La frase del presidente municipal Luis Walton de que esto sucede en todo el mundo, en ese tono de “no le echen mucha crema a sus tacos”, reveló de cuerpo entero lo que son y piensan los personajes del poder, sobre una realidad que vivimos las mujeres y que les importa bien poco.
México
D.F., 07 feb. 13. AmecoPress.- El ataque criminal y la violación sexual
a cinco turistas españolas la madrugada del 5 de febrero en un bungaló
de la Colonia San Andrés del poblado Alfredo B. Bonfil, muy cerca o
pegado al puerto de Acapulco, Guerrero, ha sacado a flote hechos y
situaciones que hemos documentado en los últimos 30 años. Pero sobre
todo ha puesto en claro la miseria humana e ideológica de quienes nos
gobiernan.
La
frase del presidente municipal Luis Walton de que esto sucede en todo
el mundo, en ese tono de “no le echen mucha crema a sus tacos”, reveló
de cuerpo entero lo que son y piensan los personajes del poder, sobre
una realidad que vivimos las mujeres y que les importa bien poco.
Para quienes
se colocan en la esfera del poder real y tienen en sus manos la
posibilidad concreta de mitigar y no sólo combatir sino erradicar la
violencia, todas las violencias, incluyendo la sexual, resulta
insultante que les parezca natural, sobre representado o insustancial
un hecho como el sucedido a las turistas españolas.
Luis Walton
hace casi nada era el dirigente del ahora partido Movimiento Ciudadano,
antes Convergencia, el partido “Naranja” que fundó el ex gobernador de
Veracruz, Dante Delgado.
Walton, un
recio hombre común, autoritario, sin sensibilidad política ni social,
como dirigente de ese partido, fue el primero en resistirse a que las
mujeres en ese partido de “izquierda” pudieran desarrollarse. Fue el
principal dique para crear un movimiento nacional de mujeres al
interior del partido naranja; responsable de hacer triquiñuelas para
evadir la ley en lo que se refiere a la obligación de los partidos a
promover el liderazgo femenino.
Cuando
pretendía llegar a la posición que hoy tiene, siendo precandidato, un
grupo de ingenuas le organizaron una gran reunión con mujeres
indígenas. Enorme, como de tres o cuatro mil mujeres. Él lo desestimó y
su partido hizo caso omiso de tal promoción. Acusó a las organizadoras
de confundir su partido, casi familiar y como sabemos, pretender quién
sabe qué, para quitar algo, porque ahí sólo hay cierta clase de
negocios que se hacen para encumbrar a los menos y no hacer realmente
política, menos social, menos comprometida y mucho menos con
perspectiva de género, como se dice.
Se sirvió de
ellas. Y ellas, en esas instancias de género que existen en los
partidos, nunca tuvieron recursos, ni reconocimiento. Todo lo
contrario.
Por eso no me
llama la atención que esa expresión haya “indignado” a tantas personas
y sobre todo que ha generado expresiones de muchos comunicadores
televisivos dándose golpes de pecho, porque consideran esto “horrible e
inaceptable”. Y lo es, pero ellos no lo sienten.
Durante años
hemos llevado la cuenta, que ahora también se coloca como noticia: 15
mil denuncias anuales de violación en este país, donde no se investiga
o muy poco y dónde la mayoría de los responsables están libres. No hay
justicia, pero eso no altera las conciencias, sólo que ahora se trata
de un asunto mediático, tanto en México como en España, tanto que los
diarios españoles están sorprendidos y reclaman; tanto como las
autoridades consulares españolas y lo que genéricamente llamamos
opinión pública.
La violencia
contra las mujeres es un hecho real que crece, que afecta a todas las
mujeres, que ha arrancado en los últimos lustros una docena de leyes,
decretos y modificaciones a los códigos penales, pero que sin embargo
no disminuye, no hay seguridad para las mujeres, no existe una
verdadera y creciente indignación. Menos se trata de un asunto de
Estado o prioritario para la tan llevada y traída vida democrática de
México.
También
escuché a algunos “opinadores” que esto que ha sucedido, no es
admisible y que nos parecemos a países tan allá, lejanos, y raros, como
la India o los países musulmanes.
Pero qué es
cierto. Que teniendo todo el conocimiento de lo que sucede, 15 mil
denuncias, una cifra negra que podría duplicar los atropellos, que
sabiendo que las mujeres son violentadas sistemáticamente en un proceso
que se llama violencia feminicida y que en muchos casos resulta en
homicidios, casi 2 mil al año en México; que teniendo en sus manos tal
vez unos 200 manuales de cómo prevenirla, tratarla, atenderla,
disminuirla y buscar su desaparición, se resisten a reconocer a las
mujeres como iguales y con las mismas oportunidades.
Hay una lista
infinita de expresiones privadas y públicas de las personas con poder
que son idénticas a ésta que resulta ilustrativa, la del macho cabreo,
fortachón y elemental de Luis Walton, un dirigente sin historia y con
mucho dinero. Un ejemplo de lo que son los mismos que ahora se golpean
el pecho. Basta con mirar las declaraciones de los dirigentes de todos
los partidos, todos ellos haciendo trampas para no promover a las
mujeres, disminuyendo los presupuestos en las Cámaras en los asuntos de
la mitad de la población.
Algunos han
pretendido incluso cambiar las leyes. Otros ponen a mujeres
incondicionales en los puestos ahora conocidos como de género, los
mismos que se opusieron a que por ley se consideren a la violación y al
abuso dentro del matrimonio.
Todavía
recuerdo que en Colima, hace muchos años, cuando Griselda Álvarez fue
gobernadora, los hombres se organizaron para poner obstáculos a lo que
sería el primer acto de gobierno que reconocía la violencia contra las
mujeres. Y echaron piedras y jitomates a la primera institución que
sólo pretendía atender a las víctimas.
Qué decir de
las enormes dificultades para conseguir las normas de atención
sanitaria en las instancias de Salud para las mujeres violentadas. Ni
qué decir de quienes se desde el poder minimizan las dificultades
familiares, donde las mujeres reciben discriminación y castigos.
Ahora en esta
orquesta de vanidades, porque el tema es que se trata de cinco
españolas, ya hablan de lo mal que queda el país, de lo feo que es
tener una imagen tan deplorable, son los mismos que propician en sus
medios de comunicación el trato indigno y disminuido de las mujeres.
Total son las reinas del hogar, pero son las esclavas de sus apetitos
más inconfesables. Esos medios propician la trata, el desprecio por las
diputadas y se han encargado de ofender, disminuir, mal tratar a las
mujeres políticas.
La violencia
contra las mujeres impide que ellas, nosotras, tengamos la posibilidad
de acceder a nuestros derechos, escritos en papel, pero derribados una
y otra vez en la práctica cotidiana. Yo diría que estamos en presencia,
una vez más, sólo de discursos y simulación. Nada concreto.
Hay quienes
escriben que se acaba de hacer un estudio, y que es sorprendente.
Mentira. Recuerdo hace 30 años que Rafael Ruiz Harrel, un eminente
investigador y uno de los primeros encuestólogos, decía que sólo se
denuncia una de cada cinco violaciones y que este era un asunto de
Estado.
Los organismos
internacionales han documentado prolijamente este gravísimo problema.
Tres de cada 10 mexicanas han vivido escenarios de violencia. Y eso es
cierto, todo mundo lo sabe, pero todo mundo lo olvida.
Un locutor de
esos que todas y todos conocemos, se sorprende porque no hay una
reacción, fíjense ustedes, “de las mujeres frente a los hechos de
Acapulco”, como si hubo, recordó, una movilización en la India
recientemente. ¿Será? Es un tipo ignorante. Las mujeres hemos salido a
la calle, con el silencio de los medios, desde hace décadas, reclamando
el cese de la violencia contra las mujeres, nos hemos sumado con lápiz
en mano a armar leyes, a modificar otras, a llevar los casos tanto a la
Suprema Corte como a los organismos internacionales, sólo que no hay
eco en los medios televisivos e “importantes”, para entrar al problema
y coadyuvar a reconocerlo y enfrentarlo. Los políticos responsables se
hacen que la virgen les habla.
Luis Walton
sintetiza lo que los hombres del poder piensan, por eso no cesa la
violencia contra las mujeres, porque programas, acciones,
instituciones, van y vienen, pero realmente ninguna autoridad se ha
comprometido a parar este horror y simulan. En su fuero interno piensan
“y qué más quieren estas viejas”.
No hace mucho
que el periódico El País recodaba al nuevo gobierno de México, que
nuestro país es uno donde ser mujer es vivir en las peores condiciones,
entre el número 15 y 18, sólo por arriba de los países musulmanes. Y
también ese diario español ponía como ejemplo de la falta de dignidad a
las mujeres, que las trabajadoras de Televisa que informan sobre el
tiempo, se las presenta como un objeto sexual más que como una
profesional.
Walton debería
avergonzarse de sus palabras realmente y encontrar esta vez a los
responsables del crimen contra 14 personas, 6 mujeres –ojo una no
ultrajada- y 7 hombres, a quienes se les amenazó, robó, ultrajó
impunemente, porque “esto pasa en todo el mundo”, es decir, no hagan
olas.
Foto: Archivo AmecoPress.
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