No olvidamos a los mineros de Cananea
FRAGUA
México, al igual que
los demás países latinoamericanos, ingresó al capitalismo moderno de
manera subordinada respecto a los países imperialistas. Durante las
últimas décadas del siglo XIX y los primeros años del XX, los países de
la región terminaron siendo absorbidos e incorporados al capitalismo
mundial.
El régimen de Porfirio Díaz, que se sitúa en ese contexto,
consideraba que el “desarrollo” del país se conseguiría a partir de la
entrega de minas, industria y petróleo al capital extranjero. Es así
como durante su mandato se otorgaron concesiones a empresas de Estados
Unidos, Inglaterra y Francia, principalmente.
William Cornell Greene, un empresario burgués norteamericano, obtuvo la concesión de la zona minera de Cananea, Sonora
, durante el porfiriato y de manera rápida, por medio de la explotación
que ejercía sobre los trabajadores, se convirtió en el “rey del cobre” y
en uno de los burgueses norteamericanos con mayor riqueza.
Las
condiciones laborales en Cananea eran realmente injustas y desiguales:
se vivían despidos arbitrarios, discriminación, hacinamiento y la mina
era un verdadero hervidero de enfermedades.
A principios del
año 1905, llegaron a Cananea los militantes del Partido Liberal Mexicano
(PLM) Enrique Bermúdez, Antonio P. Araujo y José López. Sus primeras
tareas se concentraron en dar a conocer su periódico llamado Regeneración y en discutir su contenido entre los mineros. Los
magonistas no llegaron con grandes cuentos y discursos teóricos, sino
que comenzaron a platicar de los graves problemas cotidianos a los que
se enfrentaban los trabajadores.
La práctica de agitación y
de propaganda que impulsaban los tres magonistas comenzó a provocarle
serios dolores de cabeza a Greene, por lo que acudió con sus matones
para amenazar de muerte a los activistas. Ante ello, los militantes se
vieron en la necesidad de salir de la región, no sin antes entablar
contacto con los mineros Esteban Calderón y Manuel M. Diéguez.
Los frutos del trabajo político de los magonistas comenzaron a verse en
los comentarios que los trabajadores mineros hacían sobre los artículos
del periódico Regeneración. El que un gran número de mineros
no supiera leer no significó un obstáculo para que estuvieran al tanto
del periódico, debido a que recurrieron a la creatividad y a la
colectividad para informase y discutir su contenido.
Para 1906 los trabajadores lograron crear la Unión Liberal Humanidad,
cumpliéndose una de las tareas del PLM, que era impulsar la organización
mediante clubes obreros. Sin embargo, en dicha organización sólo estaban los trabajadores mejor pagados. Posteriormente se fundó una segunda organización, el Club Liberal de Cananea, cuyo objetivo era ampliar la influencia magonista en los campos mineros de El Ronquillo y la Mesa Grande.
La participación de los militantes magonistas del PLM en los centros
mineros de la región de Cananea no se limitó a la lucha por demandas
económicas, ya que estos relacionaban esas demandas con la lucha
política, es decir, señalaban las condiciones de miseria que imponía
Greene y la importancia por conseguir mejoras laborales, pero sobre
todo mencionaban la necesidad de luchar contra la tiranía de Porfirio
Díaz, como responsable de sus condiciones de vida y como defensor los
intereses de la clase burguesa.
La festividad del 5 de mayo
fue aprovechada para impulsar la agitación entre los trabajadores. Los
jefes de la empresa y las autoridades locales se alarmaron e impusieron
la ley marcial por la que toda persona que se encontraba durante la
noche en las calles de Cananea era detenida. Ante estos hechos se
comenzaron a realizar los preparativos para estallar una huelga.
Dirigentes y trabajadores realizaban reuniones los miércoles y viernes
en la noche, en las que se discutían y se planteaban las demandas
obreras, entre ellas, la más importante: exigir un salario de cinco
pesos y una jornada de ocho horas.
Finalmente, el día 30 de
mayo, en una reunión los trabajadores determinaron el día y la manera
en que se llevaría a cabo la huelga. Los directivos de la compañía y las
autoridades de Cananea estuvieron informados de los acontecimientos por
medio de un “soplón”, quien informó de sus planes a los enemigos de los
trabajadores.
La huelga contra la Cananea Consolidated Copper Company estalló en la madrugada del 1º de junio de 1906
, pero parece que en la reunión preparatoria hubo divergencias entre
las dos principales organizaciones obreras de Cananea. Éstas radicaban
en los métodos de lucha: mientras una consideraba que la lucha económica
y la caída de Díaz se tenía que dar por medios pacíficos, la otra veía
la necesidad de impulsar otras formas de lucha. A las diez de la mañana
de ese 1º de junio el Comité de Huelga de los trabajadores comenzó a
sostener pláticas con los representantes de la compañía minera. La respuesta de Greene, en complicidad con el gobierno porfirista, fue el rechazo total a las demandas y la represión.
Para la una de la tarde, los trabajadores esperaban afuera del edificio
el resultado de las negociaciones. Entonces, Baca Calderón y Diéguez,
del Comité de Huelga, informaron a la base que no se había conseguido
nada y se deslindaron del movimiento. Sin embargo, el grupo de Lázaro
Gutiérrez y Enrique Bermúdez siguió luchando: habían planeado dinamitar
la casa de Greene, el Banco de Cananea y la tienda de raya, pero sus
planes fueron descubiertos por las autoridades, quienes iniciaron una fuerte represión con la policía y con rangers
norteamericanos para disolver a los mineros. Fue así como la burguesía y
el gobierno respondieron con armas, matando a más de 20 mineros,
derramando sangre proletaria a costa de seguir aumentando su riqueza.
En el contexto del 1º de mayo, recordamos a los mártires de Cananea, de
Río Blanco, de Chicago y a todos los proletarios de México y de otros
países que han sido brutalmente reprimidos por luchar para mejorar sus
condiciones de vida y para construir una sociedad más justa.
Retomamos el aprendizaje de los procesos de lucha y de resistencia de
México y de otros pueblos, ya que son fundamentales para desarrollar
nuestra fuerza proletaria y contribuir con la lucha actual contra la
burguesía.
NOTA:
Este artículo fue publicado como parte de la sección RECUPERANDO LA HISTORIA del No. 16 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 15 de abril de 2016.
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