CIUDAD DE MEXICO (apro).- “Han pasado diez años y seguimos con la
palabra impunidad en la boca”, dice con tristeza Bárbara Italia Méndez
Moreno, una de las mujeres detenidas en los operativos policíacos del 3 y
4 de mayo de 2006 en Atenco y Texcoco, encarceladas y sometidas a
tortura sexual justo cuando Enrique Peña Nieto era gobernador del Estado
de México.
"Tierra sí, aviones no", el reclamo de Atenco en el Tribunal Agrario. Foto: Miguel Dimayuga
Italia y dos de sus compañeras, Norma Jiménez Osorio y Yolanda Muñoz
Diosdada, hacen un balance sobre el impacto de los operativos policiacos
de hace una década y sus expectativas ante el litigio que sostienen en
el Sistema Interamericano de Derechos Humanos contra el Estado mexicano.
Entrevistadas
por Apro en compañía de sus abogadas Araceli Olivos Portugal y Daniela
Aguirre Luna, ambas del Centro de Derechos Humanos Agustín Pro Juárez
(Centro Prodh), admiten que políticamente el litigio impacta al gobierno
de Peña Nieto, cuyo nombre está intrínsecamente ligado a la represión
contra integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) y
de ciudadanos que se solidarizaron con las protestas encabezadas por
esa organización.
En 2012, como candidato a la Presidencia de la república, Peña Nieto
no tuvo empacho en reconocer su responsabilidad en ordenar el operativo,
en el que participaron elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP)
y la entonces Agencia de Seguridad del Estado de México, y donde fueron
detenidas 47 mujeres; de ellas, 26 denunciaron tortura sexual al
momento de ser remitidas a prisión, pero sólo once han mantenido su
exigencia de verdad y justicia.
Con sus particularidades, las mujeres sostienen que a diez años de
los hechos aún enfrentan las secuelas y el impacto de haber vivido “el
horror, el miedo a morir, el terror a ser violada”, dice Italia, “y a
ser desaparecida”, acota Norma, quien recuerda que mientras sufrieron la
tortura sexual los policías agresores les repetían que podían hacer con
ellas lo que les diera en gana.
Para las denunciantes su dolor se ha acentuado al confirmar que el
caso Atenco fue para el país “como abrir la puerta a una fuerza inaudita
que se convirtió en el común denominador de los operativos policiacos
(…) el uso de la fuerza traducido en brutalidad”, apunta Italia.
En medio de la controversia sobre la llamada Ley Eruviel, que
pretende legitimar la represión de los movimientos sociales en el Estado
de México, Norma Jiménez reconoce que “el país está en un momento
terrible”, debido a que la tortura, como método de contención, “es
cotidiana, sistemática y generalizada”.
Agrega que esas historias “que aparecen en los medios o que no
aparecen pero sabemos que existen”, se han convertido en el motor de
“nos permite seguir luchando para que esto no se repita y así fue
nuestra lucha desde el principio”.
Yolanda sostiene que la pelea que sostienen en el Sistema
Interamericano es una consecuencia de la cerrazón del Estado mexicano en
hacer justicia. En su mente siguen frescas las preguntas que agentes
del MP, cuando denunciaron los hechos, e incluso visitadores de la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) les hacían para
“hacernos sentir que nosotras habíamos sido responsables de lo que nos
había ocurrido y, como querían que cayéramos en su juego, nos preguntaba
de distintas maneras la misma pregunta, que si conocíamos a Ignacio del
Valle (líder del FPDT, quien también estuvo detenido), cosas que no
tenían nada qué ver con lo que sufrimos”.
A diez años, las mujeres de Atenco admiten que en el proceso de
buscarse a sí mismas encontraron a otras mujeres que habían sido
víctimas como ellas de tortura sexual, casos contextualizados en la
lucha contra el narcotráfico de Felipe Calderón, por lo que decidieron
participar en la campaña “Rompiendo el silencio. Todas contra la tortura
sexual”.
Las once mujeres de Atenco emprendieron la campaña paralelamente al
seguimiento que daban al litigio iniciado en 2008 ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), órgano de la OEA que admitió
su caso en 2010, y en 2013, en nombre de las quejosas, Italia Méndez
acudió a una audiencia pública en Washington para anunciar su negativa a
llegar a un acuerdo amistoso con el Estado mexicano, por lo que
aguardarían a que la CIDH enviara el asunto a la Corte Interamericana de
Derechos Humanos (CoIDH).
A tres años de la comparecencia, las mujeres están a la espera de un
informe de fondo por el que la CIDH podría determinar la procedencia de
la denuncia contra el Estado mexicano ante el tribunal interamericano.
Norma, Italia y Yolanda se quejan de que a pesar de que en 2013 fueron
muy claras, hasta ahora el gobierno de Peña Nieto se ha empeñado en
buscar un acuerdo amistoso a través de escritos enviados a la CIDH,
“para evitar que emita el informe de fondo”.
Dice Italia: “Tenemos conocimiento de que 14 exagentes de seguridad
estatal están detenidos y están siendo procesados en el penal de
Santiaguito; hay 14 órdenes de aprehensión, por omisión, en tanto que 21
médicos legistas y un agente del MP están siendo procesados por
encubrimiento. No hay ningún policía federal procesado ni mucho menos la
cadena de mando”.
Para las mujeres, “el Estado le apuesta a decir que tiene mucha gente
procesada, pero tenemos diez años exigiendo justicia, tenemos diez años
en que dudamos claramente de que estos procesos nos lleven a esclarecer
realmente, que tengamos verdad y que tengamos justicia, no hay
sentencias, lo que demuestra la poca voluntad del Estado de esclarecer
los hechos realmente”, insiste Italia.
Recuerdan que hace un año, en un afán por prolongar el proceso ante
la CIDH, el gobierno de Eruviel Ávila creo un fondo ad hoc para
indemnizar a las mujeres denunciantes y a sus abogados, lo que hasta
ahora ha sido rotundamente rechazado por las afectadas.
Norma puntualiza que la forma en que se han sentido hostigadas
durante el tiempo que llevan litigando ante la CIDH ha sido “esta
dilación del Estado, querer negociar la justicia por así decirlo, pero
nuestro compromiso va más allá de que si hay gente en la cárcel; es si
realmente incidir en que los agentes estatales dejen de torturar a las
personas, esa es nuestra interpretación de justicia”.
“Todavía no sabemos si le va a alcanzar al gobierno de Peña Nieto
enfrentar el litigio, porque las cuestiones se están atrasando mucho, y
al final hemos insistido que para nosotras hay como personajes muy
clave, responsables de lo que pasó en San Salvador Atenco y Texcoco en
2006, pero también entendemos que es una lógica de Estado, y si llega a
la Corte, es al Estado al que se va a sentenciar”, advierte Italia.
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