7/11/2011

EPN, asociación civil


Utopía


Eduardo Ibarra Aguirre.


Pobre imaginación mostraron los integrantes de Expresión Política Nacional, pese a los multimillonarios recursos públicos que cobijan a las iniciativas de la Casa de Gobierno en Toluca, al hacer coincidir las iniciales del grupo con las de Enrique Peña Nieto, el precandidato mejor posicionado para ocupar Los Pinos el 1 de diciembre de 2012, si nos atenemos a las encuestas que hacen y divulgan sus proveedores.

500 legisladores del Partido Revolucionario Institucional acompañaron a Peña Nieto para celebrar el triunfo de Eruviel Ávila como candidato a gobernador mexiquense, con una vuelta a los tiempos en que el partido mayoritario, el del abstencionismo, cosechó 56.87 por ciento de las apáticas voluntades ciudadanas o bien mostraron así cierto hartazgo con el estado de cosas imperante tras 80 años de gobiernos tricolores, una parte bajo el imperio del Grupo Atlacomulco; a los triunfos aplastantes, “con una votación histórica”, que no convencen y son objeto del análisis –con la resistencia de todas las dirigencias partidistas-- y la crítica; además de la mercantilización del sufragio con la entrega, por ejemplo, de la tarjeta de debito “la efectiva” para adquirir alimentos hasta por mil 500 pesos, y la compra del voto hasta por 5 mil pesos; la cínica parcialidad del Instituto Electoral del Estado de México y del tribunal competente con el irrespeto, por ejemplo, del tope de gastos de campaña que el exalcalde de Ecatepec multiplicó por cuatro.

Mas los candidatos de la oposición no cantaron mal las rancheras. No tanto porque Alejandro Encinas descubrió el hilo negro al revelar la noche del domingo 3: “Y el dinosaurio sigue allí”, en tanto Luis Felipe Bravo Mena ridículo auguró en la víspera: “Se les caerá la baba” a mis críticos porque voy a ganar, sino que los partidos que postularon al primero no tuvieron representantes en 10 mil de las 17 mil casillas --asegura Jaime Avilés, periodista que aboga sin matices por la ruptura del Movimiento Regeneración Nacional con el Partido de la Revolución Democrática--, y por supuesto que no es convincente denunciar y llorar lo que no se supo cuidar.

Volvamos al festejo y el discurso de EPN, el ganador del primer domingo de julio, quien pidió a sus invitados “No echar las campanas al vuelo” y elegir al candidato presidencial con la misma seriedad y profesionalismo. Eso dicen que dijo, de acuerdo a versiones de algunos asistentes porque a todos se les quitaron los teléfonos y se les pidió secrecía. Reedición del “tapadismo, la cargada y candidatos únicos que huelen a naftalina en clóset”, acusó el rezagado Manlio Fabio Beltrones.

Peña Nieto olvida que la “seriedad y el profesionalismo” correspondieron al Grupo Atlacomulco porque él estaba empecinado en su candidato Alfredo del Mazo Maza. Pero cuando detectaron las reuniones que sostuvo Eruviel Ávila con dirigentes de las oposiciones, las señales de alarma se encendieron en Toluca y el proyecto aliancista PAN-PRD perdió atractivo pragmático.

Los asistentes a la fiesta partidista –de una facción-- y gubernamental, salieron convencidos por la socorrida idea de todos los políticos que no logran articular alianzas para una elección –fue el caso del distinguido yunquista que aspiró a gobernar a los mexiquenses y de Felipe Calderón para las intermedias de 2009--, expuesta como propia por EPN: “La alianza que el PRI debe buscar es con la sociedad”.

La tesis va tan en serio que en el Revolucionario Institucional se confrontan por la alianza con una poderosa señora que no se llama sociedad, sino Elba Esther Gordillo, con la que Enrique Peña tiene excelentes relaciones sindicales, educativas y políticas.

Acuse de recibo

Un lector asiduo de Utopía, quien me pide omita su nombre, comparte el siguiente testimonio y comentario sobre Ajuste de cuentas (8-VII-11): “Leí y releí tu artículo, me gustó mucho, fuiste benévolo con dos personajes que emanan de dos de las cañerías de la vida política mexicana. Recuerda, la frase anterior la pronunció ‘la maistra’, al referirse una vez al senador Beltrones. Del siniestro Yunes cualquier historia es creíble, cuando era director general del ISSSTE se reunió varias veces a cenar con el ingeniero Margarito Montes Parra, se decían amigos, él siempre acompañado de un funcionario del ISSSTE, de apellido Ampudia. Siempre eran cenas, había mucho licor y las mismas promesas: 50 millones por traicionar a Fidel Herrera y la concesión de la venta de frutas, verduras y cárnicos en todas las tiendas del ISSSTE, a cambio de tu apoyo y de tu organización. Esto lo repetía cada cena, habrán sido tres o cuatro (…) Hace más de 30 años conocí a Yunes, siempre me ha caído mal, por eso dejé de asistir a las cenas. Al día siguiente nos reíamos de la cena, de las promesas y la desesperación enferma de Yunes por ser gobernador de Veracruz. Montes Parra, comentaba: Nos quiere comprar para vendernos al verdugo que mejor pague. Aclaro, los 50 millones no eran soborno, era ‘capital de trabajo a fondo perdido’, el dinero salía del ISSSTE”.

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