Enrique Ibarra Pedroza
Hace una semana el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI,) dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010. Este ejercicio que se hace cada dos años indica que en los 29 millones de hogares que hay en México hubo un marcado descenso en el ingreso económico trimestral del 12.3 por ciento en promedio.
Aunque aparentemente las familias más impactadas fueron las de mayores ingresos que en el 2008, recibieron 144 mil 65 pesos cada tres meses y dos años después bajaron a 118 mil 418 pesos trimestrales, los hogares pobres disminuyeron sus entradas económicas de 6 mil 668 a sólo 6 mil 136 pesos. Es fácil darse cuenta que los más afectados fueron las familias en condiciones de precariedad ya que aun cuando su reducción porcentual de ingresos es inferior a la de los ricos no tienen manera de contrarrestar la pérdida de sus ingresos.
Las familias pobres por ejemplo sólo invirtieron en educación y esparcimiento el 5.4% de sus ingresos mientras las pudientes erogaron en esos rubros el 19.5 por ciento. El estudio arrojo que los hogares mexicanos están conformados en promedio por 3.9 personas y el número promedio de quienes reciben ingresos por hogar es de 2.3 personas.
Esas cifras oficiales revelan con claridad la caída de los ingresos de las familias mexicanas, los devastadores efectos en el bienestar de las mismas y dan un claro mentís al optimista discurso del gobierno calderonista que antes de las mismas alardeaba de una recuperación en nuestra economía. La frialdad de esas estadísticas contrasta con la inhumana y lacerante expansión de la pobreza y la desigualdad social en nuestro país.
En la campaña del 2006 Andrés Manuel López Obrador sostenía como tesis central de sus propuestas combatir y erradicar la pobreza de 40 millones de mexicanos, ahora el estudio en cuestión revela que ese número ronda los 60 millones, poco más del total de nuestros habitantes.
Es inadmisible el empecinamiento de continuar con la política económica que se viene aplicando a los mexicanos por los gobiernos del PRI y del PAN desde hace prácticamente 30 años cuyo efecto es el mismo de siempre, por un lado el crecimiento del número de pobres, el menoscabo y la de pauperización de las clases medias y en contraste el acentuado enriquecimiento de unos cuantos.
Hace una semana el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI,) dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010. Este ejercicio que se hace cada dos años indica que en los 29 millones de hogares que hay en México hubo un marcado descenso en el ingreso económico trimestral del 12.3 por ciento en promedio.
Aunque aparentemente las familias más impactadas fueron las de mayores ingresos que en el 2008, recibieron 144 mil 65 pesos cada tres meses y dos años después bajaron a 118 mil 418 pesos trimestrales, los hogares pobres disminuyeron sus entradas económicas de 6 mil 668 a sólo 6 mil 136 pesos. Es fácil darse cuenta que los más afectados fueron las familias en condiciones de precariedad ya que aun cuando su reducción porcentual de ingresos es inferior a la de los ricos no tienen manera de contrarrestar la pérdida de sus ingresos.
Las familias pobres por ejemplo sólo invirtieron en educación y esparcimiento el 5.4% de sus ingresos mientras las pudientes erogaron en esos rubros el 19.5 por ciento. El estudio arrojo que los hogares mexicanos están conformados en promedio por 3.9 personas y el número promedio de quienes reciben ingresos por hogar es de 2.3 personas.
Esas cifras oficiales revelan con claridad la caída de los ingresos de las familias mexicanas, los devastadores efectos en el bienestar de las mismas y dan un claro mentís al optimista discurso del gobierno calderonista que antes de las mismas alardeaba de una recuperación en nuestra economía. La frialdad de esas estadísticas contrasta con la inhumana y lacerante expansión de la pobreza y la desigualdad social en nuestro país.
En la campaña del 2006 Andrés Manuel López Obrador sostenía como tesis central de sus propuestas combatir y erradicar la pobreza de 40 millones de mexicanos, ahora el estudio en cuestión revela que ese número ronda los 60 millones, poco más del total de nuestros habitantes.
Es inadmisible el empecinamiento de continuar con la política económica que se viene aplicando a los mexicanos por los gobiernos del PRI y del PAN desde hace prácticamente 30 años cuyo efecto es el mismo de siempre, por un lado el crecimiento del número de pobres, el menoscabo y la de pauperización de las clases medias y en contraste el acentuado enriquecimiento de unos cuantos.
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