5/07/2016

Violencias patriarcales en las instituciones


   DESDE LA LUNA DE VALENCIA
Por: Teresa Mollá Castells*


 Podríamos pensar que las instituciones están para defender los intereses del conjunto de la ciudadanía. Podríamos pensarlo si tuviéramos la ingenuidad de no saber lo que ocurre cada día en ellas y por ellas.

En una semana, en una sola semana, he visto con estupefacción a lamentables ejemplos de cómo funcionan las cosas de los dineros públicos cuando de mujeres se trata. Y voy a compartirlo.

El caso de Susana Guerrero es muy conocido, pero no por ello queda invalidado como ejemplo de este tipo de violencias. Susana esconde a su hija para no entregársela a su padre que está condenado por violencia machista e imputado por abusos sexuales.

Aun así desde la Audiencia de Toledo, y a sabiendas que este energúmeno va a perjudicar a esa niña de 10 años, no atiende a la petición de la madre de no entregar a su hija.

Como todo el mundo sabe no soy jurista, ni entiendo demasiado de leyes, pero lo que sí entiendo es la interpretación patriarcal que se está haciendo de esas leyes sin tener en cuenta el bien de esta menor.

Y por mucho que me lo expliquen no le encuentro ningún sentido a nada que no sea dejar a la niña que crezca segura. Algo que al lado de este tipo maltratador seguramente no va a ocurrir.

La institución, una vez más, se pone de parte del patriarcado más feroz que sin duda acabará dañando a la niña que tiene derecho a vivir segura y crecer en paz. Pero, al menos de momento, la están obligando a vivir su particular calvario junto a su madre coraje, Susana.

Otro ejemplo de cómo van las cosas fue la respuesta de Gabriela Bravo, consejera de Justicia, Administración Pública y Reformas Democráticas de la Generalitat Valenciana a esta pregunta parlamentaria:

“¿Por qué no ha incluido a ninguna mujer en la Comisión para el Estudio de la Reforma de la Función Pública Valenciana, que ya se ha constituido bajo su presidencia?”.

La respuesta de la consejera a algunas nos dejó ojipláticas porque se quedó tan ancha al responder literalmente lo siguiente: “Soy la primera en lamentar la nula presencia de mujeres en la comisión técnica que nos asesora en la reforma de la ley de gestión de ordenación de la función pública valenciana.

“El motivo es que el derecho administrativo es un campo científico en el que la presencia de la mujer es escasa y poco relevante. A la hora de diseñar esta comisión hemos valorado el currículum de todos los candidatos, la calidad de su formación, sus conocimientos, su experiencia, y todo ello ha sido materia de estudio y ha sido, en fin…, en base a ello hemos concluido que las personas elegidas eran las más apropiadas para esa comisión técnica específica”.

Y se quedó tan a gusto. Y es que por lo visto para esta señora que fue presidenta de la Unión Progresista de Fiscales y vocal y portavoz del Consejo General del Poder Judicial antes de formar parte del Govern Valencià, las mujeres como científicas de derecho administrativo no sabemos, no estamos, ni se nos espera ya no sólo en territorio autonómico, sino tampoco en el ámbito estatal. Como dije, ojipláticas nos quedamos muchas al enterarnos de la respuesta.

Y sabemos que tenemos derecho a tener días malos y respuestas inadecuadas en algún momento de nuestras vidas, pero creo que en este caso a la consejera le falló el subconsciente y en su respuesta afloró la tan temida idea del “estoy aquí por mis propios méritos”, sin valorar el esfuerzo de tantas y tantas mujeres, en este caso juristas que lucharon y lo siguen haciendo para que unas cuantas estén donde están.

Pero por lo visto a algunas se les olvida que se deben no sólo a la ciudadanía sino al esfuerzo de muchas otras que actúan a veces en silencio y otras veces alzando la voz.

La respuesta de la consejera fue una bofetada en toda regla no sólo a todas las mujeres juristas, sino también a todas las empleadas públicas de la Generalitat Valenciana (entre las que me encuentro), puesto que tengo dudas sobre si nuestras necesidades y problemas específicos como empleadas públicas estarán salvaguardados en la pretendida reforma.

Dos claros ejemplos de cómo la violencia patriarcal se nos cuela en las instituciones, sean del signo político que sean. Y todo ello sin hablar del soporte político e incluso económico que se está dando al congreso internacional de SAP y custodia compartida de León y al congreso de custodia compartida de Alicante, que esos eventos merecerían artículo aparte.

Y es que como ya he dicho en algunas ocasiones, el patriarcado sabe mutarse y sabe camuflarse para mantener sus privilegios.

Y para ello se aprovecha de las propias mujeres para retroalimentarse haciéndonos creer que estamos en los espacios de poder por nosotras mismas, que hemos sido “elegidas” y por ello les debemos pleitesía. Debemos acatar sus imposiciones que, a su vez, imponen un determinado orden simbólico de la sociedad que implica un espacio de violencia institucional para las mujeres y las niñas como acabamos de ver.

Poco le importa el dolor o la frustración que sus decisiones puedan generar en las mujeres o en las niñas. Lo importante es mantenerse. Y si para ello se han de inventar un síndrome que provoque más dolor a las mujeres y a sus hijas e hijos, pues no sólo se lo inventan, sino que lo fomentan por juzgados y tribunales y lo alimentan con congresos pagados con dineros públicos.

Y si para subsistir ha de “colar” en sus filas y en sus espacios a algunas mujeres, pues lo hace pero las alecciona para que sigan sirviendo a sus propios intereses.

Pero eso sí, en su actual y feroz ofensiva neoliberal, no va a dejar de sembrar diferencias entre nosotras para que nos mantengamos “entretenidas” entre nosotras en si somos de este u otro color, en si hemos de estar o no en algunos espacios, es si somos homo u heterosexuales y cuáles son las prioridades en cada caso, en si hemos de militar en organizaciones mixtas o sólo de mujeres, en cuáles son o han de ser los objetivos del o de los feminismos, en si existe una o varias corrientes, en si bla, bla, bla, bla.

Y en esto andamos mientras nos siguen asesinando, violando, recortando derechos y dineros para prevenir estas agresiones. Pero eso sí, cada vez que denunciamos estas cosas resulta que somos feministas radicales o “feminazis” o exigentes por demandar una democracia paritaria e igualitaria.

Somos malas compañeras de filas de organizaciones cuando exigimos ser escuchadas y ser partícipes en plenitud de condiciones en dichas organizaciones o incluso lo que es peor, tener que escuchar que “la sociedad, la organización o el espacio que sea, no está preparado para ser gobernado o dirigido por una mujer”.

O como lo que me ocurrió personalmente cuando alguien me dijo en su momento que no me votó cuando me presenté como candidata a la alcaldía de mi pueblo porque era “demasiado feminista”. ¡¡¡¡Hay que fastidiarse!!!! ¡¡¡¡Y las malas, “feminazis” o exigentes somos nosotras!!!!

El grado de violencias patriarcales es de tal envergadura y lo tenemos tan interiorizado que a veces cuando me pongo a analizarlo me saltan todas las alarmas. Pero están ahí. Forman parte de la estructura social e institucional, y el patriarcado lo sabe y se sabe seguro en ese orden de cosas porque se retroalimenta de él.

Pero en esos momentos me vienen a la mente muchos nombres de mujeres que forman parte de organizaciones e instituciones que no dudan en anteponer su condición de luchadoras y feministas a su condición de parte de esas organizaciones e instituciones. Y eso me reconforta. Ellas saben quiénes son y los jirones de piel que se dejan cada día por ser coherentes.

Para ellas, para todas ellas que afortunadamente son muchas, mi admiración y mi respeto. Y mis ánimos para las que vienen detrás, puesto que algunas vienen con paso firme y seguro.

Estoy segura que juntas y sororales podremos plantarle cara al patriarcado asesino.

tmolla@telefonica.net

*Corresponsal en España. Comunicadora de Ontinyent.
  
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | España.-

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