La
dinámica geopolítica actual del moderno sistema-mundo capitalista, con
sus permanentes convulsiones, desestructuraciones, altas
manifestaciones de caos e incertidumbre, nos muestra que estamos frente
a un cambio sistémico sumamente complejo y de grandes proporciones. La
inviabilidad de un modelo histórico de carácter mundial, que se
proyecta como una crisis civilizatoria, se conecta con una crisis
hegemónica, en la cual la supremacía indiscutible estadounidense se va
resquebrajando, al tiempo que se produce la emergencia de China como
actor clave en la partida maestra de ajedrez del siglo XXI.
Es
fundamental comprender que este proceso de reacomodo global y crisis
hegemónica, dadas las condiciones actuales del desarrollo del
capitalismo histórico, de las más sofisticadas y poderosas formas del
imperialismo, y del rebasamiento de los límites del planeta, representa
una especie de largo sismo geopolítico, de dimensiones incalculables.
Para América Latina es crucial atender al papel que juega China en esta
dinámica. Las presiones externas de los capitales del gigante asiático,
que operan en profunda articulación con su Estado, están teniendo
significativos impactos en buena parte de las economías y sociedades
nacionales de la región, lo cual es determinante no sólo en la
viabilidad de los proyectos de transformación política que aún
abanderan los llamados “gobiernos progresistas”, sino también en las
posibilidades de estructurar mecanismos de defensa ante un
recrudecimiento de la crisis económica global, y/o una nueva oleada de
reestructuraciones neoliberales en la región.
La emergencia de China como actor geopolítico clave y la lógica del capital transnacional
Desde el año 2010, China sobrepasó a Japón como la segunda economía
global, y a Alemania como el primer país exportador. Según el Centro
Internacional para el Comercio y el Desarrollo Sustentable, en 2011,
China superó a los Estados Unidos como el primer país con mayor
producción industrial del mundo, es actualmente el principal productor
agrícola global, y según el Centro para las Investigaciones Económicas
y de Negocios, para el año 2020 la economía china representaría un 84%
de la economía de los Estados Unidos [1] .
En la
actualidad, la influencia de China en el sistema-mundo es enorme y
tiene gran capacidad para ampliarla. Esta nación se ha hegemonizado en
el este y el sureste de Asia; se calcula que hoy tiene el 40% de sus
inversiones de la UE en Portugal, España, Italia, Grecia y Europa del
Este –como forma de penetrar el mercado europeo por la vía de sus
“periferias”–, según un estudio del Consejo Europeo de Relaciones
Exteriores [2] ; ha incrementado sus acercamientos con Medio
Oriente —principalmente con Arabia Saudí—; es el principal socio
comercial y la mayor fuente de inversiones en África, siendo además,
junto a Reino Unido, Alemania e India, uno de los países con mayor
participación en el proceso de acaparamiento de tierras que se está
desarrollando en ese continente [3] ; es el principal acreedor
de bonos de la deuda de los EEUU; y registra un muy importante avance y
posicionamiento en América Latina, principalmente en Brasil.
Cabe resaltar que la posición preponderante de China en el comercio
mundial —el valor de sus intercambios comerciales fue de 4.16 billones
US$ en 2013— viene de la mano con una estrategia de posicionamiento
mundial del yuan, en su disputa con el dólar. Como lo explican los
analistas Oscar Ugarteche y Ariel Noyola, la mira del gigante asiático
está puesta en sustituir al dólar de su comercio, siendo que en 2013
alrededor de 390.000 millones US$ en exportaciones pasaron a facturarse
en yuanes [4] .
Conscientes de ser ya el primer
importador mundial de petróleo, y las consecuencias geopolíticas del
amarre del mercado de crudos al dólar, China además quiere comerciar
petróleo en yuanes, y está impulsando la creación de un mercado de futuros
en esta moneda a través de la Bolsa de Futuros de Shanghái (SHFE), lo
que de resultar exitoso, aumentaría el uso del yuan en el mercado
petrolero mundial con el respectivo desplazamiento del dólar en el
mismo, y la consiguiente reducción de su demanda global, con
importantes consecuencias para la economía-mundo [5] .
A su vez, según la Society for Worldwide Interbank Financial
Telecommunication, en octubre de 2013 el yuan se colocó segundo dentro
del ranking de divisas más utilizadas para el financiamiento comercial
—dejando al euro tercero—, al tiempo que se han realizado la firma de swaps
cambiarios bilaterales con más de veinte países, lo que va creando un
gran mercado para el yuan que va incrementando su papel como moneda
internacional [6] .
Ugarteche y Noyola advierten que,
si bien el yuan ha ganado posiciones como moneda de comercio y ahora
como moneda de inversión financiera, aún está lejos de incrementar su status
como moneda de reserva —los bancos centrales mantienen apenas 0.01% de
sus reservas en yuanes—. No obstante, las estrategias de China para
establecer mercados en yuanes (no sólo en el ámbito petrolero, sino
también en el del hierro o el oro), establecen las bases para alcanzar
un objetivo como este en un futuro no distante, siendo que para Patrick
Zweifel de The Financial Times, en 10 años el yuan superaría al dólar
como moneda de reserva [7] .
La política exterior
económica del «Socialismo con particularidades chinas» —como lo ha
denominado el propio Partido Comunista—, donde ha dominado el principio
de mayor integración a la economía global, ha impulsado crecientes
inversiones directas, muy aceleradas en la última década, al punto de
colocarse hoy en el segundo lugar después de las inversiones
extranjeras provenientes de los EEUU. El gobierno chino selecciona a
las empresas que competirán en el mercado mundial —en su inmensa
mayoría empresas de carácter público—, las apoya y se asegura que se
orienten las inversiones a los intereses estratégicos chinos, desde una
estrategia de largo plazo.
Las severas carencias de China
respecto a algunos bienes comunes, en particular de agua y tierra
fértil respecto a su población, y una serie de bienes primarios
necesarios para la acelerada dinámica de producción industrial
doméstica, determina su enorme apetito por los llamados “recursos
naturales”. China es el principal consumidor del mundo de hierro por
vía marítima, carbón térmico, acero acabado, plomo refinado, aluminio
primario, zinc refinado, cobre refinado, níquel refinado, y segundo en
petróleo [8] . De ahí la búsqueda del gigante asiático por
reposicionarse en pro del control y la administración de fuentes
energéticas y bienes comunes en todo el planeta.
La
estrategia china persigue diversificar, en la medida de lo posible, el
suministro de petróleo de su dependencia con el Medio Oriente; a su vez
las compañías energéticas del país asiático tienen claros intereses en
Sudán e Irán, lo cual ha creado tensiones con Estados Unidos en ambas
áreas; ha tratado de invertir en los yacimientos del Mar Caspio y ha
competido con Japón por el acceso al petróleo ruso; ha destinado
préstamos para desarrollos petroleros a sus vecinos de Asia Central y
los productores de América Latina, entre ellos Venezuela; ha firmado
acuerdos no sólo para la explotación de petróleo convencional sino
también de los no convencionales, como las arenas bituminosas de Canadá
y la Faja del Orinoco venezolana; los acuerdos de extracción se han
extendido a las áreas de gas, carbón, uranio y otros recursos naturales
importantes también de Irak, Australia, Turkmenistán y Sudáfrica [9] ;
y adicionalmente ha establecido acuerdos comerciales con países como
Chile, Brasil, Indonesia, Malasia, Argentina y muchos otros más para
importaciones agrícolas y madereras [10] . De ahí la
reformulación de la política exterior estadounidense en la “Doctrina
Obama”, otorgándole prioridad estratégica a la concentración de sus
fuerzas en la región Asia-Pacífico.
Desde la crisis
financiera mundial de 2008, China consigue una oportunidad única para
la expansión del otorgamiento de préstamos externos, principalmente a
países de los llamados “en vías de desarrollo” o “emergentes”. En la
actualidad, por medio de bancos como el China Development Bank (CDB),
Export-Import Bank de China (ExImBank) y el Banco de China, el gigante
asiático ha prestado más dinero a estos países, que el propio Banco
Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo, aumentado así su influencia
global. Un informe de la calificadora Fitch de fines de 2011 planteaba
que el Eximbank había otorgado créditos por 67.200 millones US$ a los
países de África subsahariana en los últimos 10 años —20% más que el BM— [11] ,
mientras que desde 2005 hasta 2012 China había concedido
aproximadamente 86 mil millones US$ en compromisos de préstamos a
países latino-americanos [12] . Este tipo de préstamos están
íntimamente vinculados al acceso a la explotación de los recursos
naturales y los proyectos de infraestructura de los países
prestatarios.
El “Efecto China” en América Latina
China se ha convertido en un socio comercial clave para América Latina,
y pudiera convertirse en el primero en este orden para la región en el
futuro. El impulso chino ha sido determinante en el crecimiento
sostenido de las exportaciones y del PIB de los países
latinoamericanos. CEPAL (2012) afirma que el gigante asiático ya es el
primer mercado de destino de las exportaciones de Brasil y Chile, y el
segundo del Perú, Cuba y Costa Rica; también ocupa la tercera posición
entre los principales países desde donde se originan las importaciones
hacia Latinoamérica y el Caribe —13% del total—; y nuestra región se ha
transformado en uno de los destinos más destacados de la inversiones
extranjeras directas chinas [13] .
El informe de CEPAL “China y América Latina y el Caribe. Hacia una relación económica y comercial estratégica”,
sostiene que la nación asiática podría desplazar a la Unión Europea
como segundo socio comercial de la región a mediados de la próxima
década. Según esta institución, incluso si la demanda de China de los
productos de América Latina y el Caribe creciera solo a la mitad del
ritmo registrado en la década 2001-2010, este país pasaría a ser el
segundo mayor mercado para las exportaciones de la región para este año
2014 superando a la Unión Europea. Del mismo modo, en el caso de las
importaciones se prevé que China supere a la Unión Europea en 2015,
tendencia que podría moderarse si se dinamizara el comercio bilateral
tras los acuerdos de asociación de la UE con Centroamérica, el Caribe,
la Comunidad Andina y, eventualmente, el MERCOSUR [14] .
De 2000 a 2012, el intercambio comercial entre Latinoamérica y China
pasó de 12 mil millones a 250 mil millones US$, según CEPAL, con lo que
el mismo se multiplicó por 21, siendo que las exportaciones regionales
en este período crecieron 25 veces, y las importaciones 18 [15] .
En 4 años (2008-2012), las exportaciones de América Latina al país
asiático prácticamente se duplicaron, pasando de 5% a 9,1% del total de
la región —si se suma el petróleo se llega a 15,3%.
Los
principales productos que obtiene China del intercambio comercial con
América Latina son cobre, hierro, soja y petróleo crudo. Para Brasil,
Chile y Perú, el país asiático representa una cuarta parte del total de
sus exportaciones de productos de base primaria para el año de 2012.
Resalta sobremanera la extraordinaria velocidad con la cual China
escaló posiciones de importancia en el comercio de algunos países de la
región. De 2000 a 2008, es notable como en Colombia pasa de puesto 35
al 4 como receptor de sus exportaciones, y del 15avo al 2do puesto como
origen de importaciones. También destaca su reposicionamiento en Costa
Rica (del 26 al 2 en exp., y 16 al 3ero imp.), Venezuela (del 37 al 3
en exp., y 13 al 3ero imp.), Panamá (del 22 al 4 en exp., y 17 al 4to
en imp.), México (del 25 al 5 en exp., y 6 al 3ero imp.) y Brasil (del
12 al 1 en exp., y 11 al 2do imp.), quien tiene en China su principal
socio comercial. De igual forma, para este período las mercancías
chinas lograron posicionarse en los primeros lugares de países como
Perú, El Salvador, Nicaragua, Ecuador y Guatemala [16] .
La gran mayoría de las inversiones realizadas por China entre 2000 y
2011 provinieron de empresas públicas y se orientaron en casi un 90% a
las actividades del sector primario [17] . Las inversiones chinas del tipo greenfield
(proyectos o iniciativas totalmente nuevos), que son expresiones de las
orientaciones de los intereses estratégicos del gigante asiático —25%
de los flujos de este tipo de sus inversiones en el mundo van hacia
ALC—, muestran que la agricultura se ha convertido, sino en el objetivo
más importante, en uno de los principales —un proyecto sojero de 2.500
millones US$ en Bahía, Brasil, y un par de convenios para el cultivo de
granos de más de 1.000 millones US$ cada uno en Argentina, son muestra
de ello—, aunque, como afirman Ray y Gallagher, aún es pronto para
saber si se trata de una tendencia estratégica de largo plazo por parte
del gobierno chino [18] .
5 sectores principales de las
inversiones greenfield chinas en América Latina para el período
2008-2012 comprenden el 90% de las mismas, y se concentran básicamente
en países estratégicos dependiendo del rubro. A parte de los alimentos
y el tabaco, aparecen los equipos para el sector automotor (19,9%)
(Brasil, México y Argentina), metales (25,3%) (Perú, Guyana y Brasil),
carbón petróleo y gas natural (Venezuela, Costa Rica y Cuba), y
comunicaciones (Brasil y Colombia).
El otro tipo de
inversiones chinas en América Latina, las fusiones y adquisiciones, se
dan en su gran mayoría en relación a la industria petrolera —69,6% del
total de este tipo de inversiones en ALC para el período 2008-2012—. En
todo caso, las inversiones directas chinas aún representan un
porcentaje relativamente bajo respecto al total de las inversiones
extranjeras directas (IED) en la región: de los 174.500 millones US$
que ALC recibió en flujos de IED en 2012, China aportó solo 9.200
millones, el 5,3% del total [19] .
Por otro lado, China
se ha convertido en una fuente importante de financiamiento para
Latinoamérica, en especial para países como Venezuela (1er lugar con
44,5 MM US$ hasta 2012), Brasil (2do con 12,1 MM US$), Argentina (3ero
con 11,8 US$) y Ecuador (4to con 9,3 MM US$) [20] . Para el caso
de Venezuela y Ecuador, que tienen mayores dificultades para acceder a
los créditos internacionales de capital, los préstamos chinos han sido
una opción atractiva —estos dos países representan el 67% del total de
los préstamos chinos en la región—. La gran mayoría de estos créditos
se orientan al desarrollo de proyectos de extracción y producción, en
forma de infraestructuras (puertos, etc.) o inversiones directas en
materias primas.
De 2008 a 2012, casi la mitad de los
préstamos realizados (38.600 US$) se ha ido a infraestructura,
principalmente a Venezuela y Argentina. Poco más de la cuarta parte del
total de los créditos se ha dirigido a energía y minería, las cuales
reciben la mayor atención, donde resaltan las inversiones petroleras en
Brasil (pre-sal) y Ecuador [21] . Como ya hemos mencionado, los
créditos chinos para ALC fueron mucho mayores que aquellos de la banca
occidental —destacan los 37.000 millones US$ de 2010—, con una enorme
mayoría de los mismos con montos de mil millones US$ o superiores, en
comparación al BM, que solo otorgó un 22% de sus préstamos por estos
montos, o el 9% de los del BID [22] .
Los préstamos
chinos representan vínculos y encadenamientos comerciales con la región
que se canalizan con la mira puesta en los objetivos estratégicos del
país asiático. Es importante mencionar que d entro de los paquetes
crediticios chinos existen un tipo de ellos que son los “préstamos por
petróleo”, que aplican aun si los fondos mismos no se hayan dirigido
específicamente para el desarrollo de este sector energético. Este tipo
de préstamos para ALC representa más de dos tercios de los compromisos
de la región con China para el período 2008-2012, alcanzando los 59 mil
millones US$.
Desde 2008, Venezuela ha negociado seis de
estos préstamos (un total de 44.000 millones US$), Brasil firmó uno por
10.000 millones US$ (2009), Ecuador firmó dos compromisos por petróleo
de 1000 millones US$ cada uno (2009 y 2010) y dos más por 3.000
millones en 2011 [23] . A su vez, también es importante resaltar
que existen líneas de crédito chinas vinculadas con la importación de
bienes de este país, en las cuales se conviene que una parte del
préstamo se gaste en el consumo de mercancías asiáticas por parte del
país deudor.
A pesar de que China continúa otorgando créditos
soberanos, los montos de los mismos han disminuido en 2011 y 2012
respecto a 2010: 6.800 millones US$ en 2012, casi la mitad de 2011, y
80% menos que en 2010. No obstante, Ray y Gallagher plantean que los
préstamos del CDB y del ExImBank a los gobiernos latinoamericanos
tienden a ser líneas de crédito en las que es probable que dichos
gobiernos requieran tiempo para disponer de ellas, por lo que esto no
necesariamente representa una desaceleración de la nueva deuda [24] .
Esta dinámica descrita, desde al menos principios de este siglo, tiene
extraordinarias implicaciones geopolíticas y políticas para los países
latinoamericanos, principalmente los más tocados por la fuerza del
avance chino en el sistema-mundo capitalista. Repercute enormemente en
sus modelos dependientes, en sus esquemas domésticos de poder, en sus
sistemas sociales, y en sus vinculaciones territoriales y de
relacionamiento con la naturaleza.
La política oficial del gigante asiático para América Latina (2008) enuncia que “
China tratará a los países latinoamericanos y caribeños en pie de
igualdad y respeto mutuo (…) De acuerdo con el principio de beneficio
recíproco ” [25] . Sin embargo, la disputa geopolítica,
los intereses estratégicos chinos, y en primera instancia, la lógica
del capital, orientan esta relación hacia la profundización de nuestra
función específica en la División Internacional del Trabajo y de
nuestra condición de dependencia sistémica, en un contexto de crisis
global que incrementa las vulnerabilidades de nuestra región.
La orientación extractivista de esta relación sino-latinoamericana se
hace evidente al comparar el porcentaje de exportaciones de bienes
primarios respecto a las exportaciones totales de América Latina en el
mundo entre 2008 y 2012, que fue de 56%, y las exportaciones de la
región sólo al país asiático, que en bienes primarios representaron la
significativa cifra de 86,4%. Si advertimos que el 63,4% de lo que
importa China son bienes manufacturados [26] , se hace más notorio el papel de provisor de commodities
que los asiáticos necesitan que cumplamos, lo que va en dirección
opuesta a las reivindicaciones históricas de que Latinoamérica salga de
la dependencia de únicamente vender naturaleza al mercado mundial
capitalista.
Varios países de la región han visto como
prácticamente se duplica su dependencia en la exportación de bienes
primarios a China, tales como Brasil (hierro y soja), Argentina (soja),
Perú y Chile (cobre y metales no ferrosos para ambos países) [27] .
Lo que es fundamental resaltar, es que mientras China crece en
importancia como mercado de exportación y genera presiones a la
profundización del extractivismo en la región, cae el peso de la
exportación de bienes manufacturados respecto al total de ALC, pasando
de representar el 53% del total de exportaciones en 2002, al 39,7% en
2012, típico efecto de los ciclos de crecimiento y boom de los ingresos
rentísticos por commodities. Además, desde 2008, el 70% de las
exportaciones latinoamericanas a China provienen sólo de 6 sectores de
2 o 3 países cada uno, lo que refleja notables niveles de concentración
extractiva de productos en su mayoría no refinados, que expone a la
región a las fluctuaciones en los precios de los productos básicos [28] , en buena medida influidos por la especulación financiera.
El posicionamiento de las mercancías chinas por la vía de la
importación en numerosos países de la región está estrechamente
vinculado con las consecuencias “desindustrializadoras” propias del
llamado «Efecto China». Nueve de las principales diez importaciones
provenientes de China hacia ALC son manufacturadas con un fuerte
énfasis en electrónica y vehículos. El tipo de producto manufacturado
que se importa primordialmente (en orden de importancia relativa) son
equipos y repuestos de telecomunicaciones (9.3% 2008-2012), máquinas y
equipos de procesamiento automático de datos (3.8%), barcos, botes y
estructuras flotantes (4.0%), instrumentos y aparatos ópticos (3.3%),
productos derivados del petróleo (2.7%), calzado (2.5%), maquinaria y
aparatos eléctricos (2.3%), motocicletas, ciclomotores, bicicletas y
carros (2.0%), repuestos para máquinas de oficina (2.1%), carritos de
bebé, juguetes, juegos y productos deportivos (2%) [29] . ¿Son
estas importaciones las más convenientes para favorecer a un proceso de
transición hacia modelos menos dependientes del capital globalizado?
Las muy significativas diferencias en precio y productividad de la
industria china en comparación con la mayor parte de la producción
industrial de la región genera grandes presiones que reafirman los
procesos de reprimarización económica e impulso extractivista,
profundizando los rasgos de la relación funcional centro-periferia.
Mientras los exportadores latinoamericanos dependen de unos pocos
productos básicos, vulnerables a las fluctuaciones de precios, las
exportaciones chinas manufacturadas hacia la región, que son más
diversas y menos concentradas, han crecido en cantidad y valor al punto
que desde 2011 existe un déficit en la balanza comercial de ALC. Estos
efectos mencionados en general, tienen muy importantes implicaciones en
el curso de las transformaciones políticas que vive Latinoamérica.
Venezuela, el “Efecto China” y la acumulación por desposesión
China es hoy el segundo socio económico de Venezuela (según estudio del
INE) y un aliado geopolítico estratégico. El gigante asiático es uno de
los principales inversores en los proyectos de explotación petrolera de
la Faja del Orinoco, acompañando al gobierno nacional en su objetivo de
aumentar la cuota extractiva en el futuro próximo. China importa casi
el 12% del petróleo que consume de América Latina, siendo que cerca de
la mitad de éste (46%) proviene de Venezuela.
Según expresara
en su momento el presidente Chávez, entre 2001 y 2011 se suscribieron
más de 350 acuerdos e instrumentos entre ambas naciones [30]
principalmente en áreas de infraestructura —como un proyecto de
ferrocarril y la Gran Misión Vivienda Venezuela—, energía, agricultura,
minería, petroquímica y transporte, entre otros. Estos proyectos están
siendo financiados a partir de la creación del Fondo Chino,
establecido una vez que Venezuela iniciara el suministro petrolero a
los asiáticos en 2007, y los dos gobiernos firmaran acuerdos
denominados de Cooperación Financiera de Largo Plazo para “acelerar el desarrollo social y económico de Venezuela” [31] .
Destaca que Venezuela representa casi dos terceras partes del total del
financiamiento de infraestructura que China dio en toda Latinoamérica
(unos 28.000 millones US$) [32] . A su vez, será el país
asiático quien financie nuestro camino a la ampliación de los proyectos
de minería —insólito para el país con la mayor reserva de petróleo del
mundo—, al firmar Venezuela un convenio a fines de 2009 por mil
millones US$ (casi la cuarta parte de lo financiado para minería por
China en ALC) con el CDB. La empresa transnacional china Citic elabora en la actualidad, junto con el Instituto Nacional de Geología y Minería (Ingeomin), el llamado mapa minero de Venezuela
–«la exploración geológica de las reservas minerales en el país»–,
misma empresa que, luego de la nacionalización del oro en 2011 por
parte del Gobierno Nacional, firmó a fines de febrero de 2012 un
acuerdo con éste, en la figura de empresa mixta, para la explotación de
oro en una de las minas más grandes del mundo, Las Cristinas —unas 17
millones de onzas de reservas estimadas [33] .
Además
de créditos en forma de financiamientos conjuntos para inversiones
discrecionales, un préstamo para el proyecto de refinería Abreu e Lima
(2011), y otro para compras de productos relacionados con el petróleo
(2012), en 2010 se estableció específicamente una línea de crédito
relacionada con el comercio. El plan de créditos de 20.000 millones US$
del Fondo Pesado (2010) también se orienta a proyectos e
importación de bienes chinos. Esto se conecta, por ejemplo, con la
ampliación en el mercado venezolano de teléfonos celulares marca Haier,
y las facilidades de bajos precios y créditos a largo plazo y sin
intereses de aires acondicionados, televisores, lavadoras, entre otros,
en el marco de la Misión Mi Casa Bien Equipada [34] y
la llamada “Cédula del Buen Vivir”. La recreación de una sociedad de
abundancia sostenida en la renta petrolera y articulada a tratados
comerciales externos, tiene su génesis en la firma por parte de Pérez
Jiménez en 1952 de la versión revisada Tratado Comercial entre EEUU y
Venezuela de 1939 para mantener condiciones muy favorables para la
importación de bienes manufacturados de ese país, en “defensa del
acceso del público a bienes de alta calidad a precios razonables”. La
fórmula parece similar en la actualidad, pero sustituyendo en los
tratados a los EEUU por China.
Es importante subrayar que los
créditos chinos son pagaderos con petróleo, lo que implica que una
serie de gastos y compromisos futuros, y la expectativa de realizar
otros nuevos en nombre del mentado “desarrollo”, se respaldan en la
naturaleza “rentable” que comprende el territorio nacional, y un
porcentaje de la producción nacional se destina para pagar dichos
préstamos, lo que en un contexto de severas dificultades y
desequilibrios económicos en el país, amenazan con la viabilidad
económica de la Revolución Bolivariana. Basta pensar en un hipotético
escenario de caída de los precios internacionales del crudo —como ya
ocurrió en 2009— para hacer más claro la notable vulnerabilidad de esta
situación.
A estas alturas, aún si sumáramos los préstamos
chinos, los del BID y del BM en América Latina desde 2005, tendríamos a
Venezuela en primer lugar de la región en créditos adquiridos,
destacando que sólo ella ha recibido casi la mitad de los mismos
emitidos por China en toda ALC. El presidente del BANDES, Gustavo
Hernández, reconoció en enero de 2014 que el financiamiento de China “supera en todos los tramos más de los 40 mil millones de dólares” [35] ,
de los cuales, según afirmara en agosto de 2013 el Ministro para la
Energía y Petróleo, se habrían cancelado 20.000 millones US$ [36] .
La extensión de 5 mil millones US$ del Fondo Chino para “viviendas e
industrias” depositada en diciembre de 2013, así como nuevas
solicitudes crediticias, supondrían un aumento de la cuota de envío de
petróleo al país asiático como pago de la deuda, que en la actualidad
se encuentra en alrededor de 250.000 barriles diarios, lo cual
achicaría y comprometería aún más los montos disponibles para gastos
corrientes.
Es fundamental reflexionar sobre las
implicaciones que el tipo de encadenamiento bilateral que mantenemos
con China pueden tener tanto en las pretensiones de transformar el
modelo rentista y llevarlo a formas productivas alternativas —en el
caso de las corrientes más voluntariosas de la Revolución Bolivariana,
ir hacia el “Estado Comunal”—, como en las propias posibilidades de
viabilidad futura de un proyecto social de inclusión popular nacional,
en un mundo donde las fuerzas del capital globalizado presionan
enormemente para avanzar hacia procesos masivos de acumulación por
desposesión.
La forma como se estructuren las relaciones
económicas internacionales determinan la política doméstica —y más para
un país periférico como Venezuela— y delimitan las posibilidades de
avanzar, o no, hacia modelos post-extractivistas en el país y la región
—piénsese, por ejemplo, en las terribles consecuencias que acarrearía
para los pueblos de los países del MERCOSUR, la concreción de un
inminente TLC con la Unión Europea [37] . China, por la potencia
de su economía y las características de su nación, por su política
económica exterior, y por los efectos que ha generado su crecimiento en
el mundo, representa hoy la fuerza más dinámica en el reforzamiento de
los patrones coloniales/imperiales. China está en disputa por la
hegemonía del sistema capitalista, y su expansión está determinada por
la lógica depredadora del capital, a pesar del acuñado “socialismo con características chinas”.
Los crecientes compromisos rentísticos internacionales que adquiere
Venezuela en nombre del “desarrollo”, lo inserta en un círculo vicioso
que lo obliga a la necesidad de captar cada vez más renta. De esta
forma la misión desarrollista del petro-Estado venezolano hace evidente
que cada vez más factores exógenos determinan la realidad nacional. La
conexión de los convenios de endeudamiento progresivo con China, con el
Plan Siembra Petrolera y el Plan de la Patria —duplicar la
extracción petrolera para financiar la «modernización» y poder pagar
con petróleo su costo—, al contrario de lo alegado en la retórica
política sobre la “independencia” (el Obj. I del Plan de la Patria),
encierra a Venezuela aún más en su limitada función extractivista, al
tiempo que profundiza el modelo de sociedad que en teoría queremos
cambiar, y nuestro nexo de tipo enclave que tenemos con los grandes
capitales transnacionales, debido a que los acuerdos y proyectos
firmados van estructurando los compromisos y haciendo más rígido el
esquema de organización productiva, sometido a una serie de contratos
de corto, mediano y largo plazo.
Los desajustes y
desequilibrios que vivimos en nuestra economía doméstica, impulsados en
muy buena medida por los efectos de las descompensaciones internas que
produce la llamada “Enfermedad Holandesa”, producto del boom de los
commodities que desde 2004 ha estimulado primordialmente China, se
inscriben en una larga crisis de agotamiento estructural del modelo del
capitalismo rentístico nacional que se da desde hace unos 30-40 años [38] .
Aquí se mezclan las consecuencias del llamado “Efecto Venezuela” con el
denominado “Efecto China”, lo cual siembra dudas sobre la posibilidad
de mantener el curso actual de captación de la renta petrolera en el
país, y la consiguiente probabilidad de intensificación del
endeudamiento externo y vulneración a procesos masivos de acumulación
por desposesión.
Una más intensa integración a la
globalización capitalista nos hace más dependientes y vulnerables ante
un sistema-mundo en crisis, lo cual resulta muy peligroso. Debemos
atender a lo que hemos denominado, a partir de David Harvey, el neoliberalismo mutante.
La acumulación por desposesión opera también mediante finos mecanismos
desterritorializados, moleculares e híbridos, pudiendo coexistir con
formas de control estatal. Paradójicamente, en la medida en la que un
Estado periférico administra los procesos expansivos domésticos de
articulación con el capital transnacionalizado, abre el camino para un
progresivo ataque y desmantelamiento de los propios dispositivos de
protección estatal.
El neoliberalismo post-consenso de
Washington no opera primordialmente bajo la lógica del «shock», por lo
que es fundamental tratar de detectar esos mecanismos moleculares de
acción antes que sea muy tarde. En este sentido es menester
preguntarse, ¿qué supone la flexibilización de algunos
parámetros de los proyectos de la Faja del Orinoco en favor de las
transnacionales, y qué factores geopolíticos los propician? ¿Qué
suponen algunas medidas económicas tomadas con carácter de apertura, y
qué factores sistémicos los promueven? ¿Qué procesos de la acumulación
de capital doméstica está administrando el Estado y cómo lo está
haciendo?
Por último, es esencial hacer notar que, s i
Venezuela y en general, América Latina, han basado su crecimiento en
los ingresos por exportación a partir de la demanda de materias primas
de China, es obvio que esto no será para siempre. Si el crecimiento
chino, que muestra tendencias de frenado desde hace más de dos años —en
2012 tuvo la tasa de crecimiento más baja desde 1999 [39] —,
llegara a ralentizarse o a disminuir en el mediano plazo, o bien si el
gigante asiático dirigiese su mirada hacia adentro, en busca de un
rebalanceo de su economía, esto tendría importantes impactos en América
Latina y, en general, en la economía mundial. El asesor económico
Daniel Munevar afirma que: “En este contexto, para los futuros y
derivados sobre las materias primas la desaceleración del crecimiento
de China sería el equivalente de lo ocurrido en el verano de 2007 con
los primeros problemas de las hipotecas subprime ” [40] .
Existen alternativas a estos tipos de encadenamientos sistémicos, que
requieren otro espacio para exponerlas con mayor detalle. Solo
mencionamos tres elementos: desconexión selectiva, comercio de los
pueblos intrarregional estilo ALBA en pro primordialmente de una
soberanía alimentaria, y transiciones desde la soberanía y
administración territorial visto desde las comunas.
*
Emiliano Teran Mantovani es sociólogo de la Universidad Central de
Venezuela, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo
Gallegos (CELARG) y hace parte del equipo promotor del Foro Social
Mundial Temático Venezuela.
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[1] International Centre for Trade and Sustainable Development (2012): «China Reclaims Former Perch as World’s Biggest Manufacturer», y Centre for Economics and Business Research Ltd. «Brazil has overtaken the UK’s GDP», en: LANDER, Edgardo. ¿Un nuevo período histórico? . pp.19-20.
[2] Cfr. GARTON, Timothy. La crisis en Europa, una oportunidad para China.
[3] Cfr. GRAIN. GRAIN publica conjunto de datos con más de 400 acaparamientos de tierra agrícolas a nivel mundial.
[4] Cfr. UGARTECHE, Oscar. Noyola Rodríguez, Ariel. La City de Londres, capital global del yuan.
[5] Cfr. UGARTECHE, Oscar. Noyola Rodríguez, Ariel. La era del petroyuan.
[6] Cfr. UGARTECHE, Oscar. Noyola Rodríguez, Ariel. La City de Londres, capital global del yuan.
[7] Op.Cit.
[8] Estimaciones de Morgan Stanley; Agencia Internacional de Energía; The Beijing Axis Analysis, en: LANDER, Edgardo. La (re) emergencia de China como potencia global y las presiones extractivistas en Sudamérica .
[9] Cfr. HEINRICH Böll Stiftung. Friends of the Earth Europe. Marginal Oil. What is driving oil companies dirtier and deeper? p.20
[10] Cfr. HARVEY, David. Breve historial del neoliberalismo. p.147
[11] Cfr. BERMÚDEZ Liévano, Andrés. China, el banquero preferido del mundo emergente.
[12] Cfr. GALLAGHER, Kevin P. Irwin, Amos. Koleski, Katherine. ¿ Un mejor trato? Análisis comparativo de los préstamos chinos en América Latina .
[13] Cfr. ROSALES, Osvaldo. Kuwayama, Mikio. China y América Latina y el Caribe. Hacia una relación económica y comercial estratégica. p.12
[14] Op.Cit. pp.71-72.
[15] Cfr. AMÉRICA Economía. Cepal prevé comercio ascendente de China con América Latina hacia 2020 .
[16] Cfr. BRUCKMANN, Monica. Recursos naturales y la geopolítica de la integración Sudamericana. p.64
[17] Cfr. DUSSEL, Enrique. Chinese FDI in Latin America: Does Ownership Matter? p.12
[18] Cfr. RAY, Rebecca. Gallagher, Kevin P. 2013 Boletín Económico China-América Latina. p.15
[19] Op.Cit. pp.14, 17-20
[20] Cfr. INTER-AMERICAN Dialogue. China-Latin America Finance Database.
[21] Cfr. RAY, Rebecca. Gallagher, Kevin P. Op.Cit. pp.23-24
[22] Cfr. GALLAGHER, Kevin P. Irwin, Amos. Koleski, Katherine. ¿ Un mejor trato? Análisis comparativo de los préstamos chinos en América Latina .
[23] Op.Cit.
[24] Cfr. RAY, Rebecca. Gallagher, Kevin P. Op.Cit. p.23
[25] DOCUMENTO sobre la política de China hacia América Latina y el Caribe. Texto íntegro. pp.2-3
[26] Cfr. RAY, Rebecca. Gallagher, Kevin P. Op.Cit. p.11
[27] Cfr. BBVA. Evaluating Latin America’s Commodity Dependence on China . p.9
[28] Cfr. RAY, Rebecca. Gallagher, Kevin P. Op.Cit. p.9
[29] Op.Cit. p.14
[30] En: PIERRAT, Alfredo G. Venezuela y China, paradigma de cooperación.
[31] Cfr. LEY Aprobatoria del Acuerdo entre el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y el Gobierno de la República Popular China sobre cooperación para financiamiento a largo plazo. Gaceta Oficial Nº 39.511. p.379.631
[32] Cfr. INTER-AMERICAN Dialogue. China-Latin America Finance Database.
[33] Cfr. CORREO del Orinoco. Venezuela y China firman nuevos convenios de cooperación bilateral . TOVAR J., Ernesto. China entra al área minera para extraer oro en Las Cristinas.
[34] Cfr. PIERRAT, Alfredo G. Venezuela y China, paradigma de cooperación.
[35] En: VENEZOLANA de Televisión. Presidente de Bandes: China acompaña a Venezuela en la ejecución de proyectos de desarrollo . Archivo en video.
[36] En: EL MUNDO. Venezuela pagó $20.000 millones en petróleo de la deuda con China.
[37] Sobre esto, recomendamos leer: MARCHINI, Jorge. Negociaciones por un acuerdo Mercosur-UE: decisiones clave. ALAI, América Latina en Movimiento. 8/01/2014. Disponible en: http://alainet.org/active/70309 .
[38] Cfr. TERAN Mantovani, Emiliano. La crisis del capitalismo rentístico y el neoliberalismo mutante (1983-2013) .
[39] Cfr. RIA Novosti. China registra la tasa de crecimiento más baja de los últimos 13 años.
[40] Cfr. MUNEVAR, Daniel. La transformación del modelo de desarrollo de China y su impacto sobre América Latina. Parte II
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