7/17/2011

La pena de muerte


Sara Sefchovich



Estamos perdiendo los parámetros. En España, un famoso torero maneja alcoholizado y choca contra un automovilista que iba muy tranquilo en su carril, y lo mata. Nadie se vuelve a acordar del muerto; todos lloran y rezan por el hombre que causó el accidente y quedó malherido.

Algo similar pasó con la ejecución del mexicano Humberto Leal García en Estados Unidos, acusado de violar y matar a una adolescente: se armó un gran escándalo por parte de funcionarios prominentes de los gobiernos de México y Estados Unidos, así como por personas y organizaciones defensoras de derechos humanos e incluso la ONU y la Unión Europea. Todos dijeron que ese castigo era injusto y que se violaban convenios internacionales.

No es la primera vez que eso sucede. El 23 de noviembre del 2000, escribí aquí en EL UNIVERSAL la historia de otro muchacho mexicano que también vivía en Texas y que también fue condenado a muerte por secuestrar, violar y asesinar a una joven de 20 años.

El caso es muy similar y por eso lo traigo a colación: los dos acusados reconocieron haber cometido el crimen, los dos dijeron antes de morir que se arrepentían y los dos pidieron perdón a los padres de las muchachas asesinadas.

En aquella ocasión, la familia del asesino declaró que su hijo no había recibido justicia y pidió a la comunidad latina que se uniera para luchar “porque a los mexicanos los explotaban, asesinaban y trataban mal en ese país” y aseguró que no se le perdonó la vida por mexicano, por moreno y por pobre. Y casi lo convirtieron en un santo a cuyo velorio asistió mucha gente y un sacerdote que roció el féretro con agua bendita y lo cubrió de flores.

En esta ocasión, la abogada del acusado dijo que no se habían respetado sus derechos de recibir ayuda consular, la cual, en su opinión, “ofrecería a Leal una oportunidad para probablemente no haber sido condenado y mucho menos a muerte”. Es decir, la señora hasta piensa que podría no habérsele declarado culpable, con todo y que Leal reconoció haber cometido el crimen.

¿En qué momento el victimario pasa a ser la víctima? ¿En qué momento al que se está castigando precisamente para hacer justicia se convierte en el que no recibe justicia? ¿En qué momento se le quita al asesinato el carácter de delito para convertirlo en una cuestión de estadounidenses contra hispanos y de convenciones internacionales?

Sí, de repente perdemos los parámetros. De repente parece que al que se compadece y defiende es al que cometió el crimen y parece como si ya nadie se acordara de lo que él hizo. Pero él mató a una persona. Y lo hizo porque sí, porque le dio la gana. Y ese asesinato no fue de manera rápida e indolora como la inyección mortal que a él le aplicaron, sino que la violó y la mató a golpes. A una muchacha de 16 años a la que conoció en una fiesta. Y luego huyó y se escondió, y se tardaron más de un año en encontrarlo y 16 años más en decidir el modo de castigarlo.

Pero para los que consideran que no se le hizo justicia al acusado y que se le violaron sus derechos, eso no parece ser el tema. Y les pregunto: ¿No se violaron acaso los derechos de la víctima, principalmente el derecho a la vida? ¿Y qué del derecho de sus padres a ver a su hija vivir?

Yo estoy definitivamente contra la pena de muerte. Pero no sólo con la que así pretende castigar a un delincuente, sino también con la otra: con la que el criminal le aplicó a la víctima. Y esta fue aun más injusta, si se pudieran medir las cosas de ese modo, porque ni siquiera tuvo motivo, mientras que la del castigo, por salvaje y brutal que sea, tiene un motivo muy claro: el de ojo por ojo y diente por diente y vida por vida.

Y me atrevería también a preguntar: ¿acaso no es ese castigo el que muchos de nosotros desearíamos que se le aplique a quienes matan a los que aparecen en fosas clandestinas, colgados en puentes o abandonados en autos? Porque ¿quién les da a los asesinos el derecho a disponer de las vidas de las personas y luego a llorar porque no los perdonan aunque juren que ya se arrepintieron?

sarasef@prodigy.net.mx www.sarasefchovich.com
Escritora e investigadora en la UNAM

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