En una dura respuesta al anuncio del mandatario de
Estados Unidos, Donald Trump, de que impondrá aranceles a los productos
mexicanos en tanto México no detenga la migración, el presidente Andrés
Manuel López Obrador sostuvo:
no me falta valor, no soy un cobarde ni timorato, sino que actúo por principios: creo en la política que, entre otras cosas, se inventó para evitar la confrontación y la guerra.
Difundida a través de su cuenta Twitter con la acotación
en son de paz, en la carta López Obrador propuso a su homólogo estadunidense que instruya a sus funcionarios que atiendan a representantes del gobierno mexicano, que estarán encabezados por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y que a partir de mañana se trasladarán a Washington con el fin de llegar a un acuerdo en beneficio de las dos naciones.
En el texto de dos cuartillas, que dio a conocer anoche en sus redes
sociales, y que constituye la primera respuesta a las amenazas de Trump,
el titular del Ejecutivo aseguró que los problemas sociales
no se resuelven con impuestos o medidas coercitivas.
Lo llamó a profundizar en el diálogo y a que
actuemos con prudencia y responsabilidadpara buscar alternativas de fondo al problema de la migración. También le recordó su propuesta de optar por la cooperación y el desarrollo para la región.
Carta íntegra
Presidente Donald Trump:
Estoy enterado de su última postura con relación a México. De
antemano, le expreso que no quiero la confrontación. Los pueblos y las
naciones que representamos merecen que, ante cualquier conflicto en
nuestras relaciones, por graves que sean, se recurra al diálogo y
actuemos con prudencia y responsabilidad.
El mejor presidente de México, Benito Juárez, mantuvo excelentes
relaciones con el prócer republicano Abraham Lincoln. Posteriormente,
cuando la expropiación petrolera, el demócrata Franklin D. Roosevelt
entendió las profundas razones que llevaron al presidente patriota
Lázaro Cárdenas a actuar en favor de nuestra soberanía. Por cierto,
Roosevelt fue un titán de las libertades. Antes que nadie proclamó los
cuatro derechos fundamentales del hombre: el derecho a la libertad de
palabra; el de cultos; a vivir libres de temores y a vivir libres de
miserias.
En este pensamiento fincamos nuestra política sobre el asunto
migratorio. Los seres humanos no abandonan sus pueblos por gusto, sino
por necesidad. Es por ello que, desde el principio de mi gobierno, le
propuse optar por la cooperación para el desarrollo y ayudar a los
países centroamericanos con inversiones productivas para crear empleos y
resolver de fondo este penoso asunto.
Usted sabe también que nosotros estamos cumpliendo con nuestra
responsabilidad de evitar, en la medida de lo posible y sin violentar
los derechos humanos, el paso por nuestro país. No está de más
recordarle que, en poco tiempo, los mexicanos no tendrán necesidad de
acudir a Estados Unidos y que la migración será opcional, no forzosa.
Esto, porque estamos combatiendo la corrupción, el principal problema de
México ¡como nunca! Y, de esta manera, nuestro país se convertirá en
una potencia con dimensión social. Nuestros paisanos podrán trabajar y
ser felices donde nacieron, donde están sus familiares, sus costumbres y
sus culturas.
Presidente Trump: los problemas sociales no se resuelven con
impuestos o medidas coercitivas. ¿Cómo convertir de la noche a la mañana
al país de la fraternidad para con los migrantes del mundo en un gueto,
en un espacio cerrado, donde se estigmatiza, se maltrata, se persigue,
se expulsa y se le cancela el derecho a la justicia a quienes buscan con
esfuerzo y trabajo vivir libres de miseria? La Estatua de la Libertad
no es un símbolo vacío.
Con todo respeto, aunque tiene el derecho soberano de expresarlo, el lema
Estados Unidos primeroes una falacia, porque hasta el fin de los tiempos, incluso, por encima de las fronteras nacionales, prevalecerán la justicia y la fraternidad universales.
De manera específica, ciudadano Presidente: le propongo profundizar
en el diálogo, buscar alternativas de fondo al problema migratorio y,
por favor, recuerde que no me falta valor, que no soy cobarde ni
timorato, sino que actúo por principios: creo en la política que, entre
otras cosas, se inventó para evitar la confrontación y la guerra. No
creo en la ley del Talión, en el
diente por dienteni en el
ojo por ojoporque, si a esas vamos, todos nos quedaríamos chimuelos o tuertos. Creo que los hombres de Estado y aún más los de nación, estamos obligados a buscar soluciones pacíficas a las controversias y a llevar a la práctica, por siempre, el bello ideal de la no violencia.
Por último, le propongo que instruya a sus funcionarios, si para ello
no tiene inconveniente, que atiendan a representantes de nuestro
gobierno, encabezados por el secretario de Relaciones Exteriores de
México, quienes a partir de mañana se trasladarán a Washington.
Alma E. Muñoz y Alonso Urrutia
Periódico La Jornada
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