Silvia Ribeiro*
La debacle causada por la
pandemia de Covid-19 ha devastado economías nacionales, multiplicado el
desempleo, la marginación, el hambre y la pobreza y la crisis o quiebra
de empresas de todos los tamaños. Pero algunas compañías y algunos de
los más ricos del mundo han ganado en grande con esta pandemia.
Se aceleró la preocupante tendencia que ya existía a la
digitalización (junto con la robotización y uso de inteligencia
artificial) de muchas actividades industriales y financieras, así como
de nuevos sistemas de vigilancia y control ciudadano.
Las principales ganadoras de la pandemia son las grandes plataformas
digitales: Amazon, Microsoft, Apple, Google (Alphabet), Facebook, Baidu,
Alibaba, Tencent. Las primeras cinco, conocidas como Gafam, tienen
matriz en Estados Unidos. Las otras tres, con el ahora sugestivo
acrónimo de BAT, en China.
Otras plataformas digitales, como las de entretenimiento, Zoom y
algunas de entregas a domicilio también han crecido. Unas más, como Uber
y Airbnb, han tenido pérdidas, aunque su meteórico ascenso y
competencia desleal con las compañías regulares de taxis y hoteles
(mayormente al no pagar impuestos) les habían dado abultadas ganancias.
La primacía de mercado y ganancias de las ocho mayores plataformas
(Gafam y BAT) es abrumadora. Según el informe 2019 sobre economía
digital de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo
(Unctad), 70 plataformas digitales tienen 90 por ciento del mercado
mundial, pero las siete más grandes tienen dos tercios. Esas
megaplataformas han aumentado significativamente sus ganancias en 2020,
al igual que sus fundadores, Jeff Bezos (Amazon), Bill Gates (Microsoft)
y Mark Zuckerberg (Facebook).
Según la Unctad, las empresas estadunidenses y chinas controlan 75
por ciento de las nubes de cómputo, 75 por ciento de las patentes sobre
cadenas de bloque ( blockchain) y representan 90 por ciento del valor de capitalización de mercado de todas las plataformas digitales.
Han seguido el mismo patrón que otros rubros industriales: las
megaempresas se tragan a competidores más pequeños, logrando un control
oligopólico del mercado. En años recientes, Facebook compró Whatsapp e
Instagram; Microsoft adquirió Skype y Amazon a Souq, la principal
plataforma de Medio Oriente. Facebook controla dos terceras partes de la
redes sociales y Google más de 90 por ciento de las búsquedas. Amazon,
la mayor ganadora con la pandemia, superó a Walmart como la mayor en
ventas minoristas a escala global.
Uno de los nichos de dominación de mercado es que ofrecen almacenar
los datos de otras empresas e instituciones públicas en sus servicios de
nubes, donde también pueden manejar esos datos con inteligencia
artificial. Esta capacidad de almacenamiento y uso de datos (extracción,
minería de datos, gestión, interpretación, venta) es el motor
fundamental de sus ganancias.
Siendo un factor de importancia creciente en economías nacionales y
rubros industriales esenciales, las grandes plataformas no tienen casi
fiscalización, regulación o supervisión pública. Básicamente establecen
sus propias reglas, y alegando su carácter global están entre los
mayores evasores de impuestos, lo que significa cifras astronómicas,
mayores que el PIB de decenas de países enteros.
El factor fundamental de ganancia son los datos que les entregamos al
usar estas redes. No solamente como individuos. También hay gobiernos
que entregan o facilitan a esas plataformas los datos de sectores
enteros de la población. Por ejemplo, Luis Hernández Navarro explica que
la Secretaría de Educación Pública (SEP) pretende que la educación a
distancia se realice a través de las herramientas que ofrecen Google y
Youtube, con lo que éstas tendrán acceso a una multiplicidad de datos de
profesores, alumnos e instituciones, incluyendo intereses, edad y
ubicación geográfica ( La Jornada, 14/04/20 https://tinyurl.com/y8q7788x).
Otra importante fuente de datos es el aumento exponencial de sistemas
de vigilancia y control. Con la pandemia se ha extendido el uso de
aplicaciones que siguen a las y los ciudadanos de ciudades o países
enteros, supuestamente para alertar si son o no un riesgo de contagio.
Esto, a su vez, se cruza con el uso de cámaras y lentes
inteligentes, conectados a bases de datos estatales o privadas, que ya se usan extensivamente en China, Rusia, Corea y otros países asiáticos, y va en rápido aumento en Europa y América del Norte y del Sur. El negocio es tan lucrativo que los clásicos competidores de sistemas operativos, Google y Apple, colaboran ahora en ofrecer una aplicación gratuita de monitoreo durante la pandemia, que probablemente luego incorporarán por defecto a todos los dispositivos.
Las implicaciones de control, vigilancia y potencial represión
gubernamental de estos sistemas quitan el aliento. Pero son aún más
amplias las consecuencias políticas y económicas que tienen al otorgar
acceso masivo de los datos de los ciudadanos a estas empresas y la
inducciónque las que compran los datos ejercen para vender desde productos a preferencias electorales, como sucedió con Facebook y Cambridge Analytica. No es sólo un tema de privacidad de datos personales. Se trata de los nuevos gerentes del mundo y cómo vamos a enfrentarlos colectivamente.
* Investigadora del Grupo ETC
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