Alberto Aziz Nassif
Ahora que se abrió el proceso para registrar nuevos partidos políticos llegaron al IFE 50 solicitudes. En este conjunto hay de todo como en una botica, pero se pueden destacar al menos tres grupos: los viejos que regresan porque es insoportable estar fuera del presupuesto y, además, es un error. Así, vemos otra vez en la cola lo que quedó del sinarquismo, del PST, del PARM y del Partido Socialdemócrata, todos perdieron el registro por falta de votos; otro grupo se integra de las escisiones de todos los colores, del PRI, PAN y del PRD, y también de pequeños partidos; por último, están los que quieren probar suerte por primera vez, ya sea que son agrupaciones políticas o simplemente se trata de membretes que no representan a nadie. ¿Necesita la democracia mexicana tener nuevos partidos o sólo se trata de un buen negocio para sus promotores? Me atrevo a pensar que, con la excepción de Morena, las demás peticiones sólo representan a sus promotores.
¿Hacen falta nuevos partidos? Si con los partidos que hay ya no se sabe qué hacer para que rindan cuentas de forma transparente y para que representen a los ciudadanos, ¿qué haremos con nuevos, que en su gran mayoría son completamente desconocidos? Tener un registro es como contar con placas para circular en la política partidista, muchas ventajas y pocas obligaciones. En las democracias existen partidos grandes, que son los que gobiernan, y partidos más pequeños, que representan a sectores minoritarios de la sociedad. En los sistemas pluripartidistas se hacen alianzas y se forman coaliciones, es una dinámica usual. Lo que cambia de un caso a otro son, por ejemplo, las reglas para el financiamiento, los requisitos para el registro y el tipo de beneficios, como comprar espacios en medios o recibir los tiempos estatales, como en México desde 2007. En España —que era modelo democrático hasta hace poco tiempo, pero hoy está completamente vapuleado— el financiamiento a los partidos se hace después de las elecciones en función de los votos obtenidos. Si aplicáramos esta regla ex post en México tendríamos más posibilidades de tener partidos reales y no simples negocios.
En nuestro país hemos tenido experiencias muy cuestionables con partidos nuevos que sólo han sido negocios familiares, o simples aventuras costosas. Los nuevos partidos, en su gran mayoría, se han contaminado de las mañas de los grandes y han terminado en un completo fracaso, con cargo al erario y muy lejos de representar opciones ciudadanas. Partidos van y vienen, pero en los últimos años se estabilizó el número en un sistema de tres grandes (PRI, PAN y PRD) y cuatro chicos (el PVEM, instrumento de las televisoras; el Panal, debería estar prohibido por ser gremial; MC y PT). Ahora con la separación de Morena es previsible que cambie la correlación entre los partidos de izquierda. Más tardó AMLO en pintar su raya que sus viejos aliados en mostrarse oportunistas, como sucedió con el PT, que no está dispuesto a perder sus placas y estará aliado al PRI en Baja California. Durante las 14 elecciones locales de 2013 veremos una extraña red de alianzas electorales. Los viejos políticos (Espino, Círigo, Arce, Aguilar Talamantes, etcétera) que han sido expulsados de sus partidos originarios o que han roto con ellos están lejos de representar una opción nueva. Se trata de un reciclaje que anuncia otra entrada al negocio.
Las reglas para obtener registro como partido político exigen cierto nivel de organización, sin embargo, sigue siendo bajo el umbral para colarse. La puerta de entrada al registro resulta relativamente fácil de cruzar. Se necesita tener 3 mil afiliados en por lo menos 20 estados del país o 300 en 200 distritos, lo cual representa unos 60 mil militantes, pero también se exige tener un 0.26% del padrón electoral, lo cual representa entre unos 220 y 223 mil afiliados. De forma hipotética se puede prever que de las 50 peticiones de registro si acaso dos o tres cumplirán con los requisitos, de los cuales quizá sólo uno de ellos alcance el 2% de votos en las elecciones intermedias del 2015 para conservar el registro.
Con el enorme desencanto que hay en la vida política del país y el gran desprestigio de los partidos y los políticos, entre todas las solicitudes no se ve hasta el momento algún proyecto nuevo, creativo, que vaya a cambiar el mundo político. Tal vez el caso de Morena es el que tiene mejor resuelto los requisitos, sin embargo, representa una escisión en la izquierda. En suma, el registro de nuevos partidos, con las reglas actuales, no deja de ser un buen negocio para reciclar a viejos políticos…
@AzizNassif
Investigador del CIESAS
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