Víctor M. Quintana S.*
Juárez está al sur geográfico de Estados Unidos, pero, más que nada en el
sur global, como lo concibe Boaventura de Sousa: el lugar social donde la opresión capitalista, colonialista y patriarcal se condensa y se agudiza. Eso lo confirma la manera cómo se vive en esta frontera la pandemia del Covid-19.
La letalidad sigue siendo un distintivo de esta multivulnerada
ciudad: no digamos los homicidios dolosos y culposos que en el primer
cuatrimestre de 2020 sumaron 566, de los cuales 171 fueron en abril;
sino la mortandad provocada por la pandemia: al 6 de mayo, de los 684
casos confirmados de Covid-19 en Chihuahua, 433 estaban en Juárez y de
las 125 defunciones en el estado, 104 se han dado en esta frontera: 83
por ciento, cuando esta ciudad representa 39 por ciento de la población
estatal. La tasa de letalidad, entendiendo esto como la proporción de
defunciones sobre la totalidad de contagios, ese día era de 9.7 por
ciento para el país; para Chihuahua, casi el doble, 18, pero para
Juárez, 24 por ciento, prácticamente dos veces y media el promedio
nacional.
Varios factores pueden estar detrás de las altas tasas de mortalidad
por la pandemia en Juárez, el más importante: el contagio que se da en
la industria maquiladora por las condiciones de trabajo y transporte que
no permiten la sana distancia, por lo tardío que resultó el cierre o
suspensión de labores de muchas plantas, por la falta de protección
adecuada al personal, por la negativa a dar permisos con goce pleno o
parcial de sueldo a las y los trabajadores; por el miedo de ellas y
ellos a perder el empleo si se declaran sintomáticos. Las primeras
defunciones en Juárez se dieron entre trabajadores de la empresa Lear,
luego en Electrolux, después en otras. Al 7 de mayo 104 trabajadores de
la industria maquiladora habían fallecido por la pandemia, casi 90 por
ciento del total para la ciudad. ( La Jornada, 8/5/20) La clase obrera va al contagio.
El alto porcentaje de la población local o migrante en pobreza es
otro factor: el personal de salud reporta que a los hospitales llegan
muchos migrantes del sur del país en condiciones de desnutrición, con
las defensas muy bajas por las malas condiciones de alojamiento y de
transporte. En situación similar están muchos de los habitantes de esta
frontera, donde se condensa el mayor núcleo de extrema pobreza en
Chihuahua; además de la mala alimentación, padecen la precariedad de sus
viviendas, la falta de servicios sanitarios y de salud, de agua
potable. Todo esto se agudiza porque, dada su ubicación en el desierto,
por el desmonte de tierras aledañas y el alto porcentaje de calles sin
pavimentar, en Juárez hay una proporción muy alta de partículas
suspendidas, lo que, sean tiempos de coronavirus o no, genera una fuerte
incidencia de neumonías y enfermedades bronquio respiratorias.
Por otra parte, la frontera sigue estando abierta para el tránsito
de allá para acá. Diariamente centenares de personas siguen cruzando de El Paso (donde hay mil 119 contagios y 23 defunciones) e inundan los comercios juarenses sin ningún control sanitario. No hay que olvidar que la pandemia nos viene del norte. Nuestros vecinos estadunidenses encabezan al planeta en número de contagios y defunciones.
Ahora que la mayoría de las maquiladoras ha cerrado, salvo las
esenciales, podría decirse que ya vamos de gane, pero no es así. Hay una fuerte presión de todos lados: empresas, grupos de empresarios, gobierno de Trump, para que las plantas maquiladoras vuelvan a abrir sus puertas a los más de 300 mil trabajadores de esta frontera para que no se rompan las cadenas de suministro, sobre todo de la industria automotriz.
Los trabajadores han luchado, pese a la pasividad de la CROM y la CTM
que acaparan su representación.Con la mente en los compañeros muertos
por contagio han demandado el cierre temporal de sus centros de trabajo
con pago de 100 por ciento; solicitan protección sanitaria en las líneas
de producción y en el transporte, mayor vigilancia al gobierno, pero
entre ellos hay opiniones divididas: junto a quienes exigen los cierres
temporales, están quienes manifiestan que ya no pueden resistir más
tiempo sin laborar o con el sueldo
pelón, sin estímulos ni bonos. Y ante la amenaza velada del cierre de su fuente de trabajo o del éxodo de las maquiladoras tienen que optar ante la opción del diablo: la chamba o la vida.
También han protestado los trabajadores de dos clínicas del IMSS
reclamando insumos y equipos de protección. A la fecha se han contagiado
en Juárez 36 enfermeras, 18 enfermeros, 25 médicos y 16 médicas: un
total de 95 trabajadores de la salud.
A pesar de todo, la gente de Juárez va teniendo muy clara una cosa:
ya estuvo bueno de ser siempre los de la periferia de la nación, de
ubicarse en el
sur globalde la explotación laboral, de la exclusión presupuestal y ahora de la pandemia. La primera hora del día después debe ser para esta frontera la hora de la justicia.
*Investigador-docente de la UACJ
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