LIMA, 1 feb 2019 (IPS) -
Perú inició el año con 11 feminicidios en enero, pese a los avances
normativos y la movilización ciudadana contra la violencia de género.
Una situación que se repite en otros países de América Latina y que
coloca sobre el tapete la necesidad de profundizar en las causas del
fenómeno.
Gladys Acosta, una de las 23 integrantes del Comité de Expertas que supervisa el cumplimiento de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer
(CEDAW, en inglés), mostró su preocupación por la mediatización de la
violencia hacia las mujeres y el hecho de que ella colabore en su
reproducción.
“Se difunden las noticias como si fueran un espectáculo, sin
explicarlas. Se muestran las imágenes violentas y uno pensaría que eso
puede detener el fenómeno al exponer una actitud tan destructiva, pero
no es así. Eso me hace pensar que mucha gente mira al agresor como un
héroe patriarcal”, señaló en una entrevista con IPS la abogada peruana.
En ciertas mentalidades, argumentó, “eso se traduce como: qué valiente es, yo quisiera hacerlo, pero no puedo”.
“Hay un deterioro de valores muy fuerte, un irrespeto por la
integridad de las mujeres, por sus cuerpos, por lo que somos, y no creo
que tenga una respuesta facilista de que te castigan por romper los
parámetros de la sociedad tradicional”, dijo Acosta, con larga trayectoria en la defensa regional de los derechos de las mujeres y que por sus funciones ahora reside la mayor parte del tiempo en Nueva York.
A su juicio, la región latinoamericana “adolece de violencias mayores
que alimentan la específica contra las mujeres”, como la urgencia de la
sobrevivencia cotidiana, una mayor circulación de armas cortas que
abona a “la noción de que los problemas se resuelven por la vía de los
hechos y no del diálogo”, y la criminalidad transnacional que, así como
ha banalizado la política, ha ingresado a la vida social.
“De alguna forma influye en que las relaciones entre mujeres y
hombres sean de mero poder y no afectivas: si no haces lo que yo quiero,
vas a sufrir las consecuencias”, refirió.
En noviembre, el Observatorio de la Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) difundió su último informe sobre los feminicidios en la región, que estableció que en 2017 las mujeres asesinadas por razón de su género en 23 países de la región sumaron al menos 2.795.
De ese total, 1.133 víctimas confirmadas fueron de Brasil, pero en
cuanto a la tasa por 100.000 mujeres, El Salvador alcanzó en 2017 un
nivel sin parangón de 10,4 feminicidios por cada 100.000 mujeres.
Esa violencia letal no se detiene y en el primer mes del 2019
colectivos ciudadanos y feministas como el de #NiUnaMenos, informaron de
la escalada de feminicidios, también llamados femicidios, en Argentina,
Brasil, México y Chile, entre otros países.
Eso ocurre pese a la vigencia de leyes de prevención, atención y
sanción de la violencia de género en los ámbitos nacionales, y de la
interamericana Convención de Belem do Pará,
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, que
desde 1994 da a la región un marco único para luchar contra el flagelo.
Desde 2017, además, surgió en Argentina, Perú, México y otros países
un nuevo y creciente movimiento de sensibilización social ante la
violencia machista y los feminicidios, que se ha venido expresando en
multitudinarias manifestaciones bajo el lema #NiUnaMenos o #NiUnaMás.
Acosta, quien fue la jefa regional del Fondo de las Naciones Unidas
para la Mujer, entre 2008 y 2011, cuando la institución se transformó en
ONU Mujeres), destaca la
importancia de leyes, tratados, convenciones, pero reconoce que lo
legislativo y lo judicial resultan insuficientes.
“Se necesita educación, trabajo y oportunidades en la vida para
lograr un contexto favorable para modificar la actual pauta de violencia
a las mujeres. Lamentablemente en países de la región se desarrollan
peligrosamente formas políticas retrógradas que no quieren que la
escuela eduque en sexualidad ni dé valores en temas de género”,
advirtió.
Trabajar en nuevas masculinidades
Nancy Palomino, con una maestría en salud pública, coautora del libro
“Detrás de la máscara. Valores y violencia sexual en la vida cotidiana”,
sostuvo que los hombres han sido descolocados de un sistema de
privilegios que los favorecía, no solo por los movimientos de mujeres
sino por los avances de género en la sociedad.
“En muchos, la violencia es el recurso para imponer su poder frente a
las mujeres y la familia. En los feminicidios vemos que se arriesgan a
perderlo todo, incluso su libertad y a veces su propia vida”, afirmó a
IPS la investigadora peruana.
La especialista peruana colocó la necesidad e importancia de trabajar
con hombres, niños y adolescentes en la deconstrucción de la
masculinidad y la prevención de la violencia.
“Se debe repensar la currícula escolar, sensibilizar a los docentes en
ejercicio e incorporar el enfoque de género y la prevención de la
violencia en los centros académicos de pedagogía”, propuso.
Mencionó también como un desafío trabajar en el campo de la subjetividad
y las emociones masculinas para hacerlas más empáticas y capaces de
ponerse como elemento clave para aportar a una cultura basada en
derechos humanos y sin violencia.
“Esto es fundamental teniendo en cuenta que la educación de los varones
y su socialización se centra en el control de todo lo que los pueda
hacer aparecer como débiles, afectuosos, cuidadores; y en estimular
justamente las expresiones de la fuerza, la dominación y la violencia”,
concluyó.
La experta de la CEDAW propuso “reconstruir vínculos, una educación
accesible a todas las personas y con formación humana, en que niñas y
niños tengan noción del respeto de las relaciones de género”, que
incluya a las diversas orientaciones sexuales, y del diálogo para
resolver los problemas.
“Cuando crezcan podrán generar una forma de hacer vida social que no
pase por los cotos de poder como hacen ahora los hombres con las
mujeres”, resaltó.
Y relevó la necesidad de que los medios de comunicación redefinan sus
políticas informativas en relación a la violencia de género. La
magnitud del problema que enfrentamos afecta a mujeres y hombres,
remarcó, y les toca hacerse responsables de superar su visión
inmediatista de ventas y aportar a una reflexión en la sociedad.
Por su parte la abogada peruana Rocío Silva, docente universitaria y
activista de derechos humanos, afirmó a IPS que las normas no cambian
necesariamente la realidad y que, “si bien hay avances en derechos, no
están controlando la violencia hacia las mujeres”.
“Hay un componente cultural poderoso, un sentido común patriarcal de
posesión del cuerpo de las mujeres por parte de los varones. Y lo que
toca es trabajar de cara a ellos, sin descuidar a la víctima. De lo
contrario, esta violencia no va a parar”, expresó.
Perú es un ejemplo de una situación muy generalizada en la región.
Este país con 32 millones de persona, registró 149 feminicidios el año
pasado según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, entre los cuales estaban las violaciones seguidas de muerte de niñas a manos de sus padres.
Ante ese panorama y la insuficiencia de los marcos legales, Silva
subrayó que es urgente debatir el machismo en el espacio público y
cambiar la forma en que se construyen las masculinidades.
“Toda violación sexual es por poder y no por una sexualidad extrema.
Es increíble que un tabú básico de las sociedades humanas como es el del
incesto ya no funcione. No hay conciencia del daño que causa la
violación sexual y eso se debe a una educación machista y pornográfica”,
opinó.
Agregó que otro elemento brutal de las masculinidades peruanas es la
hipersexualización, como si el ejercicio del varón solo fuera tener
relaciones sexuales. “Estamos en una sociedad y en un patriarcado
enfermo en que los límites ya no son posibles, con una masculinidad en
crisis de violencia tremenda”, dijo.
Deploró que desde el Estado las políticas no incluyan a los hombres y
sugirió como ruta para hacerlo la educación, especialmente a los niños.
“Se trata de educar en una camaradería entre hombres y mujeres para
que puedan vernos de una manera igual. Hay que enseñar que se solucionan
los problemas a través de la palabra y no de los golpes”, manifestó.
Edición: Estrella Gutiérrez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario