71 Festival de Cannes
Leonardo García Tsao
Cannes.
Un gran triunfo fue el del afroamericano Spike Lee en su estreno de BlacKkKlansman,
su más reciente realización. El público de su primera función lo
ovacionó de pie durante varios minutos. Obviamente, el gobierno de
Donald Trump le ha vuelto a dar relevancia al cineasta, tras décadas de
no pegarla. (La última vez que estuvo en competencia en la Croisette fue
en 1991.)
Mezcla divertida de thriller, sátira social y diatriba política, BlacKkKlansman
está basada en una historia real sobre cómo el agente policiaco negro
Ron Stallworth (John David Washington) logró infiltrarse en el Ku Klux
Klan (KKK) en los años 70 con la ayuda de un compañero judío (Adam
Driver). Al mismo tiempo, Stallworth coquetea con una guapa militante
del Black Power (Laura Harrier), a la que debe salvar de un atentado del
KKK.
Lee nunca se ha distinguido por su sutileza, pero aquí viene al caso
el ataque frontal al nuevo racismo, según se ha manifestado desde el
nuevo ocupante de la Casa Blanca (a quien el director se niega a llamar
por su nombre y califica de motherfucker). De hecho, la figura
de David Dukes (Topher Grace), gran líder del KKK, es como una parodia
de Trump, con todo y su política de
America first. Y la película concluye con videos sobre el motín provocado por los supremacistas blancos que marcharon en Charlotesville el año pasado con la anuencia presidencial. Algunos colegas apuestan a que Lee es candidato a la Palma de Oro. Aunque no estoy seguro de ello, algún premio se llevará, porque ha dejado su marca.
En cambio, el exilio de Cannes no le ha hecho nada bien al maestro provocador, el porcino danés Lars von Trier. Su película The House That Jack Built (La casa construida por Jack),
exhibida fuera de competencia, trata en detalle sobre los crímenes de
un asesino en serie (Matt Dillon) de múltiples personalidades. El rumor
era de escándalo ante la excesiva violencia. En realidad, nada que no se
haya visto antes en alguna innoble slasher movie.
Ante una especie de diablo confesor llamado Verge (Bruno Ganz), el protagonista describe sus homicidios numerados como
incidentescometidos contra víctimas femeninas (salvo un par de niños). De dos horas y media de duración, el relato se vuelve hasta aburrido en lo que trata de elevar el asesinato como una de las bellas artes. Hay muchas disquisiciones con Verge sobre diversos temas, incluyendo los crímenes nazis (¿estará Von Trier haciendo un acto de contrición?). Y un infame epílogo en que Jack es castigado eternamente.
Por supuesto, hoy fue el gran estreno, fuera de competencia, de Solo: A Star Wars Story, de Ron Howard, el blockbuster
que ocupará todas las pantallas mundiales a partir del día 25. Es la
única concesión que hizo Cannes este año al gran negocio. Pero qué
concesión: la película tuvo un total de cuatro proyecciones, una de
ellas en el gran auditorio Lumière. No me molesté en verla porque ya
habrá múltiples oportunidades para hacerlo (o no).
Twitter: @walyder
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