llegó bajo la protección del expresidente Enrique Peña. Es muy probable
que su nueva asignación la haya hecho el anterior secretario de la
Defensa Nacional, el ahora general retirado Salvador Cienfuegos.
Las estructuras mafiosas van mucho más allá de los recolectores de la
gasolina en las tomas clandestinas. Incluye a los llamados delincuentes
de cuello blanco, del sector público y privado. En el público,
autoridades y empleados de los tres niveles de gobierno.
En el privado, no solo a los concesionarios de gasolinerías o dueños
de bodegas o depósitos clandestinos. También, las grandes firmas
compradoras de combustible robado ante las cuales el presidente también
ha guardado silencio.
Según el gobierno, se está parando la sangría. Pero no ha dicho lo
que hará para recuperar parte del millonario robo. O, muy en el estilo
presidencial, también estaremos ante un borrón y cuenta nueva.
El robo de combustible significa toda una estructura mafiosa con
células en todo el país y ante las cuales no basta la propaganda para
enfrentarlas. Aun cuando decida hacer del problema solo un asunto
político, el presidente está embarcado en un viaje del que no se sabe a
dónde llegará.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario