Oaxaca, Oax. Un día después del 10 de mayo, Rocío,
de 37 años de edad falleció en la cama del Hospital de la Mujer y el
Niño Oaxaqueño. Dos días antes había dado a luz en situaciones
complicadas. Según cuenta el hospital privado en donde fue atendida de
emergencia, ella había sido rechazada de varias instituciones públicas
de salud, y asegura, no fue una muerte asociada a la maternidad sino al
COVID-19.
La versión del hospital, choca con la de la familia, quienes
indicaron que la muerte materna y la negligente atención médica, busca
ser ocultada detrás de un falso positivo de COVID-19.
La paciente, de acuerdo con el Centro de Especialidades Jardines del
Sur, fue ingresada el pasado martes 5 de mayo de 2020, con trabajo de
parto. Según lo indicó a través de un comunicado, había sido rechazada
de las diferentes instituciones públicas de salud, por lo que la familia
la llevó al servicio privado.
Las complicaciones durante el parto llevaron a la realización de una
cesárea de urgencia. “La evolución de la paciente fue mala, se tuvo que
intervenir por sangrado, sin complicaciones en esta segunda
intervención”, aseguró el nosocomio.
De acuerdo con el hospital, el 8 de mayo, la paciente inició con
fiebre y dificultad respiratoria, la tomografía del tórax mostraba
neumonía probable por COVID-19, por ello realizaron enlaces con la
jurisdicción sanitaria de Huajuapan para la toma de muestra y su
referencia a un hospital de atención a pacientes con el nuevo
coronavirus.
La transferencia, sin embargo, señalaron, fue negada hasta que no se
tuviera el resultado, mismo que se otorgó el 10 de mayo. Luego de lo
anterior fue trasladada intubada el 11 de mayo en el Hospital de la
Mujer y el Niño Oaxaqueño. Era la única paciente en el nosocomio.
Familiares de Rocío acusaron al hospital privado de haber retrasado
el alta médica por la falta de recursos económicos ya que para lograr
que la dejaran salir tuvieron que firmar un pagaré por la cantidad de
245 mil pesos, posteriormente contrataron una ambulancia que les cobró
35 mil pesos para su traslado a Oaxaca.
Fue hasta las 18:00 horas cuando lograron salir de Huajuapan,
localidad ubicada a tres horas de distancia de la capital. La mujer fue
recibida en el Hospital General de la Mujer y el Niño Oaxaqueño, pero a
las 22:00 horas perdió la vida.
A su suerte
Rocío había iniciado con labor de parto desde el 5 de mayo. Fue
llevada al centro de salud de la población, pero no fue aceptada bajo
argumento de que sólo estaban aceptando a pacientes con COVID-19. De
acuerdo con un familiar cercano de la víctima, el médico que la recibió
en el servicio público, de apellido Mamani, le indicó que la atendería
en el hospital privado Centro de Especialidades Jardines del Sur. Aún
cuando la revisión se hizo en hospital público, la atención fue cobrada
como particular.
“El doctor Mamani operó a mi prima, se les complica y tienen que
quitarle la matriz. Mi prima se estaba desangrando. Le pusieron una de
sus unidades de sangre las cuales le provocaron reacción. Ella se
hinchó, se enronchó y tuvieron que estabilizarla”, indicó la familiar.
La madrugada del 6 de mayo ingresó a quirófano por segunda vez.
“Desde ahí empezó su calvario. No tenía mucho que había salido de la
operación cuando salieron a decir que tenían que hacerle una placa
toráxica porque no podía respirar. Supuestamente tenía agua en los
pulmones. A partir de ello indicaron que la paciente era portadora de
COVID-19”.
A la joven le fue puesto un catéter porque sus brazos estaban
completamente hinchados. La familia pidió que les mostraran los informes
médicos, pero éstos fueron negados. “Trataron mal a mi paciente,
trataron mal a la muchacha”.
El caso se volvió todavía más dramático con la circulación de un
video en donde aparece una mujer cargando a un bebé y dos niñas a su
lado, hijas de Rocío. La señora que arrulla al bebé recién nacido es la
suegra. Afligida, con voz entrecortada pide ayuda para poder enfrentar
el desamparo en el que quedó la familia tras la muerte de la madre.
Al egreso del bebé, la familia: los cinco hijos de Rocío, la suegra y
los bisabuelos, fueron puestos en aislamiento. “Son cinco niños los que
tengo que cuidar. Yo ya no puedo trabajar porque voy a cuidar de ellos,
también cuido de mis padres”, expresa la mujer. El entorno en el que
habitan es de precariedad.
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