Carlos Bonfil
Uno de los efectos más
sorprendentes de la actual crisis sanitaria es la modificación obligada
de nuestras certidumbres como espectadores de cine. Hemos tenido que
renunciar al disfrute de películas en pantalla grande y en convivencia
con numerosas personas en un mismo lugar y tiempo y al placer de
compartir, de modo presencial, los entusiasmos y opiniones opuestos que
hoy ya sólo es posible transmitir por las redes sociales o mediante
estrategias de comunicación tan novedosas como insatisfactorias.
Por fortuna, estas limitaciones habrán de tener una vigencia
relativamente corta y pronto abrirán de nuevo las salas de cine y se
recuperará el buen hábito irremplazable de los goces colectivos. Por lo
pronto, conviene valorar los aprendizajes y ventajas que, de modo
compensatorio, aporta hoy la pandemia.
En esas salas de cine, hoy añoradas, siempre hubo espacios
insuficientes para proyectar expresiones como documental, cortometraje o
cine de animación, siempre relegados a un plano secundario. Esas
producciones, a menudo modestas, sin gran apoyo económico o
publicitario, estuvieron por lo general condenadas a la invisibilidad.
Los festivales de cine fueron siempre su única ventana de exhibición
efímera. Ambulante, DocsMéxico, La Matatena, Shorts México y otros
festivales, cumplen cabalmente la tarea de promoverlas. Sin embargo, los
documentales y los cortometrajes han conquistado una visibilidad
inesperada en esas plataformas digitales a las que acuden quienes,
obligados a ver cine en casa, hoy pueden apreciar una oferta fílmica
diferente.
Una de esas plataformas es Filminlatino, la cual incluye ahora, entre
sus propuestas de cine mexicano, Pasión y resistencia, Tour digital de
cortos de diversidad sexual, con la curaduría de Antonio H. Álvarez,
director del festival Cuórum Morelia. Los 13 cortometrajes que integran
este ciclo ofrecen un panorama muy sugerente de las cuestiones que más
preocupan y afectan a la comunidad homosexual en México, entre las que
destacan el flagelo irreductible de la homofobia (miedo o desprecio al
paria sexual); las dificultades para asumir una identidad propia (gay,
bisexual, transexual o transgénero) y el estigma social a que se expone
todo transgresor a la norma; la violencia de género y sus variantes que
incluyen entre sus víctimas a mujeres, travestis y transexuales, así
como los prejuicios muy arraigados en contra de las personas infectadas
con el virus de inmunodeficiencia humana.
María bonita, de Roxana Anaya, aborda en un tono de añoranza
las pasadas glorias de la hoy sexagenaria propietaria de un cabaret, El
Caporal, quien rescató de la calle a sexoservidoras para volverlas
luminarias,
bellas de noche, en un espectáculo de variedades que con el tiempo se volvería obsoleto por el auge de los table-dance.
El cabaret en ruinas tiene como contraparte a mujeres de la tercera
edad con ánimo suficiente para resistirse a la autoconmiseración y al
olvido. Una actitud parecida la tiene Octavio, un personaje pintoresco queer, quien en La bruja de Texcoco,
de Cecilia Villaverde y Alejandro Paredes, emula a su tío travesti para
vestirse y empoderarse como mujer barbada, para asombro y gozo de
quienes lo rodean. En La mariachi, de Adán Ruiz, la guitarrista
Nancy Velasco ostenta con orgullo su atuendo laboral masculino y de
igual modo reivindica a su esposa e hijo, su familia alternativa, y a su
segundo hogar, la plaza Garibaldi.
A partir de un relato del chileno Pedro Lemebel, el corto Anacondas,
de Andrés Villa, es una incursión fascinante en el mundo del ligue
homosexual clandestino bajo la dictadura de Pinochet en Chile, mientras Reset,
de Rodrigo Martín Jaffe, describe la dramática reconversión sexual
inducida en un joven gay obligado a sentir repulsión por el objeto
original de su deseo, y la súbita solidaridad moral que le brinda su
hermano menor.
De modo más alusivo, la homofobia está presente en el recuento melancólico de Las dos Claudias, de Frida Meza, y en Emilia, una
breve comedia negra de Diego Lomelí. Una denuncia lacónica de la
criminalización de la mujer víctima de un feminicidio, la presenta Paula
Aguilar en Fría culpa, mientras Un amor en rebeldía,
de Tania Claudia Castillo, ofrece el retrato de Yan María Castro,
infatigable espíritu combativo, referente obligado de la militancia gay
en México. Inmune, de Martín Bautista, es el plato fuerte de
este ciclo. En un futuro nada lejano se descubre una vacuna contra el
VIH, efectiva sólo para los no infectados por el virus. Los
seropositivos quedan así al margen de la cura milagrosa, condenados a su
suerte, y deciden rebelarse. Por razones de espacio, no es posible
comentar otros títulos interesantes, Dejarse crecer el cuerpo; de Andrea Gudiño, Espuma de mar; de Luis Mariano García, y Se murió Juan Gabriel, de Tavo Ruiz. Asignatura pendiente.
Ciclo disponible gratuitamente del 8 al 31 de mayo en filminlatino.org.
Twitter: @CarlosBonfil1
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