Magdalena Gómez
El segundo y último
informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI)
abrió con la afirmación de que no hay evidencia de que los normalistas
tenían vínculos con el crimen organizado y descarta que ese día fueran a
boicotear un acto político en Iguala. En conjunto, muestra las
deficiencias estructurales del sistema de procuración de justicia en el
país. Sus recomendaciones son un conjunto de medidas a tomar. Las mismas
permiten al gobierno afirmar que las atenderán, en una noción
escapista. La sesión pública de presentación del informe del GIEI tuvo
una composición de asistencia muy singular: agrupaciones de derechos
humanos y sociales, académicos, periodistas y representaciones
diplomáticas europeas.
El presidente de la CIDH, James Caballaro, recibió el informe y
pronunció un discurso duro, lamentando la ausencia del gobierno federal.
Fue, sin duda, la ratificación evidente de la decisión asumida sobre el
distanciamiento con el espacio interamericano y el grupo de expertos.
Además, mostró que no está dispuesto a pactar ningún mecanismo de
seguimiento. Pero no fue ese el terreno que generó un auténtico tsunami
para el peñanietismo. Fue la revelación de un video que da cuenta de la
presencia de Tomás Zerón, titular de la Agencia de Investigación
Criminal (PGR), en el río San Juan, lugar en el que supuestamente se
encontrarían unas bolsas, al día siguiente, con los supuestos restos
incinerados de los normalistas, hasta hoy desaparecidos, en el basurero
de Cocula. La cuestión grave es que en el video mostrado por el GIEI ya
aparecen bolsas similares. El GIEI no afirmó que fueron sembradas,
pero sí señaló que esa diligencia no se registró en el expediente. Si
recordamos que el procedimiento de sacar las bolsas del río fue la base
para la llamada verdad histórica anunciada por Murillo, nos
damos cuenta de que no sólo está en entredicho que los 43 estudiantes
fueron reducidos a cenizas en el basurero de Cocula, situado a 40
kilómetros del río, sino además no aparece claro cómo y por qué razón
los supuestos restos fueron llevados al afluente. Todo ello construido a
partir de las declaraciones de detenidos, cuyos signos de tortura
también se mostraron en el informe dos del GIEI. Ese hecho,
eventualmente, daría pie a la liberación de los declarantes detenidos.
La revelación del video permitirá a la defensa de los familiares de los
desaparecidos impugnar de fondo la investigación hasta hoy realizada. Ya
compartieron un primer análisis al respecto.
El factor Zerón impactó la semana pasada y es determinante; sin embargo, el Informe Ayotzinapa II
contiene cuestionamientos sobre las actividades de inteligencia, el
control de las cámaras del C-4 y los datos que tuvieron en todo momento
de los movimientos de los estudiantes. Definen con precisión los cercos
tendidos en la zona. Describen una acción concertada de cuerpos
policiacos que rebasa los niveles municipales para llegar a los
federales.
También compartieron el cuestionario sobre las entrevistas que se
iban a realizar a integrantes del Ejército, las cuales les fueron
negadas. Reafirmaron la necesidad de mantener la línea de investigación
sobre el quinto camión, anotando ahora que dudan que el vehículo y el
conductor que les pusieron enfrente sean los involucrados en los hechos
de Iguala. Asimismo, se concluyó que los resultados del tercer peritaje
de fuego en el basurero de Cocula no tienen análisis ni razonamientos
científicos.
El GIEI enfrentó de manera contundente las declaraciones de Tomás
Zerón. Los expertos lo denunciaron porque editó el video que presentó.
El funcionario pretendió justificar que tiene facultades para realizar
diligencias sobre un caso en curso sin dar cuenta de ellas en el
expediente de la averiguación previa. Además, intentó involucrar a la
oficina de la ONU y evitar que los peritos argentinos se enteraran de su
visita al río San Juan. Tiene sentido la acusación que hizo el GIEI, de
que su segundo mandato fue sistemáticamente bloqueado. Sin duda sus
peticiones de diligencias específicas contribuyeron a la postura
gubernamental de cortar la colaboración. El peñanietismo está cercado
por las reacciones internacionales de apoyo al GIEI, tanto de la ONU
como del Departamento de Estado del gobierno estadunidense. Ante ello
aparecieron débiles las declaraciones de la PGR y de Gobernación con los
lugares comunes de que
seguimos investigando y vamos a revisar las recomendaciones, ante la avalancha desatada por la acusación contra Zerón. Ya contra la pared, indicaron que sería investigado. Éste, a su vez, adelantó que no renunciará.
Las deficiencias en la investigación de Ayotzinapa no son motivadas
por razones técnicas. Hay, en efecto, una mano desconocida hasta hoy que
bloqueó al GIEI con respaldo del más alto nivel. ¿Hasta dónde piensan
llevar el conflicto con instancias interamericanas y de la ONU? Ese ha
sido un signo ominoso y autoritario en Sudamérica en décadas pasadas.
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