León Bendesky
La Jornada
El cambio tecnológico es un
componente esencial en la dinámica de la producción. El proceso ocurre
de modo prácticamente permanente, aunque en ciertos periodos sus
repercusiones económicas son más notorias y con un significado social
más complejo.
La investigación y el desarrollo (I&D) están en la base del
cambio tecnológico y se asocian con las actividades del Estado y de las
empresas. De ahí, una variedad de agentes sociales participan en la
generación del conocimiento y su aplicación práctica hasta llegar a los
productos o servicios útiles, lo que tiene un vínculo sobresaliente,
aunque no único, con el mercado.
El conocimiento y la tecnología son factores clave en la generación
de riqueza en una sociedad y en los patrones que definen cómo se
distribuye a la par del ingreso y así enmarca las condiciones sociales
del bienestar.
Sólo como una referencia conviene señalar que los países que
conforman el llamado Grupo de los Veinte (G20) representan 90 por ciento
del PIB mundial, 80 por ciento del comercio internacional y dos
terceras partes de la población global, así como más de cuatro quintas
partes de la emisión de gases de efecto invernadero.
En términos globales, el G20 representa más de 90 por ciento de gasto
global en I&D. En relación con el PIB, Corea del Sur destina a esas
actividades recursos que equivalen a 4.3 por ciento; Japón, 3.3;
Alemania, 2.9; Estados Unidos, 2.8; Francia, 2.2; China, 2.1, y México,
0.5. Medido en términos de dólares, esas cantidades muestran una enorme
predominancia de Estados Unidos: 465 mil millones de dólares; China, 380
mil millones; Unión Europea, 350 mil millones; Japón, 155 mil millones,
y Corea, 75 mil millones. Las seis compañías que gastan más en I&D
son Amazon, Volkswagen, Alphabet (Google), Intel y Samsung y Microsoft.
Las ciencias, sobre todo la física y la química, contribuyen
decisivamente al desarrollo tecnológico, por ejemplo en la
nanotecnología y su relación con la
revolución microelectrónica. De modo relevante la biología participa cada vez más en las áreas molecular y genética.
De modo más concreto, hay condiciones en las que el cambio
tecnológico impacta en ciertas áreas de la producción y tiene efectos
significativos en algunas zonas del mundo.
En México, por ejemplo, hay dos ámbitos de la actividad productiva
que destacan por su relevancia: la energía y el transporte. La actividad
petrolera ha sido destacada por el gobierno como un área prioritaria de
la política económica, a partir de incrementar la extracción de crudo y
refinar gasolina. A esto puede añadirse el papel de la electricidad
como parte integral del sector energético.
Esta estrategia requiere de una mayor elaboración y ampliación puesto
que las condiciones de generación y uso de la energía están en un
proceso rápido de transición, mismo que se asocia cada vez más con una
mayor presión ambiental propiamente dicha y también una creciente
exigencia social al respecto de la contaminación del planeta.
El otro campo es el transporte y su propio proceso de transición
tecnológica con respecto del patrón energético aún vigente. La industria
automotriz tiene una posición relevante en el sector industrial del
país y en la estructura del comercio internacional, en especial en el
entorno del nuevo tratado denominado como T-MEC.
El sector automotriz representa actualmente alrededor de 3.8 por
ciento del PIB y 18.3 del producto industrial. Los cambios en curso en
la tecnología de los vehículos eléctricos tendrán un impacto decisivo
tanto en la producción de energéticos como de la industria automotriz.
Esta industria pasa del motor de combustión interna al litio, llamado el
petróleo blanco. (En China una forma de adaptación ha sido posicionarse
decisivamente en la producción de baterías para los vehículos
eléctricos).
En este sector, las decisiones de inversión y producción se toman
todas ellas en el exterior. Ante esto, las medidas internas no deberían
ser sólo reactivas, sino han de ampliar las capacidades de adaptación a
la dinámica de la tecnología.
Los efectos de todo esto se encuentran ya muy cercanos. Las
decisiones que se tomen hoy marcarán la posición que se tenga en la
nueva configuración industrial de ambas actividades.
Tan sólo en estas dos áreas de la producción se alterarán de manera
profunda las condiciones generales del uso de los recursos materiales y
financieros, las formas de generación de empleo, junto con la
sustitución de las ocupaciones, la fuente de los ingresos para las
familias, la recaudación de impuestos y el desenvolvimiento de las
industrias relacionadas.
Una visión del desarrollo económico y social en un país grande en
cuanto a territorio, población y aspiraciones como éste tiene que
considerar estas cuestiones, anclarlas en una visión propositiva de
largo aliento y estructurar las acciones que se toman con una meta bien
definida. El Estado puede cumplir una función definiendo claramente en
qué participa, cómo y con quién.
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