Rosalía Vergara
Una mujer protesta en contra de los feminicidios. Foto: Jesús Cruz |
MÉXICO,
D.F. (apro).- María Antonia Márquez lleva diez años exigiendo justicia
por el asesinato de su hija Nadia Alejandra Muciño Márquez, a manos de
su esposo Bernardo y su cuñado Isidro López Gutiérrez, en el estado de
México. Ambos fueron exculpados por las autoridades de la entidad con
más víctimas de feminicidio de todo el país.
En una carta escrita como si la narrara la propia Nadia, cuenta que se enamoró de Bernardo cuando estudiaba la carrera técnica en Computación y él era chofer de transporte público. Meses después vivieron juntos, pero el hombre le prohibió seguir con sus estudios.
“El trabajo eventual y el salario de mi pareja no alcanzaba para cubrir las necesidades del hogar. Por ello, comencé a trabajar a escondidas de Bernardo. Cuando se enteró, se enojó mucho porque decía que él debía mantener el hogar. Sin embargo, en la realidad no lo hacía”, se lee en la misiva.
El hombre al que entregó su vida -continúa-, decía que la quería pero la hería constantemente. Le pegaba, la encerraba, la insultaba, le decía que no valía nada.
En mayo de 2003, Bernardo le rompió varias costillas y la encerró dos días enteros en un cuarto. “No sé bien por qué seguí en esta relación… Quizás amor, quizás temor, quizás por mis hijos”.
Un día, Nadia se cansó de los maltratos y decidió llevarse a sus hijos para vivir en Puebla con sus familiares. El 12 de febrero de 2004 la encontraron ahorcada, amarrada a una viga.
“Bernardo descubrió mi intención de terminar con esta historia de terror y junto a su hermano Isidro me mataron frente a mis hijos. Dejando tres hijos huérfanos de madre, sufriendo terriblemente por mi ausencia, y a una madre con el corazón roto. Una madre que busca hasta el día de hoy justicia para mí”.
De entonces a la fecha han pasado diez años de exigir justicia porque las autoridades mexiquenses exculparon a Bernardo e Isidro, bajo el argumento de que la joven se suicidó. Los jueces desestimaron el testimonio de sus hijos de 5 y 4 y 2 años de edad que presenciaron el asesinato.
La Comisión Mexicana en Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, AC, acusó a los magistrados de la Primera Sala Colegiada de Tlalnepantla de absolver a Isidro en febrero de 2010. Bernardo fue aprehendido y sujeto a proceso en el 2012. Actualmente, el juicio se encuentra en desahogo de pruebas.
También está en trámite una averiguación contra los magistrados que liberaron a Isidro, a consecuencia de una “pésima” labor judicial. Ello se logró debido al esfuerzo de la Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia, que acompaña el caso en el litigio interno, indicó la Comisión en un comunicado.
La historia de Nadia, agregó el organismo, es un caso emblemático de la negligencia en el estado de México, gobernado por Eruviel Ávila, para proteger a las mujeres. Es muestra también de la denegación de justicia, como lo es mantener por diez años un delito en la impunidad.
En una carta escrita como si la narrara la propia Nadia, cuenta que se enamoró de Bernardo cuando estudiaba la carrera técnica en Computación y él era chofer de transporte público. Meses después vivieron juntos, pero el hombre le prohibió seguir con sus estudios.
“El trabajo eventual y el salario de mi pareja no alcanzaba para cubrir las necesidades del hogar. Por ello, comencé a trabajar a escondidas de Bernardo. Cuando se enteró, se enojó mucho porque decía que él debía mantener el hogar. Sin embargo, en la realidad no lo hacía”, se lee en la misiva.
El hombre al que entregó su vida -continúa-, decía que la quería pero la hería constantemente. Le pegaba, la encerraba, la insultaba, le decía que no valía nada.
En mayo de 2003, Bernardo le rompió varias costillas y la encerró dos días enteros en un cuarto. “No sé bien por qué seguí en esta relación… Quizás amor, quizás temor, quizás por mis hijos”.
Un día, Nadia se cansó de los maltratos y decidió llevarse a sus hijos para vivir en Puebla con sus familiares. El 12 de febrero de 2004 la encontraron ahorcada, amarrada a una viga.
“Bernardo descubrió mi intención de terminar con esta historia de terror y junto a su hermano Isidro me mataron frente a mis hijos. Dejando tres hijos huérfanos de madre, sufriendo terriblemente por mi ausencia, y a una madre con el corazón roto. Una madre que busca hasta el día de hoy justicia para mí”.
De entonces a la fecha han pasado diez años de exigir justicia porque las autoridades mexiquenses exculparon a Bernardo e Isidro, bajo el argumento de que la joven se suicidó. Los jueces desestimaron el testimonio de sus hijos de 5 y 4 y 2 años de edad que presenciaron el asesinato.
La Comisión Mexicana en Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, AC, acusó a los magistrados de la Primera Sala Colegiada de Tlalnepantla de absolver a Isidro en febrero de 2010. Bernardo fue aprehendido y sujeto a proceso en el 2012. Actualmente, el juicio se encuentra en desahogo de pruebas.
También está en trámite una averiguación contra los magistrados que liberaron a Isidro, a consecuencia de una “pésima” labor judicial. Ello se logró debido al esfuerzo de la Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia, que acompaña el caso en el litigio interno, indicó la Comisión en un comunicado.
La historia de Nadia, agregó el organismo, es un caso emblemático de la negligencia en el estado de México, gobernado por Eruviel Ávila, para proteger a las mujeres. Es muestra también de la denegación de justicia, como lo es mantener por diez años un delito en la impunidad.
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