@Ava_GD
@mcvollenweider
@AnaMontano
A poco más de un mes de las elecciones presidenciales de México, las candidaturas de José Antonio Meade (Todos por México)i y Ricardo Anaya (Por México al Frente)ii
siguen disputándose el segundo lugar, con 20% y 26% de las preferencias
electorales, respectivamente. Frente a ellos, un imparable Andrés
Manuel López Obrador (AMLO, por Juntos Haremos Historia), que alcanza ya
el 46% en intención de voto. De las candidaturas independientes,
Margarita Zavala declinó su aspiración a la Presidencia, sin que hasta
ahora se conozca el efecto de esta renuncia, pues la ahora ex candidata
llamó a votar por el contendiente con más posibilidades de triunfo
contra AMLO.iii
Quedaría
por definir si seguirá hasta el final la de Jaime Rodríguez Calderón,
“El Bronco”, militante del PRI hasta 2014 –y hoy acreedor del 1% de la
intención de voto–. El ajedrez de las candidaturas empieza a configurar
un panorama de polarización para lo que resta de una campaña en la que
se quiere instalar a Anaya como la única alternativa “viable y sensata”
frente a López Obrador, dejando cada vez más lejos a José Antonio
Meade. Sin embargo, el liderazgo indiscutible
de López Obrador de cara a las elecciones del próximo 1 de julio en
México, activó todas las alarmas de la derecha política del país que,
desde las instituciones políticas, el empresariado y los medios de
comunicación, está articulando una estrategia ad latere de su campaña
para evitar, a toda costa, que un liderazgo alternativo llegue al poder.
El viejo recurso del miedo al “populismo”
Como
en todas las campañas electorales de la región y desde hace más de una
década, la derecha pretende en México agitar el fantasma de un presunto
futuro de caos, en caso que ganase un candidato que no pertenece al
establishment. Los conceptos que resumen esta idea oscilan entre
“castrochavismo”, “populismo”, “comunismo”, entre otros. Pero todos
tienen un denominador común: el proceso venezolano, como horizonte de
crisis económica. A pesar de que el mismo candidato ha señalado que no
ha conocido ni a Chávez ni a Maduro, y tampoco ha pisado Venezuela -y
también que, según varios analistas, esta estrategia parece tener poco
impacto- lo cierto es que hace parte de un amplio conjunto de acciones
tendientes a deteriorar su imagen.iv
Tal
vez no haya sido casual –y más bien sea parte de esta estrategia
amedrentadora– el hecho de que, fuera México en plena campaña electoral
el lugar elegido por el Grupo de Lima (con invitados especiales del
Gobierno español y miembros del Departamento de Estado y del Tesoro de
EE. UU.) para abordar la situación en Venezuela. Previsiblemente, se
pidió la suspensión de los comicios en dicho país por haber sido
convocados por una autoridad, según ellos, ilegítima. Apunta en el mismo
sentido el hecho de que fueron inversionistas mexicanos quienes hace
pocos días retiraron el capital de la filial de Kellogg’s en Venezuela,
acaso como una estrategia transnacional para golpear a Maduro y después
asociar con lo que “podría ocurrir en México de ganar AMLO”.v
Los cambios legislativos y su incidencia en las elecciones
La preocupante situación de los medios de comunicación en México es
parte de un amplio debate que no sólo se circunscribe a la violencia en
contra de los periodistas, sino a la reciente promulgación de la Ley
General de Comunicación Social, cuyo objetivo es establecer reglas
específicas para el gasto que los entes públicos realizan en los medios
de comunicación. Dicha ley, ampliamente cuestionada por organizaciones
civiles,vi
sigue sin solucionar las problemáticas relativas a la cooptación de los
medios de comunicación por parte de los políticos, permite que la
censura siga presente en el sistema comunicacional y, además, tampoco
especifica las sanciones a las que se pueden someter los funcionarios
que incumplan las normativas (entre otros problemas visibilizados por
los ciudadanos organizados). En definitiva, eterniza la manipulación de
los medios de comunicación por parte de los gobernantes, y dificulta el
ejercicio de control transparente y la rendición de cuentas, tan
necesarios en democracia.
Pero la
‘guerra sucia’ contra AMLO no ha venido sólo por parte de los medios de
comunicación, sino que se ha extendido a la clase empresarial. Ante las
declaraciones del candidato presidencial sobre la revisión de los
contratos de la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de
México, el empresario Carlos Slim señaló que la cancelación del proyecto
sería un “golpe al desarrollo” y, también, que “los candidatos a la
Presidencia no tienen por qué opinar sobre la construcción del nuevo
aeropuerto, porque son candidatos y esta obra se decidió hace cinco
años”. Además, un grupo de empresarios congregados en el Consejo
Coordinador Empresarial (CCE) -el mismo grupo que en 2006 fuera señalado
por transgredir la ley electoral al implementar una campaña de miedo
contra AMLO-vii
publicó recientemente un comunicado en el que habla de la necesidad de
convocar a la unidad del país y asevera que las empresas son parte de la
solución, no las causantes del problema, en una clara confrontación con
el candidato puntero.viii ix
A
la difícil situación del panorama comunicacional y a las presiones de
los empresarios, que se usan como armas para obstaculizar el avance del
movimiento progresista en México, se suma la grave situación de
seguridad para el ejercicio de la democracia en el país, que alimenta el
miedo de la ciudadanía. Desde el inicio del proceso electoral, se han
registrado 305 casos de agresiones políticas; de éstas, 94 fueron
asesinatos (candidatos, autoridades, dirigentes políticos, precandidatos
y familiares). Desde que comenzó formalmente la campaña electoral, el
30 de marzo, el 72% de estos ataques fue dirigido hacia figuras de la
oposición al actual Gobierno. Las agresiones que tienen un fuerte
componente político en contra de los opositores buscan anular, desplazar
o interferir sus actividades de campaña, algo que las autoridades
siguen obviando.x
En
diciembre, cuando México aprobó la Ley de Seguridad Interior (LSI), a
través de la cual se legitima el papel de los militares en la lucha
contra el narco, generó un revuelo en las Naciones Unidas, así como
entre grupos de derechos humanos locales e internacionales. Los
opositores advirtieron que la medida conduciría hacia abusos, dejaría de
manera indefinida a los soldados en las calles, y militarizaría las
actividades policiales en el futuro cercano.
Sin
embargo, hubo quienes advirtieron también que esta ley no tenía como
objetivo la lucha contra el narco, sino la posibilidad de que el
Ejército saliera a las calles para contrarrestar una eventual
manifestación pública de los seguidores de AMLO tras su derrota
electoral, como ocurrió en 2006. Así, la LSI serviría como el fundamento
legal para que, después de una elección en la que AMLO fuera derrotado,
Enrique Peña Nieto (siendo presidente en funciones) pudiera usar al
Ejército para reprimir alguna de las manifestaciones para protestar por
el resultado.xi
No
obstante ello, este escenario suena poco probable a cinco meses de
aprobada la LSI y con López Obrador 20 puntos arriba en las encuestas,
por lo que puede suponerse que, en realidad, la coyuntura no favoreció a
la estrategia legislativa, que aparentemente fue redireccionada para
aprobar iniciativas ante la previsión de un triunfador inevitable. Así,
el pasado 19 de abril, la Cámara de Diputados aprobó una reforma para
eliminar el fuero constitucional que impide que el presidente de la
República pueda ser sujeto de juicio político.xii
Aunque la reforma está aún pendiente de ser aprobada por la Cámara de
Senadores, diversos analistas consideraron, también, que la iniciativa
tiene dedicatoria para el próximo presidente.
Poco razonable parece, en un país que se ha convertido en uno de los
más violentos y corruptos del mundo (con 25.339 mil asesinatos sólo en
2017 y 7.667 en los primeros tres meses de 2018)xiii,
que la gente tenga miedo a un cambio. Contrario a ello, el miedo de la
gente es a un futuro igual al presente y al pasado gobernado por la
derecha de siempre. Por ello, hasta el momento, el intento de instalar
el miedo al cambio ha tenido poco impacto en los sondeos
pre-electorales. Aún así, el alto porcentaje de electores indecisos a
estas alturas de la campaña (un 35%, según un reciente sondeo)xiv
explica que el panorama todavía es susceptible de cambios y que la
campaña negativa contra López Obrador no ha hecho más que comenzar.
i PRI-PVEM-PANAL
ii PAN-PRD-MC
iii http://www.elfinanciero.com.mx/elecciones-2018/amlo-con-20-puntos-arriba-de-segundo-lugar-lo-impulsa-el-norte
iv http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-44064677
v https://www.jornada.com.mx/2018/05/16/mundo/027n2mun
vi https://www.altonivel.com.mx/actualidad/mexico/ley-de-comunicacion-social-ley-chayote/
vii https://www.proceso.com.mx/202888/ilegal-la-campana-empresarial-del-2006-contra-amlo-tepjf
viii http://www.cce.org.mx/trabajamos-por-mexico/
ix http://www.sinembargo.mx/04-05-2018/3415003
xhttps://www.vanguardia.com.mx/articulo/violencia-politica-suman-305-agresiones-en-proceso-electoral-94-fueron-asesinatos
xi
https://www.proceso.com.mx/516134/la-ley-de-seguridad-interior-es-una-amenaza-contra-el-derecho-de-manifestacion-colectivos-de-jalisco
xii https://www.animalpolitico.com/2018/04/diputados-comisiones-eliminar-fuero-funcionarios-presidente/
xiiihttps://www.eluniverso.com/noticias/2018/04/23/nota/6728460/violencia-mexico-repunta-deja-miles-asesinatos
xiv https://www.forbes.com.mx/meade-y-anaya-empatados-amlo-al-frente-encuesta-el-heraldo/
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