La Jornada
La semana pasada
investigadores de los Centros Públicos de Investigación (CPIs)
entregaron en Palacio Nacional una carta firmada por más de 3 mil
personas –entre científicos, técnicos, estudiantes y trabajadores– en la
que exponen la situación de precariedad por la que atraviesan los 27
centros adscritos al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt),
entre otras causas por los efectos de las medidas de austeridad
aplicadas por el gobierno y las disposiciones de ahorro adicionales
contenidas en el memorándum presidencial del 3 de mayo. La respuesta no
se hizo esperar, pues la titular de ese organismo, María Elena
Álvarez-Buylla Roces, fijó en un noticiero radiofónico su postura frente
a los reclamos de los firmantes. Lo ocurrido nos proporciona una imagen
que merece ser examinada, pues revela los mundos que habitan la mayoría
de los científicos y los actuales encargados de la administración
pública de la ciencia, en el contexto del arranque de la Cuarta
Transformación (4T).
Los CPIs surgidos desde hace 25 años cubren prácticamente todo el
territorio nacional y son un claro ejemplo de la evolución que ha tenido
la descentralización de la ciencia en nuestro país. Abarcan casi todos
los campos del conocimiento tanto en las ciencias exactas y naturales,
como en las sociales y las humanidades y cuentan entre sus integrantes
con investigadores del más alto nivel. En la carta dirigida al
presidente Andrés Manuel López Obrador, al secretario de Hacienda;
Carlos Urzúa, y a la titular del Conacyt, la comunidad de estos centros
expresa su preocupación por el decremento de 30 y hasta 50 por ciento en
partidas relacionadas con el gasto operativo de esas dependencias.
Los firmantes señalan que los daños a los CPIs asociados a los recortes
implicarían la suspensión e incluso la cancelación de actividades sustantivas de investigación, desarrollo tecnológico, formación de recursos humanos, difusión y divulgación de la ciencia. También expresan su preocupación por la suerte del personal técnico y operativo y sus familias por la cancelación de plazas para el personal eventual y operativo, entre los que se encuentran profesionales altamente calificados. Se solidarizan con otras instituciones que están corriendo la misma suerte, como el Instituto Politécnico Nacional, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, Tecnológico Nacional de México, El Colegio de México y los Institutos Nacionales de Salud. Solicitan que se exima a los CPIs y a todas las instituciones dedicadas a la ciencia y la tecnología de los ajustes citados y que se defina una nueva normatividad para estas instituciones (en la actualidad los científicos son considerados indebidamente servidores públicos).
Me detengo con cierto detalle en los contenidos de la carta, pues
constituye una parte de la imagen a la que me referí al principio. La
otra es la respuesta a la misma. No se si la doctora Álvarez-Buylla,
además de su participación en el noticiero de Carmen Aristegui haya
entregado una repuesta formal, pero en ese espacio señaló, refiriéndose a
la carta, que hablar sólo de recortes es impreciso y promueve la
desinformación. Pidió que no se transmitan noticias falsas, verdades a
medias y se manipule para generar entre estudiantes e investigadores
preocupaciones innecesarias. En ese marco, insistió en que hay que
remitirse a los hechos. Su argumento principal es que las disposiciones
derivadas de la política de austeridad no afectan el uso de los recursos
que son asignados a proyectos específicos aprobados por el Conacyt.
Dijo que la ciencia pública casi desapareció en 2017 y 2018, y en los
meses que lleva su gestión se cuenta con recursos por 800 millones de
pesos para los protocolos de investigación aprobados. Considera que este
es un hecho más contundente que los rumores.
Yo no encuentro que en la carta de los integrantes de los CPIs haya
rumores, noticias falsas o se promueva la desinformación. De cualquier
forma los proyectos de investigación aprobados por el Conacyt (que no
son todos los que se desarrollan en cada institución, ni sus montos
alcanzan para todo) no los realizan científicos aislados, sino que
ocurren en instituciones que son las que hoy sufren daños en sus
presupuestos y consecuentemente se ven afectados todos los proyectos. Lo
dicho por la directora del Conacyt tiene por momentos un tono de regaño
(está grabado y los interesados pueden consultarla en Youtube), lo cual
parece inapropiado frente a 3 mil integrantes de la comunidad
científica de los CPIs, entre los que se encuentran varios Premios
Nacionales de Ciencia y participantes en proezas científicas como la
primera fotografía de la sombra de un agujero negro. Como quiera que
sea, hoy algunos de estos centros tienen serios problemas para afrontar
sus gastos e incluso para pagar la luz.
Lo anterior sugiere que los investigadores y las autoridades del Conacyt habitan en mundos paralelos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario