Por
José Gil Olmos
, (apro).- Conforme se acerca el 1 de julio, la
inquietud sobre un posible fraude ha comenzado a manifestarse en varios
medios y en las redes sociales. La ventaja que mantiene Andrés Manuel
López Obrador a poco más de un mes del día de la votación, ha generado
esa sospecha de que habrá un fraude de dimensiones inopinadas para no
reconocer su triunfo.
Esta inquietud y sospecha están alimentadas por varios elementos, uno
de ellos es el desempeño que han tenido tanto el Instituto Nacional
Electoral (INE) como el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación (TEPJF).
Las dos autoridades han dado señales de que no hay equidad ni
imparcialidad en sus decisiones, por ejemplo, a pesar de las
irregularidades en las firmas presentadas se dio el registro a las
candidaturas de Jaime Rodríguez y Margarita Zavala. Por otro lado, la
declaración del presidente del INE, Lorenzo Córdova de que no habrá un
reconocimiento del ganador la misma noche de la elección si está cerrada
la votación, ya genera inquietud entre los actores políticos y
sociales.
Las sospechas de un probable fraude también son generadas por la
tentación del uso de programas cibernéticos y sociales del gobierno de
federal para manipular la votación como ha ocurrido de manera secular;
asimismo por la presión que están generando los empresarios más
poderosos del país para inclinar la balanza en favor de Ricardo Anaya , y
también las denuncias de que ya empezó la compra de votos en las zonas
rurales más pobres del país.
Como parte de este contexto de incertidumbre, en las últimas semanas
han surgido un par de versiones sobre la compra del voto, ambas
coinciden en que hay un “cochinito” en las finanzas gubernamentales de
10 mil millones de pesos que serán destinados para la compra de 10
millones de votos a favor de José Antonio Meade. Esto que parece una
leyenda electoral ha comenzado a cobrar vida en redes sociales generando
un malestar sobre todo entre los seguidores de López Obrador.
La sola sospecha de un posible fraude para el 1 de julio es más que
preocupante si se toma en cuenta que existe una población muy enojada, a
la que solo le falta una chispa para encenderse y dar lugar a
manifestaciones violentas en las calles.
Un ambiente de crispación social no le conviene a nadie, ninguno de
los candidatos se beneficia con la posibilidad de un fraude. El ganador
de la elección solo podrá ser reconocido por un proceso legítimo y
legal, sin manchas ni sospechas de manipulación del voto.
En caso contrario, si alguno de los aspirantes llega mediante un
proceso electoral sucio y empañado, difícilmente podrá gobernar pues ni
con el apoyo de las fuerzas policiacas y armadas logrará tener una
situación de paz propicia para conducir el país.
Si alguien tiene en mente la intención de implementar un fraude en
esta elección, pensando que no habrá conflictos sociales como en 2006
cuando fue evidente la intromisión del gobierno, se equivoca. Las
condiciones en el país son totalmente distintas ahora y no sólo por el
enojo ciudadano, hay otro grupo poderoso que sí se beneficiaría de una
situación de desorden social: el crimen organizado que aprovechando la
situación puede generar más caos y una situación de ingobernabilidad
propicia para entronizarse.
Por cierto… El segundo debate quedó mucho a que
deber, el formato, aunque novedoso, no permitió el desarrollo de las
propuestas; los candidatos se enredaron en dimes y diretes; los
ciudadanos participantes llegaron con preguntas previamente acordadas; y
los conductores, sobre todo Yuriria Sierra, se excedieron en su papel
protagónico. Así, nadie sale ganando.
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