CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La corrupción en México no es cultural ni
es consecuencia de la mala suerte o de una maldición divina, sino
producto de las complicidades en la élite partidaria, empresarial,
mediática y criminal que, a menudo, son toleradas y hasta premiadas por
amplias porciones de la sociedad.
Por eso no hay ni habrá medidas institucionales de la dimensión
estructural de la corrupción y la impunidad, porque a los políticos
priistas, panistas y perredistas no les importa, como lo acredita el
incumplimiento constitucional del Congreso para aprobar, en periodo
ordinario, las leyes del Sistema Nacional Anticorrupción.
Si
a los grupos parlamentarios que controlan el Congreso no les importó
cumplir con su deber es porque, por una parte, el jefe del Estado,
Enrique Peña Nieto, no quiere ir contra la corrupción que une a esos que
son los principales partidos políticos del país, y porque, por otra
parte, la sociedad se muestra más bien pasiva.
Es grave que los proyectos de ley del Sistema Nacional Anticorrupción
dejen intocado al presidente de la República, el gran corruptor en un
país constitucionalmente presidencialista, pero lo es también que sólo
600 mexicanos hayamos firmado a favor de la ley 3de3 para que los
candidatos y funcionarios hagan públicas sus declaraciones patrimonial,
fiscal y de interés: Es decir, menos de 1% de los mexicanos.
Si el PRI pudo someter a los gerentes de los organismos civiles que
promovieron la iniciativa #3de3, para que las declaraciones sean
públicas sólo por voluntad del servidor público, y las leyes
anticorrupción garantizan plena impunidad al titular del Ejecutivo,
entonces mejor que no haya ningún cambio, porque es sólo simulación.
Y eso es lo que predomina: El PRI, con sus rémoras PVEM, Panal y
Encuentro Social, es producto y reproductor de la corrupción desde la
base hasta la punta de la pirámide, pero también lo son ya el PAN y el
PRD, que no sólo no quieren combatir la corrupción, sino la enaltecen.
En las 12 elecciones de gobernador que están en curso, la coalición
PRI-PVEM-Panal-Partido del Trabajo ha postulado ladrones, pero sus
contrapartes de PAN-PRD impulsan a rufianes de la talla de los
expriistas Miguel Ángel Yunes Linares, Antonio Gali, Jorge Estefan
Garfias, José Rosas Aispuru, Francisco Xavier Berganza, Rafael Flores,
Carlos Joaquín…
El más grotesco de los candidatos de PAN-PRD es Yunes Linares, quien
lo es porque Felipe Calderón solapó el saqueo que hizo del ISSSTE como
director general, en pago –claro– al fraude que orquestó a su favor en
la elección interna del PAN, en 2005, y luego, junto a Elba Esther
Gordillo, en la constitucional de 2006.
¿Cómo podía ir Calderón contra Vicente Fox y la corrupción de su
parentela, como la fortuna de Marta Sahagún y sus hijos, si, desde el
gobierno, operó para imponerlo, y cómo podría Peña Nieto ir contra el
saqueo en el sexenio de Calderón si éste lo apoyó para ganar en 2012?
No: De este elenco no podrá venir un cambio para bien. Hay conversos de siglas, pero los corruptos lo son toda la vida.
Es triste y real, pero en Veracruz, Puebla, Oaxaca, Durango y
Quintana Roo los ciudadanos buscarán honestidad votando por corruptos…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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