Como otros desastres globales,
la actual pandemia ha originado gran número de declaraciones en favor
de la solidaridad y la cooperación multilaterales. Al igual que en otras
ocasiones, las acciones específicas en este sentido han vuelto a ser
tardías e insuficientes, al menos hasta el momento. La pandemia empezó a
dejarse sentir, al inicio del año, en un escenario global en el que ya
se atisbaba menor velocidad de la actividad económica, se agudizaban las
pugnas comerciales y el crecimiento del empleo y de los ingresos de los
trabajadores volvía a quedar rezagado. Un rechazo más generalizado a
los migrantes y solicitantes de refugio –con expresiones en diversos
continentes y regiones– constituía la indicación más evidente de una
evolución social y política contraria a la cohesión y la cooperación
entre naciones. Sin embargo, con la pandemia y la percepción de su
perturbador alcance y devastadoras consecuencias, en Naciones Unidas y
otros ámbitos de colaboración internacional se han abierto algunas
avenidas para la acción de la comunidad mundial. A ellas se alude en
este artículo.
La primera fue la resolución 34/274 de la Asamblea General de Naciones Unidas, del 20 de abril pasado, titulada
Cooperación internacional para garantizar el acceso mundial a los medicamentos, las vacunas y el equipo médico con los que hacer frente al Covid-19. La resolución se originó en una iniciativa mexicana, reunió un copatrocinio amplísimo y fue adoptada mediante el
procedimiento del silencio, pues no hubo objeciones u observaciones en las 72 horas siguientes a su presentación formal: de hecho, una aprobación unánime o de consenso.
La resolución incluye acciones que quedan a cargo de los miembros,
así como mandatos para el secretario general. Entre éstas destacan la
identificación de acciones y la formulación de recomendaciones
para un acceso justo, equitativo, transparente y oportuno a las futuras vacunas del Covid-19, así como a herramientas de diagnóstico y suministros médicos, con el fin de ponerlas a disposición de todos los necesitados, en particular en los países en desarrollo.
Es un mandato de extrema complejidad en el plano multilateral en el
que actúa la ONU e incluso en la dimensión nacional de la mayoría de sus
miembros. En los pasados dos meses abundaron los ejemplos de acciones
nacionales contrarias a ese particular objetivo de la resolución.
Tomaron la forma de restricciones e incluso prohibiciones al intercambio
internacional de instrumentos y artículos de diagnóstico y protección
para contagiados y personal médico y de auxilio. Se ignoraron algunas
peticiones formales de asistencia, como la formulada por Italia al
sufrir el abrumador impacto de la primera oleada de contagios. Las
respuestas nacionales a la pandemia se realizaron por completo al margen
de las opciones de coordinación y cooperación. El acceso igualitario y
no discriminatorio al tratamiento, en especial a los cuidados
intensivos, ha sido más la excepción que la regla, al menos hasta ahora.
Se instruye también al secretario general para que promueva la
creación de un grupo de trabajo interinstitucional –alrededor de la
Organización Mundial de la Salud, cuyo presupuesto regular ha resentido
el retiro ilegal de la cuota de Estados Unidos– para dar seguimiento a
los esfuerzos de la Organización en garantizar el acceso global a los
bienes y servicios necesarios para la prevención y control de la
pandemia. Como es fácil advertir, los proponentes de la resolución
tuvieron en cuenta las cuestiones centrales que requerían respuesta
multilateral.
La resolución pide a los estados miembros, en términos del comunicado informativo de la Organización: a)
aumentar la financiación para la investigación y el desarrollo de vacunas y medicamentos contra el Covid-19, privilegiando la cooperación científica internacional; b)
reforzar la cooperación, incluso con el sector privado, para desarrollar, producir y distribuir rápidamente fármacos antivirales, herramientas de diagnóstico, equipos de protección personal y vacunas, sin perder de vista
los objetivos de eficacia, seguridad, equidad, accesibilidad y asequibilidad, y c) adoptar de inmediato acciones eficaces para
evitar la especulación y el almacenamiento de medicamentos esenciales, vacunas, equipos médicos y de protección personal.
Dos semanas después de adoptada la resolución, el 4 de mayo, se
efectuó una reunión virtual de donantes, convocada por la Unión Europea,
para integrar una respuesta global coordinada al coronavirus con el
propósito de asegurar el financiamiento “de un esfuerzo pionero de
cooperación global para acelerar el desarrollo, producción y acceso
equitativo a nuevos procedimientos de diagnóstico, respuestas
terapeúticas y vacunas… que permitan controlar la pandemia y se
reconozcan como bienes públicos globales, disponibles y accesibles para
todos.” Esta segunda iniciativa será examinada en la nota que sigue, el
28 de mayo.
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