Su publicista de reciente adquisición y de viejas batallas al
servicio de lo peor del priismo, Carlos Alazraki, presumió en vísperas
del debate en Tijuana, después de su desayuno con Meade, que se daría
“una sorpresa” del aspirante priista y que “van a conocer al verdadero
Pepe Made”.
Y la “sorpresa” fue la mención de Meade de Nestora Salgado en el
segundo debate, ignorando que después de dos años ocho meses de estar
presa, nunca se pudo acreditar que la excoordinadora de la policía
comunitaria hubiera secuestrado a nadie.
La venganza del exalcalde priista –y actual candidato a diputado
federal por el tricolor – Eusebio González Rodríguez contra Nestora, fue
apoyada por el exgobernador Angel Aguirre y por personajes de tan poca
credibilidad como la señora Isabel Miranda de Wallace, transformada en
golpeadora a sueldo de las peores causas.
“Nestora Salgado va a ser senadora plurinominal por Morena, una
secuestradora, que está libre por una falla de la policía… Esto, Andrés
Manuel, quedará en tu conciencia”, afirmó Meade, quien le entregó una
hoja a López Obrador.
En la reciente edición de la revista Proceso, Nestora Salgado explicó
que la acusación en su contra como “secuestradora” fue una maniobra del
propio exalcalde priista González Rodríguez, en venganza por haber
afectado los intereses de los jóvenes sicarios que llegaron a Olinalá
con su gobierno.
Con la detención de Nestora Salgado, en 2013, inició una escalada de
violencia, represión y persecución contra movimientos sociales en
Guerrero, incluyendo en esta escalada la desaparición de los 43
normalistas de Ayotzinapa, en septiembre de 2014, y el encarcelamiento
de al menos 15 dirigentes sociales.
“Cuando el pueblo organizó su propia policía comunitaria, entonces
metieron al Ejército, a la Marina y a la policía estatal (a Olinalá),
pero nosotros ya habíamos sacado a los delincuentes. El ejército no vino
a cuidar Olinalá, vino a reprimir a la comunidad. Yo a eso le llamo
terrorismo, porque aterrorizan a la comunidad”, afirmó Nestora Salgado
en la entrevista con Proceso.
La vileza de Meade de acusar a Nestora Salgado ocurre en momentos de
una escalada de violencia en Guerrero y de asesinatos a alcaldes,
aspirantes a diputados locales, presidentes municipales y legisladores
en una de las entidades más violentas del país.
Tan sólo durante la reciente campaña de 2018 han asesinado a 36
aspirantes, ocho de ellos ya eran candidatos, cinco eran precandidatos y
otros 23 eran aspirantes. El estado de Guerrero encabeza la lista negra
con 13 políticos asesinados y le siguen Jalisco, Estado de México y
Puebla, con cuatro homicidios cada uno.
La semana pasada, el jueves 17 de mayo, la caravana de Nestora
Salgado fue detenida en el trayecto de Chilapa a San Marcos. El INE sólo
le ha proporcionado cinco escoltas, sin vehículo, y el gobierno de
Héctor Astudillo no ha proporcionado la seguridad necesaria.
En este contexto, Nestora Salgado escribió en su cuenta de Twitter:
“La difamación es un delito. Meade te reto públicamente a que pruebes
tus afirmaciones. Ya basta de que tú y el PRI criminalicen a los
luchadores sociales. ¡No nos vamos a dejar!”.
El Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la ONU determinó
desde 2015 que Nestora Salgado fue privada de su libertad de manera
injusta y exigió su liberación y la reparación del daño.
Lo que estamos observando con el “nuevo Meade” es el rostro
fascistoide de quienes apoyan al candidato priista. A través de la
amenaza a Nestora Salgado mandan un mensaje siniestro a todos los
dirigentes sociales y movimientos de protesta en el proceso de sucesión
presidencial más delicado de los últimos años.
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