Mujeres Cautivas
Por: Teresa C. Ulloa Ziáurriz*
El
robo y el asesinato son males que siempre han existido, pero a ninguna
sociedad se le ha ocurrido decir: “puesto que no podemos acabar ni con
el robo ni con el asesinato vamos a inventar una forma de vivir con
ellos sometiéndoles a una regla, a una cierta vigilancia, que se base,
por ejemplo, sobre tres pilares: en qué lugares, a qué horas y en qué
condiciones estará permitido robar y matar” ( J. Butler, 1875).
Hace algunos días, el Congreso de la Ciudad de México aprobó la Ley
de Justicia Cívica por unanimidad, lo que ocasionó reacciones de
distintos grupos, tanto que en los medios se leyó:
“…El presidente de la Comisión de Administración y Procuración de
Justicia, responsable de la elaboración del dictamen, Eduardo Santillán
Pérez, ofreció en tribuna una disculpa por el error cometido en la
redacción de la norma y explicó que la revisión de la Ley de Cultura
Cívica tuvo como propósito establecer un marco jurídico adecuado para
las foto-cívicas”.
Una vez recibida la observación a la ley por parte de la Jefatura de
Gobierno de la Ciudad de México, para que se haga la supresión de la
fracción correspondiente de la Ley de Cultura Cívica, “este Congreso
habrá de enmendar la plana y no tenemos empacho en reconocer que hubo un
error”, dijo.” … Pero además dijo que harían una ley para regular el
supuesto “trabajo sexual” en la Ciudad. Es más, Brigada Callejera está
preparando un amparo contra la Ley de Cultura Cívica, seguramente,
buscando que una Jueza de Distrito reconozca el “trabajo sexual” como
trabajo. O sea, van a corregir un error, haciendo otro aún peor.
Y hablamos de ignorancia porque los tratados internacionales
ratificados por nuestro país establecen más bien la obligación del
Estado Mexicano de erradicar todas las formas de trata y explotación de
la prostitución.
Ciertamente no podemos negar que las personas en situación de
prostitución han cargado desde siempre con el estigma, la persecución y
la violencia. No obstante, el hecho de hablar de “trabajo sexual” es
enmascarar la trata de mujeres y niñas, la explotación de la
prostitución, así como otras formas de explotación sexual. Para quien no
quiera verlo, estamos hablando de un negocio ilícito de magnitud
nacional e internacional que -se ha repetido incontables veces- reporta
el segundo lugar del mundo en ganancias después del tráfico de drogas y
antes del tráfico de armas.
En años recientes, la trata y la explotación sexual se ha convertido
en un discurso frecuente de los políticos de un partido o de otro, de
celebridades quienes manifiestan su horror y disgusto por la escala y el
alcance de la explotación sexual de mujeres, hombres y niños en todo el
país.
Aun así, la realidad que enfrentan las mujeres y niñas con las que
trabajamos es crítica. Siguen siendo discriminadas, estigmatizadas, sin
oportunidades de salida. En nuestra experiencia, las mujeres en
situación de prostitución son frecuentemente, en algún punto de sus
vidas, víctimas de trata. Nuestro sistema continúa colocándolas en la
marginación y tratándolas como si fueran invisibles, tratando de
aniquilar a quienes con incipientes recursos tratamos de abrirles una
salida. Pareciera que el sistema insiste en mantenerlas en la exclusión
social y en la precarización de sus vidas y su dignidad.
Es muy curioso porque es más fácil castigarlas a ellas que a los
hombres que las compran y las venden. Todavía no me explico porque en
lugar de dotar los derechos sociales, económicos, culturales y
ambientales de mecanismos de exigibilidad y justiciabilidad, ¿no dicen
que somos una Ciudad de derechos?
Ahora bien, existe un sector de personas relacionadas con la
academia, entre ellas la que citó la Jefa de Gobierno, en su oficio al
Congreso de esta Ciudad, que en diversas ocasiones nos ha señalado a las
abolicionistas como aliadas de la extrema derecha en Estados Unidos
(George Bush), por trabajar a favor de la abolición de la explotación de
la prostitución ajena y otras formas de explotación. Quienes se
pronuncian así, demuestran absoluta ignorancia acerca de lo que es el
abolicionismo, que, por supuesto no tiene nada que ver con la derecha,
sino todo lo contrario. Sin embargo, la acción del Congreso hizo que
coincidiéramos las abolicionistas y las reglamentarias, en la demanda de
no criminalizar ni sancionar a las personas en prostitución.
A lo largo de la historia, ha habido tres enfoques socio jurídicos
para abordar la prostitución: a) el prohibicionista, que castiga a las
personas en situación de prostitución, b) el abolicionista, que exige se
castigue a los tratantes y proxenetas y c) el reglamentarista que
regula o legaliza la prostitución contribuyendo a que los tratantes y
proxenetas se conviertan en prósperos hombres de negocio, en lugar de
responder ante la Ley por sus delitos.
La lucha abolicionista nace en 1886 en Inglaterra con el trabajo de
la feminista Josephine Buttler, justo después de que se logró abolir la
esclavitud. Entre muchas otras cosas, ella planteó que el sistema de
prostitución es una forma contemporánea de esclavitud hacia las mujeres.
Gracias a “La Gran Cruzada” que inició Buttler, más de mil
personalidades de aquella época suscribieron un manifiesto contra la
reglamentación de la prostitución de Napoleón III, y este movimiento
trascendió fronteras hacia Estados Unidos y el resto de Europa, contando
con el apoyo de numerosos grupos laicos y religiosos de la corriente
humanista.
El postulado de “Josephine Butler” hizo énfasis en la responsabilidad
de los varones como proveedores y compradores de la prostitución y
señaló duramente las diferencias en la impartición de justicia para
hombres y mujeres, pero además sostuvo que no se debe castigar a las
mujeres en situación de prostitución, ni sacarlas por la fuerza de esa
situación, sino crear opciones dignas de salida (educación, empleo,
salud, vivienda para ellas y sus hijas e hijos) y trabajar en la
prevención, ya que la inmensa mayoría de las mujeres en situación de
prostitución que “optan” por esta vía, lo hacen por sus condiciones de
vulnerabilidad (pobreza, marginación, desigualdad, falta de
oportunidades, etc.), es decir, porque en realidad no existen opciones.
Como todos sabemos, México se encuentra cada vez mejor posicionado
como lugar de origen, tránsito y destino de víctimas de trata y
explotación sexual. Por esta razón, y por el alarmante incremento de
mujeres y niñas desaparecidas, no es posible decir que ayudamos a las
mujeres en situación de prostitución cuando estamos a favor de
reglamentar el “trabajo sexual”. Ninguna convención internacional
reconoce la explotación de la prostitución como un empleo, simplemente
porque atenta contra los más elementales Derechos Humanos de las mujeres
y las niñas.
Reglamentar la prostitución sería un regalo para delincuentes como “El Sony”, Gutiérrez de la Torre y muchos otros.
Cuando existe voluntad y se trabaja a favor de las víctimas, no
importa desmantelar las redes criminales, ni visibilizar la
responsabilidad de los consumidores, porque la prostitución no es otra
cosa que el punto en el que convergen la explotación económica y la
explotación sexual. Cuando de verdad se ha decretado el fin del
neoliberalismos, no se puede estar fomentando a una de las industrias
más salvajes que ganan miles de millones de pesos a costa de la vida, la
integridad y la dignidad de las mujeres.
Por eso, cuando hablan de reglamentar la prostitución, cuando dicen
“trabajo sexual” y no “trata de personas” y “explotación sexual”, se
convierten en parte del problema, en cómplices del proxeneta que engaña,
del delincuente que recluta, del político que engancha, del hombre
común que viola a cambio de dinero, de la sociedad permisiva que
prefiere entenderlo como “la profesión más antigua” y sobre todo, de los
gobiernos que evaden la responsabilidad ineludible de brindar igualdad
de oportunidades para todas las mujeres y niñas, sin excepción.
Por favor, que disimulen su machismo patriarcal… y no nos salgan con
el trillado argumento de la libre elección, cuando se explota a quien
carece de oportunidades y no llegaron a la prostitución por elección
sino por necesidad. Señora Claudia Sheinbaum, también existimos otras
corrientes feministas, que exigimos se nos escuche. Nuestro voto vale y
cuenta lo mismo que los de la corriente de Marta Lamas.
*Directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y
Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC por sus siglas en inglés).
Twitter: @CATWLACDIR
Facebook: @CATWLAC
Imagen retomada del portal argentinaindymedia.org
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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