Ciudad de México. No es posible generalizar sobre
los efectos que tiene el estar encerrado en un lugar sobre la niñez, sin
embargo, existen patrones que se pueden observar, y recursos que pueden
ayudar a sobrellevar el confinamiento, afirmaron varias
psicólogas-psicoterapeutas en entrevista con Cimacnoticias. Las medidas
que se emitieron para enfrentar la pandemia, como el cierre de las
escuelas y maternales, de parques o actividades deportivas, así como el
confinamiento en casa, son absolutamente adultocéntricas.
Sin embargo, las expertas aseguraron que esta situación, que conlleva
mucha angustia para las personas adultas, puede significar lo contrario
para niñas y niños. “Para ellos, el tener que quedarse en casa no
necesariamente es algo malo. Al revés, es el lugar donde se sienten mas
seguros”, explicó la psicoanalista y psicóloga escolar, Mariana Acosta
Bourne.
“Lo más importante en la infancia sigue siendo la relación con los
cuidadores, y que ésta sea una relación consistente, previsible, y que
los haga sentir seguros. De hecho hay muchos niños y niñas que sí, está
esa nostalgia de volver a jugar, pero mientras en la casa estén cosas a
jugar, y la mamá, o mamá y mamá, papá y papá, las y los niños están
perfecto“, agregó la psicóloga y autora del libro “No hay niño malo“,
Teresa García Hubard.
Sin embargo, la experta explicó que hay muchas variables, como la
edad de niñas, niños y adolescentes, su temperamento, o la dinámica en
casa: “No es lo mismo el confinamiento en una casa donde la relación de
los papás funciona moderadamente bien, donde hay suficiente comida, a
una casa donde hay violencia, donde el niño se siente amenazado, aunque
la violencia no se dirija a él sino entre padres. El tamaño del espacio
también hace mucha diferencia”, advirtió.
En el caso de niñas y niños que viven violencia, sería muy
preocupante que ya no exista la escuela como un lugar seguro, donde hay
terceras personas que pueden denunciar actos violentos. “Sin duda, la
escuela ha sido un apoyo para este tipo de situaciones. Hay que pensar
que es de carácter temporal. En este caso, los padres tendrían que pedir
ayuda, si están en esa posibilidad”, opinó Acosta Bourne. García Hubard
apeló a vecinas y vecinos a estar atentas: “Si tenemos una vecina con
niños chiquitos y sabes que puede estarla pasando particularmente
difícil, la intención de resolver el problema eso sí puede ser demasiado
para cualquiera. Pero hay gestos amables y solidarios que pueden
sostener a alguien que creía que ahí ya no había nada”, dijo.
La pandemia amplifica problemas que existían desde antes
Como en muchos ámbitos, también en las familias, la pandemia funciona
como un amplificador de problemas que existían desde antes. Aún así, el
aislamiento y el encierro generan situaciones difíciles para madres y
padres. “Dentro de algunos síntomas que se han presentado, está la
irritabilidad, la falta de motivación, nos sentimos un poquito sensibles
y lloramos con mas facilidad, nos sentimos mas tristes, mas enojadas”,
explicó Acosta Bourne.
“También están los cambios conductuales, que afectan nuestra manera
de comer, de dormir, la capacidad para prestar atención… Tenemos menos
energía de la que quisiéramos tener, o a veces al revés, tenemos un
poquito más energía y no sabemos cómo canalizarla. Todos son ejemplos de
reacciones congruentes completamente normales y adaptadas a la
situación. Que no son un diagnóstico clínico que pudiera ser considerado
que requiere de atención psicológica, es importante diferenciar”,
continuó.
Aquí, lo importante sería cómo las personas cuidadoras manejan la
ansiedad, porque esto también tiene efectos en niñas y niños. “No se
trata de que las mamás y los papás estén en un estado Zen”, resumió
García Hubard, pero “cuando el manejo es muy malo, con frecuencia
empiezan a usar los niños como punching bag o un lugar de desahogo, lo
que hace la situación mas peligrosa. Otra posibilidad es que si están
muy nerviosos, o de mal humor, pero no le quieren explicar nada a las
niñas, niños y adolescentes”.
Sería importante que las y los niños escuchen una verdad, “dosificada
a su edad, eso sí, pero sobre todo el mensaje del adulto es: Sí mi
amor, estoy preocupada, tengo muchos problemas que resolver, pero yo
estoy a cargo. Estos son problemas de adultos. Y voy a buscar la manera
de resolverlos”.
Para las personas cuidadoras, es necesario que se observen a si
mismas, porque pueden transferir sus miedos a sus hijas e hijos, opinó
la psicoanalista Helena Maldonado Goti. “Si la mamá está angustiada de
que no lo toquen, seguramente le va generar angustia al niño pero no
porque sea propia, sino porque es desde la mamá, ¿no? Además si los
papás están tranquilos, van a poder detectar cuando las niñas y niños
tengan un problema. Lo van a poder tratar de una manera adecuada, no
exagerada, y tampoco minimizándola. Es todo un arte, pero me parece que
es un punto a trabajar.“
Acosta Bourne dio algunos ejemplos de cambios en el actuar de sus
hijas e hijos, que pueden significar que algo les abruma:“Dejan de hacer
cosas que antes hacían, como de comer, dejan de dormir como antes
dormían. O hacen algo nuevo: antes no lloraba con tanta facilidad, antes
podía ir al baño solito y ahora tiene accidentes…. Yo antes no me comía
las uñas, ahora me las estoy comiendo. Las niñas y niños a través de la
conducta piden ayuda, entonces eso serían algunas ideas de qué
observar”.
Sobrellevar el confinamiento
Otra estrategia, sería “bajar la intensidad”, aconsejó García Hubard.
“El enemigo de cualquier niño o niña es una agenda saturada. Esta
espaciosicad de, ‘ahora puedo jugar y tener tiempo libre, tiempo de
ocio’, es de las grandes cosas que muchos niños, niñas y adolescentes
modernos no tienen. El ocio favorece la creatividad, porque es un
espacio donde puedes hacer lo que tú quieras”.
Sería importante que las madres y los padres también rescaten los
efectos positivos que ha tenido la pandemia en su vida: “He oído que
alguna niñita decía a su mama, ‘me gusta lo del Coronavirus porque
jugamos’. Entonces las familias en las que se ha logrado fortalecer los
vínculos familiares, que tienen un ritmo mucho menos presionado de cosas
que hacer, como una vida mas sencilla, les resulta absolutamente
benéfico”.
Acosta Bourne recalcó que sería necesario ver no sólo lo negativo,
sino también lo positivo. Por ejemplo, cuando tenemos más comunicación
(virtual) con personas que no hemos hablado por mucho tiempo. “Jugar
juegos de mesa, hacer la tarea juntos, involucrar a niñas, niños y
adolescentes en las tareas de la casa, darles mas responsabilidades. O
que hermanas y hermanos entre ellos se ayuden con tareas escolares,
tener un ambiente más previsible, es muy positivo”, opinó.
Además, las familias ahora tendrían el tiempo de reflexionar sobre
cosas que han aprendido, sobre rutinas que no les gustaban antes y que
ahora consideran más fácil. “Pensar en lo que estamos agradecidas,
enfocarnos en esto es algo que a la larga deja algo positivo. Y todas
estas cosas también son buenas para aminorar el efecto de la
cuarentena”, es el consejo de la psicoanalista.
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