5/03/2016

“No tiene la culpa Javier Duarte”


Alegatos por Miguel Pulido


La situación de Veracruz es compleja. El nivel de deterioro que actualmente se vive en el estado no tiene parangón en la historia. La Auditoría Superior de la Federación se aburre de denunciar la corrupción. A pesar de las cifras maquilladas y tramposas, el Inegi da cuenta de la crisis de seguridad y violencia. El Coneval ha llamado la atención sobre la pobreza.
Y en todo este desastre, Javier Duarte ha concentrado la mayor parte de las críticas. Es el personaje al que se le acusa de sembrar todos los males que aquejan al estado. Algo que encuentro impreciso. Me parece un error de análisis.
No me entiendan mal. Javier Duarte es impresentable y su incompetencia política ha dejado tal rastro de evidencia y ha tenido tan nefastas consecuencias que resulta ocioso desarrollar el argumento. Pero creo que su gestión y sus responsabilidades hay que inscribirlas en un contexto.
1.- La impunidad estructural.
No sé si en cualquier otro país del mundo, pero me queda claro que en países más serios y sobre todo en el que aspiro a vivir: Javier Duarte, no sería más gobernador y enfrentaría cargos graves. Y no sólo él, muchos de sus colaboradores también.
En general, los políticos se encubren a sí mismos, pero en México raya en lo extraordinario. A lo más que llegamos es a que entre ellos se escupan insultos, se salpiquen con descalificaciones y se embarren con acusaciones, pero raramente se investigan y procesan.
En el caso de Duarte, la posibilidad de juicio político no se ha estudiado ni siquiera de manera seria. El Congreso estatal resultó agachón y timorato, el federal está sometido por la politiquería. La ASF ha denunciado millones desviados en las cuentas públicas de Veracruz, el escándalo del presupuesto de la UV es de dimensiones inocultables, pero de actuaciones del Ministerio Público no se sabe absolutamente nada.
2.- El débil control social.
Después de la desgracia que ha significado el gobierno de Javier Duarte, por lógica uno pensaría que su partido estaría hundido y sin ninguna posibilidad de triunfo electoral. Frente a la catástrofe duartista, la pregunta tendría que ser cuál es la alternativa. Pero lo cierto es que su partido político tiene serias opciones de ganar la gubernatura.
Cierto, la lista de defectos que uno le puede endilgar al sistema electoral es larguísima. Corporativismo, compra del voto, las modalidades tradicionales y las más insospechadas de fraude. Diagnósticos hay muchos, pero lo que es un hecho, es que lo electoral es muy frágil como mecanismo para “castigar” la incompetencia y la corrupción.
Algo similar sucede con la prensa y los medios de comunicación. En principio porque en Veracruz tienen una larga historia de sometimiento al poder político. A pesar de la importancia del estado, el tamaño de su economía y su numerosa población, los contrapesos mediáticos son prácticamente inexistentes y desde la perspectiva informativa, la calidad es infame.
Agregue que el periodismo se da en una precariedad extraordinaria, se ejerce en condiciones de extrema vulnerabilidad y ha tenido un desarrollo muy limitado. No olvide los asesinatos, la despiadada violencia y las agresiones que impunemente sufren los periodistas.
3.- Pobre debate público
Cuando el nivel de frustración es tan alto, lo más normal es que la gente termine generando emociones de odio, desprecio y repulsión. Con Duarte, por ejemplo, la irritación popular se exacerba y la gente se desahoga con burlas e insultos sobre su físico. Obvio, no hay reglas ni modales para expresar el rechazo. Faltaba más, cada quién con su opinión hace lo que le plazca.
El punto es que, paradójicamente, la radicalización de la crítica convertida en insulto, suele convenir a quienes tendrían que ser objeto de análisis, crítica y evaluación. Los expertos en manejo de crisis sugieren que frente a la impopularidad lo mejor que te puede pasar es la sustitución de los argumentos por los insultos. Cuando eso pasa, la reflexión es más baja, el pensamiento es más corto y emocional, y por tanto más fácilmente olvidable.
Tres actores suelen ser mediadores de un debate más informado. Los partidos políticos, la prensa y los sectores organizados (ONG’s, sindicatos, etc.). En Veraruz, ya dijimos que los dos primeros están de lágrima. El sector organizado o está cooptado o existe marginalmente.
4.- La simplificación de lo público
Tampoco es que Veracruz haya sido siempre tierra de incuestionable paz y desarrollo. La violencia política, los caciques (los sindicales o los ganaderos), el narcotráfico, la corrupción gubernamental, la pobreza rural y el racismo contra su población indígena son problemas (por mencionar algunos) que han estado desde hace muchos años en el panorama. Más importante aún, que se agravan muchísimo, pero no se resuelven con la simple acción del poder ejecutivo.
Por eso es tan grave el vacío de instituciones. La Comisión de Derechos Humanos jamás ha tenido un papel serio y de contrapeso. El Poder Judicial está en estado de desgracia. Los órganos constitucionales autónomos (como muchos otros del país) ocupados por personas sin independencia, sometidos a la jerarquía política de Duarte y con temor de actuar. Los alcaldes no se atreven a expresar la diferencia y suelen tener su propio historial de abuso del poder.
Por eso es que en mi opinión, de la debilidad estructural de instituciones que tendrían que ser autónomas, de la falta de una prensa fuerte con tradición de independencia y profesionalismo, de la ausencia de una oposición política digna y capaz de ser un contrapeso en el Congreso y en las elecciones, de presidentes municipales rapaces y sometidos históricamente a caciques locales y al propio gobernador… de eso no tiene la culpa Javier Duarte.
Él sólo es responsable de encabezar el peor gobierno estatal en la historia reciente del estado y de aprovechar todo lo anterior.

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