Desde la Luna de Valencia
Por: Teresa Mollá Castells*
Esta
semana el candidato de la ultraderecha española al Parlamento Europeo
nos llamó feas a las feministas. Y hoy, jornada electoral, las que somos
feministas y las que no, vamos a impedir que este ser ocupe un sillón
en la eurocámara.
Gracias a las feministas el sufragio universal es posible, por
ejemplo. O ha sido posible aprobar leyes como la de medidas de
protección contra la violencia de género y la de igualdad. O se frenó la
tentación de Ruiz Gallardón de una involución sobre el derecho al
aborto que, hemos de recordar que le costó su dimisión como ministro.
Gracias, en parte, a las feministas, este ser puede permitirse decir
este tipo de cosas que, pretendiendo ofender, no hacen más que sacarnos
una sonrisa, al comprobar su naturaleza misógina y profundamente
machista.
Y es que a la derecha más rancia y a la ultraderecha no les gustamos
las feministas y no les gustamos porque hablamos claro y denunciamos sus
privilegios por ser hombres y nos demonizan.
Las feministas reclamamos el final de los privilegios y que exista equidad e igualdad entre todas las personas. Y eso les duele.
Y por eso nos "permiten" cortarnos el pelo o pintarnos las uñas pero
no el control sobre nuestro propio cuerpo o sobre nuestro derecho a
decidir si queremos o no ser madres. Sencillamente nos consideran
ciudadanas de segunda. Y, al tiempo, ellos se consideran cómo los únicos
capacitados para tomar decisiones, incluso sobre nuestras propias
vidas.
Están en contra de la ley orgánica de medidas de protección contra la
violencia de género, porque quieren seguir legitimando esa violencia
que los hombres, mayoritariamente, ejercen contra las mujeres, sólo por
ser mujeres. Quieren desmantelar la red de servicios públicos que se ha
puesto en marcha de forma incipiente y con la inestimable ayuda de
algunas ONG para auxiliar a las víctimas y a sus hijas de actitudes
machistas y violentas que ellos siguen legitimando.
Están, también, en contra de la ley orgánica de igualdad efectiva
entre mujeres y hombres porque consagra la igualdad en todos los ámbitos
sociales y políticos y eso no les parece bien porque insisto, nos
consideran a las mujeres, ciudadanas de segunda clase.
Pero no pasa nada, pueden llamarnos lo que deseen, seguiremos en la
lucha denunciando desigualdades e inequidades y reivindicando un mundo
más justo para todo el mundo, incluso para esos seres que nos
desprecian, primero por ser mujeres y, en segundo lugar por ser
feministas. Porque ser mujer y feminista consiste precisamente en eso,
en ser incómodas para el poder y en denunciar las agresiones y tropelías
que se cometen con las mujeres y las niñas, precisamente por ser
mujeres.
Consiste en denunciar que la prostitución no es ningún trabajo, es un
sistema esclavista moderno que compra y vende mujeres para uso y
disfrute de este tipo de hombres que, además pretende legalizar este
sistema esclavista.
Ser feminista consiste en decir alto y claro que las mujeres no somos
solo cuerpos gestantes para el comercio de niñas y niños y que, por
tanto, no somos vasijas.
Ser feminista implica ser incómoda y ser tachada continuamente de ser
maleducada porque reivindicas tu voz y lo haces con seguridad y nos
quieren calladas y sumisas. O decir basta a los estereotipos con los que
se pretende educar a nuestras hijas e hijos. O que exijamos
investigación sobre nuestros cuerpos para tener mejor salud. O la
reivindicación de que nuestras vidas las podamos vivir sin miedos a ser
agredidas por tipos que pretenden someternos a la fuerza.
Ser feminista implica algo tan sencillo como reivindicar cada día que
cuando no haya un SI explícito será un NO contundente y que ese NO ha
de ser respetado.
Y todas estas cosas no les gustan. Y se enfadan ante el avance
imparable del feminismo. Y por eso patalean y nos llaman feas. Es lo que
tienen los enfados, que a veces nos convierten en seres pueriles.
Pero hoy iremos a depositar nuestros votos en las urnas para
recordarles que somos más de la mitad de la población del Estado Español
y que podemos pararles los pies como ya comenzamos a hacer en las
elecciones generales del pasado mes.
Pero que además somos orgullosas feministas que pretenden cambiar las
cosas para mejor, incluso para ellos. Y que si algo nos caracteriza es
nuestra resiliencia, que seguramente ni saben lo que es.
Ánimo y a llenar las urnas con papeletas que no sean las suyas y que
nos den aire para seguir respirando y creciendo en el feminismo
imparable que ellos detestan.
*Corresponsal, España. Comunicadora de Ontinyent
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Ontinyent, Esp.
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