Colectivo La digna voz
El
pasado miércoles 5 de febrero se inauguró en las inmediaciones del
monumento a la Revolución el Congreso Popular. Como se sabe, trátase de
un proyecto impulsado sin la participación directa de los partidos
políticos o autoridades públicas. Acá reside su fortaleza. Sus
debilidades, por otro lado, radican en su virtual parentesco con el
programa político de la socialdemocracia mexicana. (Y en esa
concordancia casi absoluta con el plan de acción de Morena).
Coincidimos con Paco Ignacio Taibo, en su feroz señalamiento al
sectarismo de la izquierda nacional. Diferimos, no obstante, en lo
concerniente a la necesidad de alcanzar una “unidad” simple en la que
converjan personas que deban unirse por encima de cualquier diferencia
política. Nótese que acá no nos proponemos incitar esa fractura o
fragmentación que atinadamente amonesta Taibo. Al contrario. Para que
el proyecto prospere, es preciso fomentar la receptividad para con las
posiciones divergentes, a fin de conseguir la ansiada unidad, no
“simple” sino inmanentemente “compleja”.
Se reproduce a
continuación el texto que se turnó a la coordinación del Congreso
Popular, y que contiene un breve diagnóstico de la actualidad política,
así como un conjunto de propuestas que a nuestro juicio conviene tomar
en consideración.
Diagnóstico y antecedentes
Esta iniciativa proto-parlamentaria tiene dos antecedentes epocales básicos:
- La actual condición minimalista de la política: los derechos políticos se reducen básicamente al depósito periódico de boletas en una urna. En las decisiones cruciales, en los procesos deliberativos cardinales, la sociedad no interviene ni participa: la política termina allí donde empiezan los consejos administrativos de las grandes corporaciones, o bien, de las instituciones financieras multilaterales (cabe advertir, los grandes beneficiarios de la reforma energética). La política no se dirime más en las instituciones o tribunas públicas. La democracia electoral no hace más que incorporar selectivamente a ciertos segmentos poblacionales a este hurto sistemático de los derechos políticos fundamentales. Las elecciones sólo se concentran en refuncionalizar la circulación de las élites gubernativas, pero el contenido sustantivo de la política no cambia. Una vez electos, los políticos mandan obedeciendo… pero al poder del dinero.
- La conversión del Estado benefactor en Estado neoliberal. Los zapatistas lo previeron: la neoliberalización de los procesos productivos y la vida pública redundaría en una erosión de los contenidos políticos, económicos, sociales, históricamente conquistados. El Estado no se adelgaza (el creciente gasto militar desmiente esta hipótesis falsaria); sí en cambio, se adelgazan los derechos y patrimonios de los pueblos. México es uno de los países más virulentamente castigados en este contexto de neoliberalización. El paquete de reformas recientemente avalado, donde destaca la reforma energética, constituye una profundización en este proceso de desposesión patrimonial y privación de derechos. Asistimos al réquiem de la libre empresa: los emprendedores no impulsan la innovación ni tampoco invierten en empeños empresariales; la fórmula en boga consiste en apropiarse de patrimonios públicos, lucrar sin consentimientos, y acumular poder con base en la desposesión.
En otra oportunidad se sostuvo: “El
vasallaje de la clase política al modelo de desposesión patrimonial, no
responde a una lógica procedimental neutral. Es tan sólo la expresión
de su impotencia, que estúpidamente asumen extensiva a todos los
mexicanos. La modernización vía desposesión-privatización es el mantra
de un gobierno lacayo. Punto” (Véase nota completa: http://lavoznet.blogspot.mx/2013/07/pemex-simbolo-poder-e-ideologia.html).
Siete proposiciones
En este sentido, cabe esbozar sucintamente siete propuestas tentativas,
unas concretas, otras orientadas a estimular la discusión e intercambio
de ideas:
- Recuperar la industria y recursos energéticos por la vía de la desobediencia civil, el boicot económico a las petroleras foráneas, y la ocupación física de predios o lotes consignados para los procedimientos de fracturación hidráulica.
- Creación de un órgano de fiscalización ciudadano, autónomo, que se ocupe de consignar los abusos de empresas domésticas o extranjeras en la explotación y producción de energía e hidrocarburos.
- Incorporar a esta iniciativa a los trabajadores damnificados de PEMEX, bien por despido, liquidación, transferencia o jubilación anticipada.
- Demandar colectivamente la desmilitarización del país. Ambas mociones, la reforma energética y la militarización de la vida pública forman parte de una sola agenda: la del poder.
- Repatriar, redignificar y reconstituir el valor de la política.
- Articular esta lucha particular a las luchas generales contra el proceso global de desposesión.
- Repolitizar la economía. Esto es, dotar de centralidad a la economía en esta iniciativa de politización ciudadana.
Colofón
La existencia de una comunidad política debe ser un plebiscito cotidiano.
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