6/03/2010

En recuerdo del autor de la historieta calificada como un clásico

En La familia Burrón siempre estuve “del lado de la mujer”: Gabriel Vargas

Por la redacción

México, DF, 2 jun 10 (CIMAC).- Presentamos la tercera y última parte de la entrevista a Gabriel Vargas, historietista mexicano quien falleció el pasado 25 de mayo, que nuestra compañera Carolina Velázquez le hizo en 1986 al creador del cómic La familia Burrón, y de su personaje emblemático doña Borola Tacuche, esposa de Regino Burrón, publicada al año siguiente en la sección de Cultura del periódico El Financiero.

Según el libro “100 entrevistas, 100 personajes”, publicado en 1991 por la empresa PIPSA (Productora e Importadora de Papel), entre 1980 y 1985 Vargas fue objeto de merecidas distinciones.

En 1980, la Asociación Nacional de Periodistas lo galardonó por sus 25 años de servicios, en 1981 el Club de periodistas le otorgó su premio anual, en 1983 le fue impuesta la condecoración de Gran Humanista Mexicano.

En 1984 el Club Internacional de Mujeres le dio el nombramiento simbólico de Gran Cronista del Tercer Mundo y, por último, en 1985 fue nombrado Hijo Predilecto del estado de Hidalgo.

UNA FORMA DE GANARSE LA VIDA. POR ACCIDENTE

Tercera y última parte

Por Carolina Velázquez

Para Gabriel Vargas, quien luego de una parálisis que le inmovilizó una parte del cuerpo dejó de escribir y dibujar para dictar “de viva voz” a su dibujante el texto conforme lo iba armando de memoria, La familia Burrón fue una forma de ganarse la vida.

“La han calificado como de un clásico de la historieta en México. No sabría asegurar si lo es. Me conformo con recibir las cartas de tanta gente elogiando mi trabajo y saber cómo muchas personas se ven reflejadas en las aventuras que publico. De los personajes me olvido en cuanto acabo el argumento. Me siento a trabajar con ellos de la misma manera que un abogado o un médico atiende a sus clientes. Si pensara en todos, mi cabeza sería una olla de grillos.

“Manejo 55 figuras. Las alterno en la historieta para no hacerla tan aburrida. Han pasado más de 40 años y no me canso de La familia Burrón. Escribo con gusto los argumentos de mis monigotes como el primer día”.

-- ¿A qué capa social pertenece La familia Burrón?

“Cuando me la pidieron me fijé que en las demás todos los héroes eran bandidos, piratas, toreros. Nadie se preocupaba por hacer un tipo mexicano. Había que hacer otra cosa. El mexicano es el hombre de la clase media. Yo crecí en ese ambiente y a ese tipo de personas observé. No lo razoné mucho, para serle franco. Pensé en tratar de encontrar un equilibrio y cómo manejarlo mejor. En ese medio me fue más fácil mover a los personajes de las historietas”.

-- ¿Por qué eligió la ciudad de México para ubicar la historieta?

“Soy absolutamente citadino. Nací en Tulancingo, Hidalgo, una ciudad pequeña, tierra de valientes a caballo, muy matones y enamorados. Pero llegué aquí a los cuatro años. Si hubiera un lugar más grande que el DF ahí estaría. De la ciudad de México me gusta todo. Es pintoresca y tiene gran variedad de matices para que uno pueda desenvolverse. En otros años la recorría completa para conocer cuál era el verdadero México.

“Visité vecindades, cabarets, teatros y carpas por más de 25 años. Andaba por las calles más concurridas observando la actuación de la gente. En la noche, sobre todo de ocho a dos de la mañana, San Juan de Letrán (hoy Eje Central Lázaro Cárdenas) era alegre y pacífico.

En La Merced (mercado en el centro histórico) me paraba a escuchar a los merolicos. En los cabarets aprendí a bailar danzón, fox trot y blues. Nunca iba solo, soy muy miedoso. Me acompañaban siempre dos amigos. A uno de ellos lo apodaban El Tractos, de ahí tomé el personaje.

“Conocí, también, la vida de muchas mujeres. Escuchaba sus problemas y les ayudaba con dinero, zapatos o medicinas. Comprobé que eran mujeres abandonadas por la fortuna. Siempre me preocuparon las más feas. Algunas vivían tragedias desgarradoras.

“Aquí entre nos en la historieta siempre he estado del lado de la mujer, la he defendido. Sobre todo a las indefensas y humildes, a las que no tienen ilustración. Trato de defenderlas desde el punto de vista chusco. Casi siempre tienen maridos haraganes y borrachos. Doña Borola intercede por sus vecinas, las regaña y les dice que no tienen porque aguantar a hombres con tantos defectos.

“Ahora la ciudad ha cambiado, se volvió un lugar peligroso. Da pavor entrar a un cabaret. He sido testigo de asaltos en la puerta de mi casa. Ya no puedo salir a caminar por las calles como antes. En la noche me encierro, rezo un Padrenuestro y me voy a la cama”.

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