Pillados con las manos en la masa de la captura de Jorge Hank Rhon (quien se presume es el autor intelectual del homicidio del periodista Héctor Félix Miranda, del semanario Zeta que se edita en Tijuana, más conocido por su apodo de El Gato Félix), los calderonistas para todo usan a los militares, como si el país ya estuviera bajo el golpe militar y sin orden de cateo ni aprehensión del millonario (hijo de aquel que fijó la divisa de “político pobre… pobre político” y así nacieron los Del Mazo, los Montiel, los Chuayffet, los Peña Nieto, etcétera), asaltaron su domicilio en una maniobra largamente organizada y a la que Calderón, obviamente (a menos que sea un príncipe idiota), dio su aprobación.
Empero, su vocero el señor Poiré (con voz intimidatoria y mirada retadora para asustar), que depende de Calderón, dijo a los reporteros de todos los medios de comunicación que éste no sabía del asalto en la madrugada a la mansión del mexiquense, expresidentes municipal de Tijuana (dueño de al menos 100 casas de apuestas, el hipódromo tijuanense, un zoológico al estilo africano y empresas, así como compadre de Roberto Madrazo, amigo de Peña Nieto y representante del priismo más antiguo). ¿Calderón no sabía? Podrá no enterarse de otros hechos, pero cuando se trata de un pez gordo, lo sabe y es quien da la orden presidencial.
Pero Poiré, en todas sus intervenciones para justificar la barbarie de meterse a un domicilio donde había una niña de 13 años a la que amagaron con armas de alto poder, cuando al tal Hank lo hubieran pescado sin agredir a su familia, siempre sostuvo que Calderón se enteró al otro día por las informaciones, como cualquier hijo de vecino. Poiré es, o se hace.
Que los integrantes de la opinión pública, nos hayamos enterado del sabadazo, no significa que Calderón no supiera nada de la conspiración militar, con el mismo Poiré al tanto desde el inicio del operativo, de Blake, el de Gobernación; de García Luna, el policía condecorado y en quien pensó Calderón para instituir el día del policía.
Sólo a un bobo como Poiré, se le ocurre que puede tomarle el pelo a la opinión pública. Y tratar de engañarla, sosteniendo la mentira respecto de que Calderón fue ajeno al operativo y del que debió haber estado pendiente desde su búnker, en los sótanos de Los Pinos, para seguir paso a paso la ilegalidad de lo que bien pudo hacer con resoluciones judiciales; eso sí, después del hecho, en el segundo cateo los militares… .¡presentaron la orden del juez! Para dárselas de legales. Estamos en vísperas de que el ordenamiento constitucional quede abrogado, sin vigencia, interrumpido por la rebelión militar y los desafíos de las delincuencias. Algo se está pudriendo y tenemos enfrente el golpismo que suspenderá las elecciones y el sucesor será un general o el policía Genaro García Luna, quien como Calderón, sí estaba enterado de lo de Hank. A pesar de que Poiré presente a su jefe como que está en la Luna.
cepedaneri@prodigy.net.mx
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