Alegatos
La situación de Veracruz es compleja. El nivel
de deterioro que actualmente se vive en el estado no tiene parangón en
la historia. La Auditoría Superior de la Federación se aburre de
denunciar la corrupción. A pesar de las cifras maquilladas y tramposas,
el Inegi da cuenta de la crisis de seguridad y violencia. El Coneval ha
llamado la atención sobre la pobreza.
Y en todo este desastre, Javier Duarte
ha concentrado la mayor parte de las críticas. Es el personaje al que
se le acusa de sembrar todos los males que aquejan al estado. Algo que
encuentro impreciso. Me parece un error de análisis.
No me entiendan mal. Javier Duarte es impresentable y
su incompetencia política ha dejado tal rastro de evidencia y ha tenido
tan nefastas consecuencias que resulta ocioso desarrollar el argumento.
Pero creo que su gestión y sus responsabilidades hay que inscribirlas
en un contexto.
1.- La impunidad estructural.
No sé si en cualquier otro país del mundo, pero me
queda claro que en países más serios y sobre todo en el que aspiro a
vivir: Javier Duarte, no sería más gobernador y enfrentaría cargos
graves. Y no sólo él, muchos de sus colaboradores también.
En general, los políticos se encubren a sí mismos,
pero en México raya en lo extraordinario. A lo más que llegamos es a que
entre ellos se escupan insultos, se salpiquen con descalificaciones y
se embarren con acusaciones, pero raramente se investigan y procesan.
En el caso de Duarte, la posibilidad de juicio
político no se ha estudiado ni siquiera de manera seria. El Congreso
estatal resultó agachón y timorato, el federal está sometido por la
politiquería. La ASF ha denunciado millones desviados en las cuentas
públicas de Veracruz, el escándalo del presupuesto de la UV es de
dimensiones inocultables, pero de actuaciones del Ministerio Público no
se sabe absolutamente nada.
2.- El débil control social.
Después de la desgracia que ha significado el
gobierno de Javier Duarte, por lógica uno pensaría que su partido
estaría hundido y sin ninguna posibilidad de triunfo electoral. Frente a
la catástrofe duartista, la pregunta tendría que ser cuál es la
alternativa. Pero lo cierto es que su partido político tiene serias
opciones de ganar la gubernatura.
Cierto, la lista de defectos que uno le puede
endilgar al sistema electoral es larguísima. Corporativismo, compra del
voto, las modalidades tradicionales y las más insospechadas de fraude.
Diagnósticos hay muchos, pero lo que es un hecho, es que lo electoral es
muy frágil como mecanismo para “castigar” la incompetencia y la
corrupción.
Algo similar sucede con la prensa y los medios de
comunicación. En principio porque en Veracruz tienen una larga historia
de sometimiento al poder político. A pesar de la importancia del estado,
el tamaño de su economía y su numerosa población, los contrapesos
mediáticos son prácticamente inexistentes y desde la perspectiva
informativa, la calidad es infame.
Agregue que el periodismo se da en una precariedad
extraordinaria, se ejerce en condiciones de extrema vulnerabilidad y ha
tenido un desarrollo muy limitado. No olvide los asesinatos, la
despiadada violencia y las agresiones que impunemente sufren los
periodistas.
3.- Pobre debate público
Cuando el nivel de frustración es tan alto, lo más
normal es que la gente termine generando emociones de odio, desprecio y
repulsión. Con Duarte, por ejemplo, la irritación popular se exacerba y
la gente se desahoga con burlas e insultos sobre su físico. Obvio, no
hay reglas ni modales para expresar el rechazo. Faltaba más, cada quién
con su opinión hace lo que le plazca.
El punto es que, paradójicamente, la radicalización
de la crítica convertida en insulto, suele convenir a quienes tendrían
que ser objeto de análisis, crítica y evaluación. Los expertos en manejo
de crisis sugieren que frente a la impopularidad lo mejor que te puede
pasar es la sustitución de los argumentos por los insultos. Cuando eso
pasa, la reflexión es más baja, el pensamiento es más corto y emocional,
y por tanto más fácilmente olvidable.
Tres actores suelen ser mediadores de un debate más
informado. Los partidos políticos, la prensa y los sectores organizados
(ONG’s, sindicatos, etc.). En Veraruz, ya dijimos que los dos primeros
están de lágrima. El sector organizado o está cooptado o existe
marginalmente.
4.- La simplificación de lo público
Tampoco es que Veracruz haya sido siempre tierra de
incuestionable paz y desarrollo. La violencia política, los caciques
(los sindicales o los ganaderos), el narcotráfico, la corrupción
gubernamental, la pobreza rural y el racismo contra su población
indígena son problemas (por mencionar algunos) que han estado desde hace
muchos años en el panorama. Más importante aún, que se agravan
muchísimo, pero no se resuelven con la simple acción del poder
ejecutivo.
Por eso es tan grave el vacío de instituciones. La
Comisión de Derechos Humanos jamás ha tenido un papel serio y de
contrapeso. El Poder Judicial está en estado de desgracia. Los órganos
constitucionales autónomos (como muchos otros del país) ocupados por
personas sin independencia, sometidos a la jerarquía política de Duarte y
con temor de actuar. Los alcaldes no se atreven a expresar la
diferencia y suelen tener su propio historial de abuso del poder.
Por eso es que en mi opinión, de la debilidad
estructural de instituciones que tendrían que ser autónomas, de la falta
de una prensa fuerte con tradición de independencia y profesionalismo,
de la ausencia de una oposición política digna y capaz de ser un
contrapeso en el Congreso y en las elecciones, de presidentes
municipales rapaces y sometidos históricamente a caciques locales y al
propio gobernador… de eso no tiene la culpa Javier Duarte.
Él sólo es responsable de encabezar el peor gobierno
estatal en la historia reciente del estado y de aprovechar todo lo
anterior.
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