José Francisco Gallardo Rodríguez
El operativo Rápido y furioso de la Oficina de Control de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) lanzado a territorio nacional, hizo desgarrar las vestiduras de la clase política (toda) en México, quien maniobra no sólo “lenta y apáticamente” sino servil a los intereses de Estados Unidos (EU), pero se enreda en la bandera de la soberanía, no para defenderla sino para buscar espacios de poder.
La información que tuvo lugar entre funcionarios de la ley de EU y México en torno al operativo, se concentraron en actividades realizadas en territorio de EU para atacar el tráfico de armas. La transferencia de armas a territorio mexicano es sólo un supuesto; así se entiende que EU no autorizó el contrabando intencional y controlado de armas a México (Eric Holder, procurador).
Sí, y entonces ¿qué fue la operación de la ATF? Lógico, una operación encubierta que lejos estuvo de haber sido percibida y detenida por los aparatos de seguridad del Estado, menos por la oficina de espionaje político, el llamado Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
EU tiene un sistema de inteligencia de los más complejos y sofisticados del mundo, que dirigen la inteligencia hacia el exterior y utiliza la contrainteligencia, como fue el operativo, para sopesar a los servicios de inteligencia externos. Una de las características de estos servicios es que actúan encubiertos y su actividad la deben hacer en secreto. Por tanto, estas operaciones no se pueden anunciar, menos al Estado al que se va a incursionar; la pregunta es ¿por qué no funciona el “sistema” de inteligencia mexicano?
Así las cosas, el propósito de un servicio de inteligencia es, esencialmente, obtener información para contribuir a salvaguardar los intereses del Estado, su integridad y su seguridad territorial. La inteligencia constituye un auxiliar fundamental e indispensable para la toma de decisiones.
En el caso del operativo arroja a simple vista la siguiente información: ignorancia y corrupción del gobierno de Felipe Calderón, debilidad de la frontera, inoperancia de la Dirección General de Aduanas, infiltración del aparato de seguridad, tibieza y mezquindad de la Secretaría de Relaciones Exteriores, colusión de los poderes, colapso del sistema de defensa nacional, y la inexistencia de un sistema de inteligencia, entre otras, que hayan motivado el operativo; EU ya tiene esta información, curiosamente cuando la Oficina de Aduanas y Migración (ICE) anuncia que en México se establece la agencia más grande fuera de EU; ¿qué sigue?, una ocupación militar, aunque no abierta, será como es el caso con el mayor ejército privado del mundo Blackwater, hoy Xe Services.
Los sistemas de inteligencia no son un auxiliar ordinario. Tienen prerrogativas muy superiores a las de otros organismos estatales. Es una actividad costosa. Por tal razón, su empleo debe responder a un significativo interés público y debe poseer límites y control, para salvaguardar los derechos y garantías individuales. En ellos no opera la ética sino la “razón de Estado”, por eso da risa la ingenuidad de nuestros políticos y militares al pedir cuentas a Washington.
La actividad de inteligencia no posee características ideales en ninguna parte del mundo. El carácter subrepticio que tienen sus manifestaciones, las limitaciones en los controles que suelen existir en ella respecto de otras actividades estatales, la circunstancia de hallarse comprometidos en ella en forma significativa los valores de defensa y seguridad interior, establecen aspectos que se conjugan para ello.
Por otra parte, se ha entendido tradicionalmente que las operaciones encubiertas constituyen un instrumento de política intermedia entre la diplomacia y la guerra. A través de este tipo de acciones, se procura obtener un objetivo político que se revela inalcanzable por medios diplomáticos, aplicando coerción, pero sin que quede expuesto su origen, limitando así consecuencias negativas ante la opinión pública internacional o represalias.
El espectro de las medidas coercitivas que pueden ser aplicadas encubiertamente es muy amplio. Por ejemplo, el asesoramiento, adiestramiento militar y suministro de armamento u otros pertrechos a opositores del régimen vigente en otro país, al que se quiere desestabilizar; operaciones de acción psicológica llevadas a cabo en un país cuya política se pretende influir; operaciones de sabotaje, contra objetivos de interés político, económico o militar; penetración y/o destrucción de sistemas de información; propaganda encubierta; atentados con miras a la destrucción de bienes o asesinatos de personas; y la invasión de un país adversario por parte de un amigo o aliado de quien instiga, en realidad, la operación.
Así, la Orden Ejecutiva N° 12.333 sobre Actividades de inteligencia de EU, prevé las operaciones encubiertas con el nombre de specialactivities. La Sección 413-e define el término “acción encubierta” como: una actividad o actividades del gobierno destinadas a influir en las condiciones políticas, económicas o militares en el extranjero.
La lucha contra las drogas impuesta a Calderón a través de la Iniciativa Mérida, es una operación encubierta sostenida en tres pilares: drogas, armas y caos, para la anexión de México a los intereses de EU en su lucha por la hegemonía a nivel internacional.
generalgallardo@yahoo.com.mx
Cortesía de Forum en Línea
El operativo Rápido y furioso de la Oficina de Control de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) lanzado a territorio nacional, hizo desgarrar las vestiduras de la clase política (toda) en México, quien maniobra no sólo “lenta y apáticamente” sino servil a los intereses de Estados Unidos (EU), pero se enreda en la bandera de la soberanía, no para defenderla sino para buscar espacios de poder.
La información que tuvo lugar entre funcionarios de la ley de EU y México en torno al operativo, se concentraron en actividades realizadas en territorio de EU para atacar el tráfico de armas. La transferencia de armas a territorio mexicano es sólo un supuesto; así se entiende que EU no autorizó el contrabando intencional y controlado de armas a México (Eric Holder, procurador).
Sí, y entonces ¿qué fue la operación de la ATF? Lógico, una operación encubierta que lejos estuvo de haber sido percibida y detenida por los aparatos de seguridad del Estado, menos por la oficina de espionaje político, el llamado Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
EU tiene un sistema de inteligencia de los más complejos y sofisticados del mundo, que dirigen la inteligencia hacia el exterior y utiliza la contrainteligencia, como fue el operativo, para sopesar a los servicios de inteligencia externos. Una de las características de estos servicios es que actúan encubiertos y su actividad la deben hacer en secreto. Por tanto, estas operaciones no se pueden anunciar, menos al Estado al que se va a incursionar; la pregunta es ¿por qué no funciona el “sistema” de inteligencia mexicano?
Así las cosas, el propósito de un servicio de inteligencia es, esencialmente, obtener información para contribuir a salvaguardar los intereses del Estado, su integridad y su seguridad territorial. La inteligencia constituye un auxiliar fundamental e indispensable para la toma de decisiones.
En el caso del operativo arroja a simple vista la siguiente información: ignorancia y corrupción del gobierno de Felipe Calderón, debilidad de la frontera, inoperancia de la Dirección General de Aduanas, infiltración del aparato de seguridad, tibieza y mezquindad de la Secretaría de Relaciones Exteriores, colusión de los poderes, colapso del sistema de defensa nacional, y la inexistencia de un sistema de inteligencia, entre otras, que hayan motivado el operativo; EU ya tiene esta información, curiosamente cuando la Oficina de Aduanas y Migración (ICE) anuncia que en México se establece la agencia más grande fuera de EU; ¿qué sigue?, una ocupación militar, aunque no abierta, será como es el caso con el mayor ejército privado del mundo Blackwater, hoy Xe Services.
Los sistemas de inteligencia no son un auxiliar ordinario. Tienen prerrogativas muy superiores a las de otros organismos estatales. Es una actividad costosa. Por tal razón, su empleo debe responder a un significativo interés público y debe poseer límites y control, para salvaguardar los derechos y garantías individuales. En ellos no opera la ética sino la “razón de Estado”, por eso da risa la ingenuidad de nuestros políticos y militares al pedir cuentas a Washington.
La actividad de inteligencia no posee características ideales en ninguna parte del mundo. El carácter subrepticio que tienen sus manifestaciones, las limitaciones en los controles que suelen existir en ella respecto de otras actividades estatales, la circunstancia de hallarse comprometidos en ella en forma significativa los valores de defensa y seguridad interior, establecen aspectos que se conjugan para ello.
Por otra parte, se ha entendido tradicionalmente que las operaciones encubiertas constituyen un instrumento de política intermedia entre la diplomacia y la guerra. A través de este tipo de acciones, se procura obtener un objetivo político que se revela inalcanzable por medios diplomáticos, aplicando coerción, pero sin que quede expuesto su origen, limitando así consecuencias negativas ante la opinión pública internacional o represalias.
El espectro de las medidas coercitivas que pueden ser aplicadas encubiertamente es muy amplio. Por ejemplo, el asesoramiento, adiestramiento militar y suministro de armamento u otros pertrechos a opositores del régimen vigente en otro país, al que se quiere desestabilizar; operaciones de acción psicológica llevadas a cabo en un país cuya política se pretende influir; operaciones de sabotaje, contra objetivos de interés político, económico o militar; penetración y/o destrucción de sistemas de información; propaganda encubierta; atentados con miras a la destrucción de bienes o asesinatos de personas; y la invasión de un país adversario por parte de un amigo o aliado de quien instiga, en realidad, la operación.
Así, la Orden Ejecutiva N° 12.333 sobre Actividades de inteligencia de EU, prevé las operaciones encubiertas con el nombre de specialactivities. La Sección 413-e define el término “acción encubierta” como: una actividad o actividades del gobierno destinadas a influir en las condiciones políticas, económicas o militares en el extranjero.
La lucha contra las drogas impuesta a Calderón a través de la Iniciativa Mérida, es una operación encubierta sostenida en tres pilares: drogas, armas y caos, para la anexión de México a los intereses de EU en su lucha por la hegemonía a nivel internacional.
generalgallardo@yahoo.com.mx
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