En su intento por librar vacaciones
pagadas en Santa Martha Acatitla, su nueva residencia, Rosario Robles
pretendió aplicar la tecnología marca Emilio Lozoya y encendió el
ventilador: la boñiga pegó directamente en las caras de Enrique Peña
Nieto (
fue informado de todas las observaciones) y José Antonio Meade (
estaba enterado de todas ellas), pero evitó que el artefacto siquiera rozara a sus operadores favoritos (léase cómplices) Emilio Zebadúa y Ramón Sosamontes, pareja que de la denominada estafa maestra saben un buen rato.
Según la titular de las secretarías de Desarrollo Social y de
Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, en tiempos del novio de Tania
resultó más que suficiente notificar al ex inquilino de Los Pinos de un
hecho tan delicado e ilegal como la estafa maestra (las
observaciones, pues) por medio del
teléfono rojo; es decir, la línea directa entre el de la residencia oficial y sus secretarios de despacho.
Que Robles haya encendido el ventilador puede ser sólo el inicio del
repartidero de mu-gre entre otros beneficiarios de los chanchullos, en
aras de librar la cárcel o, cuando menos, aminorar la condena que le
pinta larga; es decir, utilizar la misma estrategia de Lozoya, quien,
por medio de su abogánster, Javier Coello Trejo, amenaza con una videoconferencia igualmente generosa en la distribución de boñiga política.
Cómo estará la cosa que hasta los viejos militantes tricolores califican a Peña Nieto como el
peor presidente que hemos tenido en México, quizás en toda nuestra historia de los siglos XX y XXI(Francisco Labastida dixit), y miren que en este renglón la competencia entre quienes han ocupado Los Pinos ha sido más que feroz a lo largo de los sexenios priístas y panistas.
Lo cierto es que si la autoridad competente rasca, incluso
superficialmente, encontrará una verdadera kermés de robo, estafas,
chanchullos, desviaciones y demás gracias que la deprimente clase
política –y sus socios en el ámbito privado–ha cometido a lo largo de
los años en contra del erario y, desde luego, de los mexicanos. Prueba
de ello es que, ya enchiquerada Rosario Robles, la Unidad de
Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, a cargo de
Santiago Nieto, informó sobre una nueva denuncia en contra del mismo
personaje, que a partir de ayer reside en Santa Martha Acatitla.
Ayer, luego de participar en un foro en el Senado de la República,
Nieto detalló que la unidad a su cargo detectó 105 convenios adicionales
a los ya reportados por la Auditoría Superior de la Federación (hoy a
cargo de David Colmenares Páramo) y la Fiscalía General de la República
(con Alejandro Gertz a la cabeza). Tales convenios, con ingredientes
presuntamente irregulares, fueron ubicados en la antigua Secretaría de
Desarrollo Social y esta información
fue la que nos sirvió de base para el congelamiento de cuentas de Rosario Robles y sus principales colaboradores. Estos nuevos 105 convenios suman más de 800 millones de pesos(La Jornada, Andrea Becerril y Víctor Ballinas).
Y a todo esto, ¿dónde estaba la Secretaría de la Función Pública?
Como siempre, en función de tapadera de los tejes y manejes del gobierno
en turno, en este caso el de Enrique Peña Nieto. El sexenio del novio
de Tania arrancó con un encargado del despacho, porque como candidato tricolor prometió desparecer a la dependencia.
Pero se le cruzó el escándalo de la casa blanca, en Las Lomas, y la de Malinalco (Luis Videgaray), y rápidamente la reactivó para que
investigaraambos casos. Para ello designó al inenarrable Virgilio Andrade, quien no halló más que frases amorosas y
elementos de exoneraciónpara los
investigados. Lo suplió Arely Gómez, quien tampoco vio nada en el caso de la estafa maestra. Entonces, sólo invidentes (léase cómplices).
Las rebanadas del pastel
Tras el
no te preocupesde Enrique Peña Nieto (abril de 2013), en este espacio comentamos que
al ritmo que lleva, obvio es que primero caerá Rosario Robles que el índice de hambrientos en el país. Y así fue.
Twitter: @cafevega
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