Va en serio el plan gubernamental
para resucitar financiera y productivamente a la primera empresa de la
nación, Petróleos Mexicanos (Pemex), saqueada y exprimida por seis
administraciones neoliberales, que la condenaron a muerte, aunque, como
dice el presidente López Obrador,
afortunadamente no les dio tiempode cumplir la sentencia.
Ayer, en la refinería de Salamanca, Guanajuato, el mandatario anunció
que firmará un decreto para quitar carga fiscal a Petróleos Mexicanos
(Pemex).
Le vamos a reducir impuestos, porque la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), con todo respeto, se dedicaba a exprimirlo; ahora le vamos a dejar los recursos a la empresa.
Como en reiteradas ocasiones ha dicho López Obrador,
Pemex tiene que ser la palanca para el desarrollo nacional, y este año tendrá un presupuesto adicional cercano a 100 mil millones de pesos con relación a lo que se invirtió el año pasado; se va a apoyar más todavía a Pemex para producir más petróleo.
El mandatario detalló que
la estrategia es que, en tres años, cuando Pemex esté en plena producción, cuando mejoren las refinerías, cuando ya no tengamos que comprar gasolinas, fortalecida, tenga ingresos suficientes para financiar el desarrollo en la segunda mitad del gobierno. Hasta 2021 nosotros apoyando, respaldando, fortaleciendo a la empresa. Una vez que se consolide, ya en 2022, 2023 y 2024, Pemex empezará a apoyar y se convertirá en palanca del desarrollo nacional.
En efecto, para Pemex fue una verdadera masacre financiera –con su
inevitable repercusión en el área productiva– el saqueo permanente por
la SHCP (además, corrupción plena, compra de chatarra disfrazada de
plantas operativas, rescate de astilleros españoles, contratos
leoninos favorables a los amigos del régimen, etcétera, etcétera) y a
cambio recibía recortes presupuestales.
Para dar una idea de qué proporción tuvo el saqueo, vale mencionar
que sólo en la última década (2009-2018) la SHCP se embolsó cerca de 6
billones de pesos, por derechos, impuestos y otros pagados por Pemex, y
permanece sin respuesta la pregunta obligada: ¿dónde quedó ese mundo de
dinero? (no hay que olvidar que Fox y Calderón obtuvieron ingresos
petroleros extraordinarios por alrededor de un billón 300 mil millones
de pesos, y a pesar de ello endeudaron a la empresa).
Por tales conceptos, en el sexenio de Peña Nieto salieron de Pemex
alrededor de 3 billones de pesos, con todo y que el precio de la mezcla
mexicana de exportación se desplomó y el nivel de producción de crudo
registró una caída sostenida (hasta alcanzar niveles similares a los de
40 años atrás). A la par, el ex ministro del año (Luis Videgaray) no encontró mejor solución que recortar, un año sí y el siguiente también, el presupuesto de lo que eufemísticamente denominaba
empresa productiva del Estado.
Ante el saqueo, a los tecnócratas se les hizo fácil tapar los agujeros
financieros de Pemex con endeudamiento y más endeudamiento (buena parte
destinado al pago de intereses), hasta alcanzar niveles verdaderamente
asfixiantes. Como en este espacio se ha documentado, la deuda de la
otrora paraestatal se incrementó cerca de 700 por ciento en los últimos
tres gobiernos (el del
cambio, el del
vivir mejory el de
México en movimiento).Sólo en el sexenio de Peña Nieto, el pago de intereses de la deuda se incrementó 400 por ciento.
En 2002, con Fox y Martita en Los Pinos, el débito de Pemex registró
un saldo de 313 mil millones de pesos; al cierre del sexenio
peñanietista superaba 2 billones 100 mil millones de pesos, mientras el
pago de intereses crecía y crecía, y el endeudamiento también.
Las rebanadas del pastel
Cualquier empresa del Estado debe contribuir al gasto
público, al desarrollo de la nación. Pero en el caso de Pemex, el saqueo
de la SHCP terminó por ahogar a la petrolera. Y no hay que ser
científico para entender que no existe una empresa en el mundo, sea
pública o privada, que aguante ese ritmo.
Twitter: @cafevega
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